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sábado, noviembre 23, 2024

Mujeres con guantes de box

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A estas fechas, en el actual proceso electoral todos creemos que la Presidencia de la República está reservada para una mujer. 

Las estrategias publicitarias que se insertan en la mente de los electores sugieren que es tiempo de que una mujer sea elegida por primera vez en la historia.  Esta decisión, también revela la intención del presidente Andrés Manuel López Obrador de confirmar su registro especial en la historia nacional. 

El que llegara a ser Presidenta de México una mujer reviste, por sí solo, la mayor importancia y agigantaría el registro histórico de López Obrador como el líder que desafío a la misma historia nacional, plena de reconocimientos a la mujer, pero egoísta, indolente y mezquina en compartir con ellas el verdadero poder político. 

Los mexicanos del futuro podrían reconocer en López Obrador, al arquitecto ideológico de un parteaguas en todos los sentidos que recordarían y reconocerían como elemento clave de una transformación que intentó transformar el sistema político y a la sociedad.   

Esa es la intención del presidente López Obrador. 

Pero la historia nunca se acaba por escribir y registrar. En lo que va, es apenas, en la intención. Aún faltaría comprobar y evaluar sus resultados. El tiempo se le está acabando. 

El presidente, como líder absoluto, a veces intransigente y siempre belicoso, ha sembrado en su Morena, el debate innovador y acalorado para aceptar a una mujer como su candidata a la Presidencia la República y dadas las circunstancias políticas de ahora, aceptarla como Presidenta de la República, porque Morena, esta visto, ganaría la elección. 

López Obrador ya ha decidido y el partido obedece, como un ente unitario, disciplinado y trabajador. 

No sé, pero me recuerda los viejos tiempos imperiales de aquel PRI, que dice el mismo presidente ya se fue, pero que los mismos morenistas se empeñan en que no se vaya. 

Y como en los viejos tiempos de aquella democracia, a la que hoy se ha bautizado como corrupta e impune, el debate público se integra en la intención del jefe político.  

Y como en los viejos tiempos, se construye y se acepta que el ahora partido gobernante, será el partido aplanador en las elecciones de 2024. 

La sociedad política aún no ha desechado del todo esos más de 80 años de control férreo y a pesar de las intenciones transformadoras, impone sus tiempos y defiende sus prácticas.  No queda otra que aprovecharlas y aunque lento, irlas acarreando hacia la Cuarta Transformación. 

Y las mujeres van la política con mayor poder y convencimiento que crece y convence. Dejan atrás aquellos imposibles del machismo, que siempre se creyeron insalvables. 

Si el próximo Presidente de México será mujer, ya ha sido aceptado por muchos. Y es cuestión de unos días más, para confirmarlo. 

Todo se va acomodando, hasta la otra alianza electoral, la que se autodenomina oposición, pero no lo es, porque no quiso serlo, o no pudo, también anda en busca de una mujer que los abandere en este proceso electoral. 

Entre Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes mide potencialidades electorales y pone a prueba su tradicional resistencia al poder femenino, porque en la derecha el lugar de las mujeres tradicionalmente está en el hogar y en el rosario. 

Xóchitl sería una candidata fuerte, brava y audaz, que, está visto, ha puesto en jaque las estrategias del presidente, porque con ese estilo de barrio, sin miedo a los golpes y a las mentadas de madre, entraría en el cuartel más importante del presidente, que es el pueblo bueno, ese que cree, sigue y defiende al presidente. 

Y ahí, en el cetro mismo de la fuerza lopezobradorista, Xóchitl sí sería peligrosa. 

A muchos ya se antoja el enfrentamiento entre dos mujeres, llegaría más allá de la puja por la presidencia, hasta el confrontamiento abierto de ideas y prácticas, donde la crítica de Xóchitl, que no de la alianza opositora, pegaría fuerte y haría temblar al morenismo, porque Xóchitl habla con el mismo lenguaje que el pueblo bueno entiende. 

Sin embargo, no hay que quemar naves, lo más seguro es que Xóchitl no logre vencer esa verticalidad panista que prefiere la contienda electoral se resuelva en la mesa de negociación, eso de la barriada no va con ellos y a lo mejor logra imponer a uno de sus santos varones, porque la lucha es, claro, por las ideas y los proyectos, pero también por las viejas tradiciones. 

Al final, esta elección será de las mujeres. Yo no creo sea ni mala idea ni mala decisión. 

Por eso me gustaría ver el pleito entre dos mujeres por la Presidencia de la República, a lo mejor ellas hablan sin los tapujos, los miedos y los complicados a los que los varones nos tenían acostumbrados. 

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