Cada elección es inédita y se antoja irrepetible. Sin embargo, hay condiciones que trascienden de una a otra y nos sugieren entender que lo inédito es la combinación de esas condiciones.
La elección presidencial del 2024 se inició, anticipadamente.
¿Por qué? No es fácil contestar. Es casi imposible comprender a quien decide en el liderazgo nacional. Tampoco nos dejará entender sus razones.
Una visión rápida indicaría que le apura construir candidaturas, suyas y ajenas. Parecería que le es importante sujetar la permanencia de varias condiciones que favorecen sus intenciones. Es su derecho, por supuesto, aunque el tiempo solo custodia y registra cambio permanente, inestabilidad franca y creciente que pocas oportunidades de control permite. La ironía es que de su lado prefieren alargar circunstancias y de los otros, anticiparlas, modificarlas más rápido, a ver si alguna les abre un espacio de sobrevivencia y éxito.
Morena está más competitivo que todos, a pesar de sus enormes grietas internas y las “incomprensiones” de los electores aún libres. Los demás partidos no. Unos, PRI y PRD, se debaten entre la exclusión y el desdén. PAN, entre la incapacidad de su autonomía y la soberbia de coaligarse. MC, entre la inteligencia del esquirolaje y las ventajas de jugar para el que manda. Los demás, para seguir vivos, seguirán siendo satélites.
Todos los actores políticos se han contagiado y también se han sumado a la sugerencia presidencial, pero sus intenciones vienen apadrinadas de miedos o incapacidades para aceptar, sus circunstancias actuales y sus incapacidades de ofrecer al electorado una alternativa políticamente útil.
No hay oposición política eficiente. La ubicación de los partidos fuera del gobierno no es definición ni camino solo por eso. Es también evidente, que no han querido ser oposición sistemática o alternativa confiable. Y es hora de pagar las facturas de la comodidad de la indiferencia, los titubeos y la flojera.
Por eso las prisas permean en los partidos políticos que se atreven al menos, al día de hoy, pensar en que su autonomía les permitiría presentar candidatos propios. Competir solos es una tentación ingenua y un desperdicio para los pocos electores que aún les consideran vivos y actuantes.
Una lectura responsable de la circunstancia política actual del país, debería ser suficiente para medir las competencias de cada uno de los partidos que deberían haber sido oposición, al partido que gobierna. Después de todo, los que pierden una elección, reciben la encomienda tácita de vigilar al que gana, presionarlo a corregir sus decisiones, debilitarlo y, al menos en la teoría, promover en el ciudadano, una conciencia de ineficiencia, por olvido o traición de lo que ofrecieron en las elecciones.
Quienes deberían haberlo hecho, no lo hicieron, o no pudieron hacerlo. Dejaron a los electores esa tarea y, por eso mismo, los electores los ven innecesarios o, a lo mejor, hasta perjudiciales. Que descuido enorme, sobre todo, cuando, la oposición, se espera, sea el antídoto para los errores y dolores de un ejercicio gubernamental, que siempre los tendrá y también constructores de oportunidades para una mejor intervención del electorado en las decisiones públicas.
Por eso, los nombres de posibles presidenciables fuera de Morena no son por ahora ni noticia atractiva ni riesgo inminente para la candidata presidencial del partido en el gobierno.
Está claro, al día de hoy, que las intenciones presidenciales y las corrientes de opinión interna de Morena están totalmente trabajando para que todos sepamos, que la Señora Sheinbaum será su candidata a la Presidencia de la República en este proceso. La propaganda y la publicidad activan ese mensaje. Y las prisas, en ese lado, es para que todos los electores aceptemos desde ahora que ella será la próxima Presidenta de la República.
Las prisas en la “oposición” se entretienen en perder el tiempo para decidir la coalición o las coaliciones. Ninguno si va solo, tendrá oportunidad seria de competir.
En el PRI, por ejemplo, ninguno quiere competir frente a la señora Beatriz Paredes, pero saben que si van solos no harán nada. Primero, tienen que resolver el enorme problema de la división interna y el desprestigio que, la situación personal de su dirigente nacional ha introducido en las dificultades propias de una organización que se debate entre el desprecio y la exclusión del mercado político. Beatriz Paredes, una política inteligente, tampoco resistiría el filtro de una coalición con el PAN y no es por ella; es porque al PAN solo le importa una coalición si un panista la encabeza. ¡Qué soberbia! Cuando en sus activos se dificulta encontrar uno propio. No quiero pensar que lo traerán del exilio.
En el PRD, ni entretenernos. Los tres tendrán que ir en coalición si quieren obtener una votación que les permita apoyar a candidatos a otras posiciones donde, en algunos casos, pudieran ser regionalmente competitivos. No les dará para más.
Y en MC, el parto llamado Colosio, se ve lejano y difícil. Un jalisciense también la quiere.
Así van las cosas; que ninguno se queje.