En medio del ruido y la furia de las precampañas, en medio de los miles de espectaculares que buscan posicionar la imagen de los candidatos (a cuál más cerca de AMLO o de Claudia), no se escuchan ideas relevantes. Propongo que nosotros, los ciudadanos, pensemos en ideas claras, directas, que proponer para que sean recogidas en las plataformas electorales, ya que no está siendo al revés.
Un tren ligero a la ciudad de México. Llevo veinte años proponiendo esto que las mafias de transportes impidieron cuando Jiménez Morales lo intentó -incluso ingenieros japoneses vinieron a hacer estudios de factibilidad-, un AVE que lleve y traiga en media hora cambiaría para siempre la vida de nuestra urbe.
Regionalización de iniciativas, oportunidades e inversión. Los más de doscientos municipios y más de seis mil comunidades de Puebla hacen difícil pensar en políticas públicas de gran alcance si se las piensa municipio por municipio. Hace falta estudiar con seriedad vocaciones regionales de la Mixteca, la Mixteca Baja, la Sierra Norte, la Sierra Negra. El centro desde Puebla a Tecamachalco. Vocaciones culturales, de artesanía, de posibles industrias, inversión y comunicación.
Urge también un censo de oferta y consumo cultural que atienda prioridades y permita pensar qué se puede hacer según la zona del estado. Dejemos de improvisar y planear con el cuaderno sobre las piernas. Urge por eso censar, clasificar, medir, evaluar antes de pensar qué hacer. Seis años parece mucho y sin embargo es nada cuando se trata de pensar en alternativas duraderas al desarrollo y la sustentabilidad con la lucha contra el cambio climático en la mente siempre. La cultura es el hilo conductor que une el pasado con el futuro porque es lo único que nos explica en toda su dimensión las contradicciones de nuestro presente. Es desde esa óptica privilegiada que la política cultural –al fin y al cabo, una política pública- debe dejar de lado la improvisación y la coyuntura para convertirse en el eje estratégico desde el que se planee en materia gubernamental.
Puebla tiene que apostar por las industrias culturales como prioridad. El sector terciario tiene que ser clave en el desarrollo próximo. Se ha trabajado recientemente –el caso uruguayo es un ejemplo destacado- sobre la perspectiva de que la cultura da trabajo, de que genera desarrollo. Para documentar este argumento se ha recurrido a los índices de PIB generado por la cultura –particularmente por la industria cultural- e incluso a estudios más sofisticados del sector. Sin apartarnos de la veracidad y contundencia de este aserto creemos que la cultura es mucho más que un simple vector de la economía (aunque sin duda uno mucho más importante que el que los propios economistas destacan): es lo que le da sentido a cualquier cifra o a cualquier diagnóstico. Por eso debemos pedirle a la Secretaría de Hacienda que transparente el PIB generado por la cultura, incluidas las industrias culturales y el turismo cultural, no de playa.
Tradición y vanguardia debieran ser los ejes de nuestro pensamiento vital para que en Puebla no improvisemos, sino que nos pensemos colectivamente como una entidad con un rico pasado que puede tener un excepcional futuro. Si los poblanos ven esas ideas y se les permite discutirlas y ponderarlas, además de muchas otras seguramente muy ricas, habremos trascendido el engaño de las campañas políticas y podremos elegir a quien mejor nos escuche, mejor nos interprete y seriamente se comprometa a pensar en Puebla como su única prioridad.