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miércoles, noviembre 5, 2025

Muerta y viva

Muerta y viva

La nueva colección de Zadie Smith llega como un despacho desde la línea de fuga donde la cultura sigue cambiando de opinión en público. Dead and Alive reúne una década de pensamiento —salas de conciertos, proyecciones de cine, atriles de homenaje, esquinas de calle— en un solo largo paseo con una compañera que no puede dejar de notar todo. Aquí están las texturas: zapatillas de ballet que crujen sobre el escenario, el resplandor de un teléfono en el metro a las dos de la mañana, un titular sensacionalista deshaciéndose bajo la lluvia.

Los argumentos: para qué sirve el arte, qué le hace la política al lenguaje, qué produce la memoria con los vivos. Smith rechaza las consolaciones perezosas (las camisetas de equipo, los villanos fáciles) y sigue girando el prisma, a veces con efectos deslumbrantes, a veces con un resplandor que involucra al lector. Es un libro para quien disfruta que la inteligencia se caliente con la fricción.

El mejor modo de entrar en él es a través de los ensayos sobre otras obras, donde su crítica y su inquietud autobiográfica se funden. “On Tár” examina la dramaturgia moral de la película no como un plebiscito sobre la cultura de la cancelación, sino como una anatomía del carisma: el apetito de la cámara, la complicidad de la orquesta, el placer del público ante el poder envuelto en virtuosismo. Su tesis, más insinuada que proclamada, es que el peligro del arte no está en su tema, sino en su capacidad de controlar la atención. La fuerza del ensayo proviene de cómo sigue su propia susceptibilidad ante ese control mientras mira, el dejarse hechizar, y luego cómo el hechizo se filtra al salir del cine. Esa disposición a implicarse es el tono de la casa en todo el libro, y por eso la crítica se siente viva, no disecada.

Los ensayos sobre artes visuales —Toyin Ojih Odutola, Kara Walker, Celia Paul— se leen como breves dramas de tamaño sala. En el de Odutola escribe contra los atajos interpretativos que convierten la identidad de una artista en un pase libre a su obra; exige, en cambio, la mirada lenta que percibe la técnica antes que la tesis: el mordisco aterciopelado del grafito, la soberanía escenificada de la postura, la política sutil de la composición. Con Walker afronta la posimagen que queda cuando el espectáculo se disuelve: el dolor de las siluetas de la historia cuando la galería se vacía. Y en la autorrepresentación de Celia Paul encuentra lo opuesto a la economía del selfie: una privacidad obstinada que muestra más al mostrar menos, y que ella lee como una forma de resistencia al apetito omnívoro del algoritmo.

“In Defence of Fiction” es la clave de bóveda. Smith sostiene, con la serenidad de quien lleva décadas en las oraciones, que el valor de la novela no es la instrucción moral, sino la hospitalidad mental: una forma construida para sostener la contradicción sin resolverla con prisa. No es ingenua respecto a los límites de la ficción; es insistente en sus poderes peculiares. La defensa importa porque la cultura circundante se ha vuelto adicta a los atajos: identidad como prueba, indignación como claridad. Frente a esa presión, reivindica una ética más antigua del oficio: la curiosidad, la suplantación, el riesgoso acto de mirar desde el lado del enemigo solo para regresar con un informe honesto.

Dos ensayos políticos hacen que el libro palpite de manera desigual, y eso lo enriquece. “The Dream of the Raised Arm” se lee como una pesadilla lúcida sobre la psicología de las multitudes: cómo los gestos se vuelven dogmas, cómo el espectáculo se convierte en fe. Está en su punto más agudo cuando usa el arte para radiografiar el poder, no al revés. “Trump Gaza Number One”, en cambio, se mueve en una zona caliente donde la claridad escasea y el centrismo parece cobardía. Ya se ha señalado esta tensión: el don de Smith para el matiz puede parecer tibieza cuando el mundo arde. Sin embargo, ahí está su valor: diagnosticar cómo se degrada el lenguaje cuando las líneas de tiempo se aceleran; cómo los lemas, de todos los bandos, piensan por nosotros. No es equidistancia sino alergia al pensamiento prefabricado.

Los textos de duelo literario—sobre Hilary Mantel, Philip Roth, Toni Morrison— son donde el título florece en sentido. Los muertos están presentes como técnicas aún usables, discusiones aún inacabadas. “Daughters of Toni” es parte de gratitud, parte de taller: un estudio de la autoridad de Morrison que se vuelve una advertencia contra la adoración, porque adorar interrumpe la conversación que los libros existen para comenzar. El homenaje a Mantel es un manual de valentía literaria disfrazado de elegía: la precisión como piedad, la comedia como bisturí. Smith no saquea tumbas en busca de gravedad; pregunta qué le debemos los vivos a los muertos, además de flores. Respuesta: mejores frases, mejor atención.

“Under the Banner of New York” y “Laughter in the Dark” regresan a lo cotidiano, a lo sublime de la calle. Una recorre la ciudad de las improvisaciones (la empatía del metro, las comedias de los portales, la coreografía cívica de los desconocidos) y sugiere que el contrato social se renueva no en los manifiestos, sino en esos intercambios minúsculos en los que nadie tiene nada que ganar. El ensayo sobre la risa aborda un tema espinoso: el humor en una era que lo vigila. No martiriza al comediante ni deifica al público; simplemente rastrea lo que hacen los chistes en el aire: cómo atan y hieren, cómo trafican en permisos. No busca resolver el dilema sino devolverle complejidad a un discurso que la teme.

El autorretrato literario aparece con mayor claridad en “On Writing The Fraud”, sobre su novela de 2023, y en el texto final “Agelessness”. Considera el oficio como un metabolismo: insumos, errores, repeticiones, la lenta conversión del desconcierto en forma. Envejecer, en su relato, es perder la centralidad cultural y ganar paciencia formal. El resultado es una voz que rechaza la gramática dopaminérgica de las redes. No es nostalgia (Smith es demasiado severa con el pasado para es) sino un voto por las formas largas y los juicios demorados.

 

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