Hoy que los escritores afirman autocensurarse preocupados por la cancelación es conveniente volver a un libro que, leído hace años, me pareció central. Releerlo hoy ha sido una experiencia totalmente distinta. Provocar, pensar independientemente, estar dispuesto a recibir una crítica brutal, todo eso parece haber desaparecido del ágora pública. El espacio para el debate parece inexistente y ha sido sustituido por la rabia y los odiadores profesionales de las redes sociales.
Opiniones Fuertes, de Vladimir Nabokov, publicado en 1973, es una colección que ofrece una mirada penetrante a la mente del célebre autor ruso, conocido por su obra Lolita. Este libro, compuesto de entrevistas, artículos y cartas a editores, revela tanto de Nabokov como de los temas que aborda.
Nabokov es hábil al polemizar en el ensayo, compartiendo sus pensamientos con una franqueza a veces percibida como dogmática o arrogante, pero siempre reflejando una reflexión profunda y honestidad inquebrantable. El libro comienza con una serie de entrevistas donde su ingenio y elocuencia brillan, mostrando su desprecio por el psicoanálisis y su rechazo a las interpretaciones freudianas de la literatura. Estas entrevistas proporcionan iluminaciones importantes sobre sus opiniones y cómo éstas se relacionan con sus novelas y cuentos, particularmente en temas como la realidad y la memoria.
En sus artículos y ensayos, Nabokov explora una amplia gama de temas, desde la literatura hasta su pasión por la lepidopterología. Su crítica literaria es notable, especialmente en su evaluación de escritores como Dostoyevski y Faulkner, y su manera de abordar estos análisis ofrece una visión reveladora no solo de estos autores sino también del propio Nabokov como crítico. Puede ser terrible cuando enjuicia a sus colegas, especialmente si no le gustan. Finnegans Wake le parece una mezcla tonta de folclore, por ejemplo.
Las cartas editoriales incluidas en el libro muestran a Nabokov como un individuo apasionado y comprometido, dispuesto a defender sus creencias y obras, abordando temas como la censura y la interpretación literaria. Estas piezas reflejan su extraordinaria habilidad para el lenguaje, manejando el inglés con una maestría que pocos escritores nativos alcanzan.
Opiniones Fuertes también es valioso por los detalles biográficos que ofrece sobre Nabokov, incluyendo sus lecturas de infancia y cómo sus gustos literarios evolucionaron con el tiempo. Esta dimensión biográfica del libro aporta un contexto significativo a su obra y pensamiento.
Busco entonces otro libro de Nabokov leído hace décadas: Think, Write, Speak, editado por Brian Boyd y Anastasia Tolstoy, contiene piezas escritas originalmente en ruso, inglés y francés, algunas de las cuales se relacionan con los contenidos de Opiniones Fuertes. Este volumen hace accesible a los académicos una gran cantidad de archivos de Nabokov, incluyendo entrevistas y ensayos nunca antes publicados o traducidos.
Nabokov no solo se presenta como un escritor y crítico de gran talento, sino también como un individuo que buscaba descifrar los diseños temáticos en su vida y encriptar en sus obras “la fantástica recurrencia de ciertas situaciones”. Su prosa pública, incluyendo entrevistas y cartas, era a menudo preventiva y correctiva, buscando no solo informar sino evocar, lo que lo distinguía como un autor preocupado por la precisión en su narrativa y en su crítica.
Algo que Nabokov insistía era resistir la casa del sentido común. El cliché y el sentido común, para él, significaban la muerte de lo literario. Hoy, en cambio, queremos solo pensar del lado correcto de la historia, no nos atrevemos a públicamente mostrarnos contrarios a lo que parece por el momento lo políticamente correcto y aceptable. Y no solo los escritores, por supuesto, los editores mismos de periódicos y libros tienen el mismo temor, no infundado. ¿Cómo promover la tolerancia y el debate si no nos atrevemos a disentir hoy en día? ¿Cómo avanzar ideas fuera del paradigma científico, por ejemplo, en ciencias sociales, si alguna de nuestras propuestas sale por completo de lo aceptado? Vivimos tiempos muy difíciles para el pensamiento. La creatividad y el florecimiento de la cultura requieren el disenso, la polémica, el debate, de lo contrario viviremos en una especie de fascismo intelectual donde no se necesita un Auto de Fe y una quema de libros porque ya esos libros que han sido pensados sin temor no se escriben o no se publican. ¿Qué hacemos? Se trata de una pregunta abierta, colectiva, que espero mis amigos de Hipócrita Lector estén dispuestos a responder.