Entre el chisme y la mentira, entre la ambición y la ilusión, entre la envidia y la avaricia, se construyen las tenebras.
Las tenebras son estrategias frecuentes que utilizan quienes, incapaces de integrarse exitosamente, por su propio esfuerzo, en la vida colectiva, prefieren intentar modificar la circunstancia. La tenebra es parte de la vida diaria, mucho más de lo que uno puede imaginar o sospechar y más allá de la percepción o la capacidad para reconocerlas y peor para identificar quienes las idearon. Claro, de eso se tratan las tenebras.
Son salidas falsas para puertas difíciles, son creaciones de genialidad y rapidez, en un extremo casual, o de mucha perversion y tiempo, en el extremo de la artificialidad y la mala leche. Pero ficticias o no, son, casi siempre de efectos, reales, que solo producen inseguridad, enojo y confusión a quienes van dirigidas y siembran rencor y respuesta. Así comienza un juego, que, a veces sin saberlo, todos jugamos.
Se trata de molestar, de dificultar o de impedir, algún objetivo ajeno y hacer un hueco, para que el tenebroso pueda pasar. En esto de la competencia entre todos, no debemos olvidar que para uno que madruga, siempre hay, otro que no duerme.
La actividad política, ni dudarlo, está construida sobre tenebras, porque las relaciones políticas, todas, se construyen a partir de un gran contenido de ilusión, fantasía y acomodamientos a empujones. De eso tratan las tenebras, pretenden crear posibilidad posibles, que no siempre, probables.
Las propuestas de los políticos y los compromisos de los votantes, forman parte de una realidad construida a propósito, la mas de las veces fuera de una realidad original o auténtica. que, nos guste o no, lo sepamos o no, se nutren de tenebras, algunas bien diseñadas y operadas y por lo mismo creíbles.
Inventan, construyen o destruyen circunstancias, Suplen o substituyen personas, difunden informaciones a modo, modifican el debate público, y todo, para colocarse en el sitio que quieren o favorecer que alguien logre determinados objetivos.
La comunicación política, es una tenebra, más elaborada, pero perversa al fin y al cabo.
La viralidad en el mundo actual, es también un ejercicio preconcebido a partir de tenebras, no importando nos produzcan risas, burlas o desdenes.
Vivimos en medio de un mercado de tenebras y para sobrevivir debemos aprender a detectarlas, a no creerlas en todo su contenido e intencionalidad, pero sobre todo, aprender a hacer tenebras, por eso la vida real, se torna tenebrosa.
En ese mar tenebroso, solo se sobrevive, siendo tenebrosos. Hay que aprender juntos.