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jueves, noviembre 21, 2024

¿Necesitamos una nueva Eurídice?

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Hace unos años un pequeñísimo libro de Claudio Magris, Así que Usted comprender me sacudió por completo. Se trataba de una versión contemporánea del mito de Orfeo y Eurídice contado en primera persona por la protagonista. De hecho, es un largo monólogo en el que Eurídice le habla a un supuesto “Presidente” que podría ser un ser supremo o Zeus mismo. La agencia del personaje, sus razones, una crítica a lo patriarcal eran evidentes. Quizá por eso abracé ver una nueva ópera con el tema. 

“Eurídice” de Matthew Aucoin, con un libreto de la dramaturga Sarah Ruhl (basado en su propia obra de teatro), nos entrega una reinterpretación moderna y profunda del clásico mito de Orfeo, centrándose en la historia de Eurídice. La obra ha sido con justicia elogiada por su innovación y calidad musical, utilizando elementos escénicos creativos y contemporáneos para sumergir al público en el mito desde una perspectiva fresca y original, modernísima, pero a la misma vez clásica. 

Cabe destacar la originalidad del uso de un elevador para simbolizar el descenso de Eurídice al inframundo. Dentro del elevador, se desencadena una lluvia simbólica que representa la pérdida de memoria experimentada por Eurídice al adentrarse en el reino de los muertos. Este recurso escénico no solo es novedoso, sino que también añade profundidad emocional y simbolismo al viaje emocional de Eurídice. 

Otro elemento clave en esta puesta en escena es la actualización de los personajes y la ambientación. Los creadores han logrado modernizar la historia para lograr conectar con el público contemporáneo sin perder la esencia ni la emotividad del mito original. La dirección artística a cargo de Mary Zimmerman, reconocida por su habilidad para fusionar lo clásico con lo moderno, resulta fundamental en este enfoque renovado al ofrecer una interpretación visualmente cautivadora y narrativamente rica. 

La música de Aucoin ha sido elogiada por su rica instrumentación y su capacidad para expresar una amplia gama de emociones, lo que complementa de forma excelente tanto el libreto como la dirección escénica. Los críticos han destacado la destreza del compositor al crear una partitura que respalda y enriquece la historia, brindando así una experiencia operística cohesiva y emocionante. Originalmente la obra fue comisionada por la Metropolitan Opera, pero la versión que yo acabo de ver el domingo, ocurrió en Boston y tiene algunos elementos novedosos, además de un elenco distinto. 

En la reciente puesta en escena de la ópera “Eurydice” de Matthew Aucoin, presentada por la Boston Lyric Opera en el Huntington Theatre, se nos ofrece una reinterpretación contemporánea y enriquecedora del clásico mito de Orfeo. Esta versión, que tuvo su debut en Los Ángeles en 2020, destaca por incorporar giros narrativos originales, cortesía del libreto de Sarah Ruhl, inspirado en su obra homónima. Aquí, la trágica historia de la esposa de Orfeo, Eurydice, cobra un nuevo enfoque con la introducción de un personaje crucial: el padre fallecido de Eurydice. Ruhl ha hablado en sus entrevistas, de la colaboración con Aucoin. “Se tarda aproximadamente cinco veces más en cantar una frase que en hablarla. Matemáticamente, tuve que reducir la obra, cinco a uno… Quería que el paisaje emocional permaneciera intacto”. 

La producción de la BLO, siguiendo los pasos de sus antecesoras de la Ópera de L.A. y el Met, innova con una orquestación reducida y recién encargada, revelando matices sonoros frescos y claros. Sin embargo, este cambio narrativo aporta nuevas perspectivas que a veces resultan desiguales, especialmente en lo que respecta al desarrollo de Orfeo, que queda relegado en comparación con los otros protagonistas. 

Eurídice, lejos de ser la figura frágil de adaptaciones anteriores, emerge como una mujer afectada por fuerzas más allá de su control, mostrando una relación particularmente conmovedora con su padre. Este último, un añadido de Ruhl en homenaje a su propio padre, se erige como el personaje más completo, estableciendo un vínculo emocional profundo que impulsa la trama. En el mito original de Orfeo por supuesto no hay esta figura paterna esencial para Ruhl. Una de las arias más hermosas de la obra, “Esto Es Lo Que Significa Amar A Un Artista”, cantada por la soprano Eurydice, interpretada por Sydney Mancasola. Ella ha descubierto el lenguaje nuevamente, desencadenado al escuchar el nombre de Orfeo. La canción es una reflexión de Eurydice sobre estar enamorada, aunque también las paradojas inherentes a todo enamoramiento. “Dentro de su cabeza, siempre hay algo más hermoso”, dice Eurídice de la artística distracción de Orfeo. 

El elenco brilla, con Sydney Mancasola entregando una Eurídice compasiva y Mark S. Doss aportando calidez paternal. Portillo como Hades está particularmente espléndido. La música, ingeniosa y variada, a veces suena pastiche, evocando piezas con cierta desconexión musical. La producción intenta balancear drama y ligereza, aunque con una inclinación ocasional hacia lo grotesco, especialmente en la caracterización de Hades. Pero es el humor de las tres piedras del inframundo, suerte de recuerdo del teatro del absurdo, el más fresco elemento de la puesta en escena.  Excepcional es también la iluminación de Jorge Arroyo. 

El montaje aprovecha efectivamente el espacio del Huntington, con decorados y vestuarios que transitan desde lo cotidiano hasta lo fantástico, reflejando la dualidad de la historia. Se nota demasiado el papel del director y algunos elementos distraen y diluyen el impacto emocional. El inicio con los protagonistas casi desvestidos es a mi juicio innecesario. 

La “Eurídice” de Aucoin y Ruhl, interpretada por la BLO, es de cualquier forma una propuesta audaz que renueva un mito antiguo con sensibilidad moderna. A pesar de pequeños altibajos, la obra es una muestra clara de la capacidad del arte lírico para reinventarse y resonar con los actuales públicos. Sí necesitamos otra Eurídice, una como la que presencié ayer, una en donde ella al fin habla y decide. Una emocionalmente conmovedora, especialmente gracias a la voz potente y sutil de Mancasola. 

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