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jueves, noviembre 21, 2024

Otra forma de castrar

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Los hemos obligado a ser nuestros amigos, cuando a lo mejor no somos de su tipo.  

Les hemos robado su salvaje libertad.  

Ellos nos exorcizan de la tristeza. La huelen, tratan de entenderla y en su infinita inocencia, con media hora de lamidas en los pies, intentan extraer el mal.  

Las ociosas ahora los visten con ropa de marca. 

Las hijas de los líderes sindicales los usan como escaparates de su alta frivolidad.  

Hay algunos que poseen diamantes, perlas y esmeraldas.  

Sus nombres dejaron de ser monosilábicos, fáciles de ser captados con una orden, y ahora firman con los cojinetes y tienen nombre, apellidos y acta notarial. 

Existen excéntricos que los escogen como albaceas de sus fortunas porque no confían en la gente al su alrededor.  

Se han llegado a utilizar como camellitos en el tráfico de drogas.  

Son hoy por hoy mejores elementos que los de la guardia nacional.  

Se les hacen corridos norteños.  

Salvan a gente de los terremotos y saltan a la fama protagonizando el meme mensual.  

¿En verdad ellos quieren ser lo que nosotros aspiramos que sean?  

Mi perra intenta ser más humana, mientras yo quisiera ser más perra.  

El eterno dilema de la china que quiere ser lacia y la lacia que quiere ser china.  

Unos bailan, otros hasta aprenden a sonreír.  

Lo que no vemos es que, en nuestro gigantesco egoísmo, les hemos extirpado su naturaleza bestial.  

En Canadá usan botas, ¡cosa impensable!, humillante frente a las manadas de lobos.  

He escuchado que existen señoras tristes que los obligan al cunnilingus 

Ellos, nuestros perros, pagan los platos rotos de nuestra incapacidad de estar solos.  

Si no te aguantas a ti mismo, ahí estará, fiel, el Firuláis.  

Aún no les da el raciocinio ponerse en huelga, sin embargo, si pudieran, desatarían una guerra mundial.  

Han perdido la capacidad de reacción frente al tunante, porque deben ser buenos y no ladrar.  

Señoritingos apretados como mamá y papá.  

Los huesos son ya un sueño lejano, el rumor de que alguna vez fueron creados para cazar.  

La humanización del can es otra forma de maltrato animal.  

¡Pero qué le hacemos si nuestra especie es cada vez menos de fiar!  

Una frase de Thomas Bernhard sintetiza el porqué de nuestra inclinación:  

Dale la mano a un amigo, si no te muerde, es que es tu perro.  

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