Quienes aspiran a una candidatura a presidentes municipales y diputados locales están en una crisis de incertidumbre, inseguridad e infidelidad.
Frente al largo período que la Comisión de Elecciones de Morena ha establecido, para decir quiénes serán candidatos, se tensan las negociaciones, los amarres y los desamarres, se contrastas chismes, rumores y fantasías, pero también se multiplican, fe y expectativas.
Algunos, frente a lo que dicen que se dice, consultan sus finanzas, por si acaso, tuvieran que pagar alguna cuota de peaje. Las casetas, están abiertas, dicen, y para pasar, habría que pagar.
Los aspirantes saben que tienen que sufrir esta angustia y enfrentar y aprobar los oficios de tinieblas, propios de las vísperas de las decisiones. Como sea, todos preferirían ya saber si son o no son. Total, ese día llegará y las decisiones se tornan efímeras con el paso de los días.
El plan original se ha modificado, el período intercampañas, será, para hacer campañas hormigas, discretas y con los riesgos de violar las leyes electorales, pero al interior de cada uno de los partidos de cada coalición.
El riesgo pende en la cabeza de cada aspirante, a quienes se les han señalado lo que se puede y lo que no se puede, para no perder el derecho de ser escogido, antes de que se conviertan en delincuentes electorales.
SABIDURÍA POLÍTICA
Cada vez que los partidos tienen que escoger a sus candidatos, lo hacen en medio de un caos, cuyo precio puede ser la separación de líderes hacia otros partidos o la revuelta interna. Ganar tiempo, decir quiénes son, casi cuando la ley cierra las inscripciones, lo evitaría.
Morena, confronta dos grupos que, entretienen su conciencia, el de los morenistas puros y el de los nuevos morenistas. Los primeros exigen, por su derecho de antigüedad, que sean para ellos las candidaturas. Los segundos plantean que sus candidaturas aseguran al partido, competitividad y victoria.
Además, en los territorios municipales, se logra otra batalla, la de las traiciones, deslealtades y las intrigas propias de quienes compiten y tratan de desaparecer a sus competidores.
En la nueva realidad de Morena, también, los líderes de cotos de poder, disputan decisiones y concretan la distribución de puestos, lo que incluye, además, a todos los partidos de la coalición.
Son tiempos que, ineludiblemente, nos hacen recordar al abuelo PRI. Sus estrategias siguen siendo útiles, aunque les cambien de nombre o no lo reconozcan. Con el abuelo, pasaba lo mismo: se tenía que dar tiempo para que las aguas se tranquilicen y los líderes tomaban acuerdos.
Morena ya lo dijo, en la mayoría de los municipios las candidaturas se determinarán por “acuerdo político”, con el abuelo, el procedimiento, se llamaba “de unidad”, pero el método es el mismo.
Por eso la idea de ganar tiempo, con la intención de que todos esos puntos rojos, se enfríen, se cansen y se acomoden por sí mismos y por la fuerza de los padrinos políticos, se tomen las decisiones que convengan a la paz interna y a la conveniencia externa. Los padrinos políticos, existen, exigen, influyen. Nada despreciables, los presupuestos municipales, los chicos y los grandes.
Todo eso, aleja, el principio de que el pueblo manda, el pueblo decide, porque, por comodidad, dejan a un lado, las encuestas y privilegian, como el viejo PRI, su abuelo, lo hacía, el uso de la práctica de muchos dedos, que se niegan a morir.
Por cierto, los candidatos se conocerán antes del 9 de marzo, porque si lo sacan ese día, no les daría tiempo para registrarlos, ya que, al otro día, 10 de marzo se cierra el registro.
Comenzó a rodar la “carreta de las sandías”, expresión que, los viejos priistas, utilizaban a este periodo de imposible paciencia. Las sandías de arriba, no necesariamente llegaran al destino. Unas se caerán, otras se desbaratarán y a lo mejor, las que van hasta abajo logran burlar, el ir y venir de la rodada. Despacio, que hay prisa.