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jueves, noviembre 21, 2024

Armenta: revolución ferroviaria

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El tren es símbolo de dos Transformaciones Nacionales. 

En la Reforma, la segunda transformación nacional, cuando los liberales, con Benito Juárez a la cabeza, decidieron aprovechar la primera decisión que, a partir de 1850, introduciría el ferrocarril, para apoyar la economía agrícola regional.  

Nunca se imaginó Antonio María de Bustamante, lo que promovería su primera concesión para hacer el ferrocarril que uniera Veracruz con la Ciudad de México. El gran proyecto costaría 6 millones y medio. La efímera Presidencia de Bustamante fue, oportunidad histórica que construyó al enorme estadista Benito Juárez. La larga peregrinación en su Carreta, y la falta de vías de comunicación, en su lucha contra los invasores europeos, marcó la consolidación, la República Liberal, respetada por todas las naciones, pero también le aconsejó, el impulsó de las primeras rutas ferroviarias.  

Puebla, por supuesto, fue beneficiada con esa red ferrocarril. El tren cumplió su misión histórica: Insertó a México en la Primera Revolución Industrial, la del vapor. 

También, el ferrocarril, fue, vía, generosa, que facilitó, la que terminaría siendo la gran contradicción política de fines del siglo 19 y principios del 20. Fueron los trenes, el orgullo del Porfiriato, pero también lo serían de la Revolución de 1910, la tercera Transformación nacional, cuando el “Ferrocarril Nacional Mexicano”, dispuso sus servicios para el transporte de las ideas y acciones de la Revolución de 1910. 

Sin el tren, no se concibe, el concepto de Revolución Mexicana de 1910, ni se entiende la capacidad para arrebatarle el poder al gran dictador y devolverlo, a las mayorías del pueblo para regresar, así fuera a su manera, a la tradición democrática. 

El tren será ícono, también, de la Cuarta Transformación Nacional. 

La historia, en las buenas experiencias sociales, sugiere reiteración inteligente y combinar el antecedente con metas contemporáneas. Finalmente, en la vida económica de una nación poderosa, los trenes siempre estarán, en el centro del desarrollo regional. En todas las naciones calificadas como desarrolladas y prósperas, el tren mueve la economía de bajos costos y la vuelve eficiente. 

El Tren Maya, una de las obras simbólicas del presidente López Obrador, es, integrado al Tren Interoceánico, la mayor obra ferroviaria realizada en los últimos 60 años. Es decisión de innovación y al mismo tiempo anecdotario histórico de lo que se hizo bien. El debate nacional terminará por reconocerlo. 

Con esos trenes ubicados en la región más pobre del país, México regresa a la economía ferroviaria, que asegura disminuir los costos de producción en las organizaciones productivas y una reingeniería en el sistema económico nacional. 

Por eso, el senador Alejandro Armenta, afirma que, Puebla estará en la “Revolución Ferroviaria”, porque, será un eje sustentable de la Economía Circular en nuestro país, en los próximos años. 

Armenta nos recuerda que no podemos desperdiciar la experiencia que ha beneficiado a la economía poblana. Sin el tren no se explica que Puebla fue, la capital económica del nuevo mundo, el gran centro de la producción textil, primera gran aventura económica del siglo 19 en todo el continente. “La Constancia”, fabricó textiles, pero también las primeras evidencias de la industrialización en América, aquí en Puebla. Por eso en los primeros años del siglo 20, por las vías férreas, se movía la carga hacia todo el continente y a Europa. 

En los propósitos legislativos de Alejandro Armenta, la ley tiene que apoyar una revolución ferroviaria. No solo porque el tren ha sido, fiel compañero de los poblanos en sus luchas reivindicatorias. También porque, en los próximos 6 años, detonará, nuevos agroparques y centrales de abasto, que impulsarán la economía regional de nuestra entidad. 

A las y los poblanos, conviene una inteligente integración a los proyectos ferroviarios que impulsa el presidente López Obrador y que, también, son compromiso de Claudia Sheinbaum. Armenta sugiere que aprovechemos este nuevo impulso de la economía, para subirnos al Tren de la Cuarta Transformación. 

Armenta recomienda, que debemos pasar de la Economía vertical u horizontal, a una Economía Circular. 

En una Economía Circular, además de los compromisos de producción, inversión distribución y consumo de bienes y servicios, se atienden las responsabilidades con el medio ambiente, el uso racional de los recursos naturales y económicos y el bienestar de la población. De ahí su importancia. 

En Puebla, el producto interno bruto, y el crecimiento económico, marchan al mismo nivel que lo hace el país. Sin embargo, es necesario asegurar que sus productos, servicios y resultados, impacten positivamente, el bienestar de la población, sin poner en riesgo nuestra relación con la naturaleza, que es la única fuente de donde, el ser humano, puede tomar todo, para la satisfacción de sus necesidades. 

Hay que integrarse a esa “Revolución ferroviaria”, confirma Armenta: el Tren, será una palanca que impulse la economía estatal. 

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