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jueves, noviembre 21, 2024

Movimiento Armentista

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La participación de los ciudadanos y las ciudadanas es una responsabilidad prioritaria en un sistema democrático de gobierno. 

Es, de hecho, el sustento ético, moral y legal de una democracia moderna, que corresponde a un conjunto de ideas que centran su interés en el bienestar del individuo, independiente de su ubicación social y de sus capacidades de producción.  

Construye las competencias y la posibilidad de la igualdad que conduzca a la justicia, en todas sus expresiones. Asegura que todos los que integramos una sociedad intervengamos, y garantiza que esa intervención sea escuchada, atendida y resuelta. Son ideales democráticos, que, acordes con la propia transformación social, deben ser, permanentemente, motivados. 

Solo así se entendería que la sociedad se convierte en autogobierno.  Esto alejaría, en la vida real, el autoritarismo y la sumisión, prácticas frecuentes en gobiernos que olvidan, a propósito, su origen democrático. 

En Puebla, hemos aprendido a exigir que el gobierno que delegamos, mediante el voto, corresponda a estos objetivos sociales que, al ser irrenunciables, se convierten en obligatorios de quienes elegimos para gobernar. 

Alejandro Armenta nos recuerda que, ahora que estamos en el proceso de renovar a los ciudadanos en el gobierno y la representación popular, no debemos olvidar estos principios. Para ello, ha propuesto fundar y ejecutar un movimiento social que sustente un conjunto de agendas ideológicas, cuyas raíces están en asegurar que todos participemos en las decisiones de interés público. 

En el centro de sus posibilidades, Armenta confirma que todo proceso de transformación real de la sociedad depende de las capacidades que los ciudadanos construyan, su forma de pensar y sus posibilidades de unificarlas, integrando los objetivos que nos unen y jerarquizando los que, en disenso, se incorporen también a la agenda de trabajo. 

Se trata de que, la participación sea real, y que real sea la atención y solución que se le dé cuando, como gobierno, los ciudadanos tengan el poder real de orientar, disfrutar y reorientar todas las decisiones del gobierno. 

Crear estas posibilidades y transformarlas en probabilidades, es el motivo del movimiento social que promueve Alejandro Armenta. 

Es cierto que algunos pensarán que esto no es nuevo, que siempre los candidatos lo han ofrecido y que se ha avanzado, pero que los faltantes son aún muchos y amplios. Por eso, el interés de Armenta en que se pase de la búsqueda de un ideal al encuentro de una realidad. 

Para que eso sea, se necesita que cada poblano, cada poblana, aloje en su pensamiento, la necesidad real de participar en las decisiones gubernamentales, de entender que el gobierno es su pensamiento y, sobre todo, sus necesidades y exigencias. 

Hay que recordar que el gobierno es el que obedece, no el que manda; confirmar que el gobierno debe estar cerca de lo que queremos y lejos de lo que, aún iluminados o sabios, los del gobierno quieran. 

Armenta es lo que propone, construir el marco de ideas justas, porque provienen de lo que los poblanos razonan y exigen; convertirlo en legislación y organización y finalmente, confiarlo a la dirección sabia de la gente, sin intermediarios. 

Para eso, nos convoca a considerarnos miembros de una corriente de pensamiento que pretende transformar todas las costumbres del poder viejo y cansado. Transformar el sistema de decidir y actuar y, en especial, sujetarlo a lo que los ciudadanos quieren ordenan y participan. Construir un movimiento que sea energía de una transformación social y que no se detenga. Estamos en la oportunidad y el momento de hacerlo. 

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