La frase es de Borges, claro. La idea de la felicidad ha sido explorada a fondo por diversos expertos contemporáneos. Sonja Lyubomirsky, una de las más reconocidas especialistas en felicidad, enfatiza que esta puede incrementarse conscientemente a través de prácticas como la gratitud, el pensamiento positivo, el altruismo, la afirmación de valores personales y el saborear experiencias positivas. Estas actividades, según Lyubomirsky, pueden nutrir los comportamientos y pensamientos característicos de las personas naturalmente felices.
Por otro lado, el Informe de la Felicidad Mundial de 2023 destaca la importancia de las virtudes prosociales y cómo las instituciones sociales y las normas que absorbemos influyen en nuestros caracteres, hábitos y valores. Este informe sugiere que la felicidad se ve favorecida en ambientes sociales e institucionales de apoyo, creando un ciclo virtuoso donde los ciudadanos virtuosos fomentan instituciones efectivas y viceversa.
José Manuel Rey Simó, en su conferencia “¿Por qué no somos felices?”, aborda la felicidad desde una perspectiva científica y matemática. Según Rey, el bienestar depende de las elecciones que hacemos y cómo nos adaptamos a ellas. Una clave es evitar centrarse en una sola fuente de bienestar y diversificar nuestras fuentes de alegría.
Harvard, en su famoso estudio sobre el Desarrollo de los Adultos, concluye que la felicidad no se deriva del dinero o la fama, sino de las relaciones personales que establecemos. Robert Waldinger, director del estudio, señala que el aislamiento es un destructor del estado de ánimo, mientras que las conexiones personales son potenciadores automáticos de este. Las relaciones buenas y significativas son cruciales para la felicidad, aunque no necesariamente tienen que ser fáciles todo el tiempo.
La felicidad es un concepto multidimensional, influenciado tanto por nuestras acciones y elecciones personales como por el contexto social e institucional en el que vivimos. La búsqueda de la felicidad, por tanto, requiere un enfoque equilibrado que incluya el desarrollo personal y la participación en comunidades solidarias y de apoyo. ¿Se puede ser feliz o se es solo por momentos?, me pregunto ahora que empieza el año 2024.
Algunas estadísticas para documentar nuestro optimismo, como decía Monsiváis. Según el Informe Mundial de la Felicidad de 2023, Finlandia ha sido clasificada como el país más feliz del mundo por sexto año consecutivo, seguida de Dinamarca e Islandia. Este informe, elaborado a partir de encuestas de satisfacción con la vida realizadas por Gallup, utiliza seis factores clave para explicar las variaciones en los niveles de felicidad auto-informados en todo el mundo: apoyo social, ingresos, salud, libertad, generosidad y ausencia de corrupción.
A pesar de enfrentar múltiples crisis, incluyendo la pandemia de COVID-19, las poblaciones de todo el mundo han mostrado una notable resiliencia, manteniendo altos promedios de satisfacción con la vida. Este fenómeno subraya la importancia de las políticas públicas y las acciones empresariales y civiles orientadas a promover la felicidad y el bienestar. Los gobiernos están utilizando cada vez más estos análisis para orientar sus políticas hacia la felicidad y en algunos países incluso existe un “ministerio” de la felicidad.
El informe también resalta que, a pesar del impacto devastador de la guerra, Ucrania ha mostrado una caída en el bienestar menor a la esperada, gracias a un notable aumento en la solidaridad y el apoyo mutuo entre sus ciudadanos. Esto refleja cómo las crisis pueden forjar una mayor unión y resiliencia en una nación.
Volvamos a Borges. En “La Cifra”, Borges explora la idea de que la felicidad puede encontrarse en la apreciación de las experiencias simples y eternas de la vida, sugiriendo que todo sucede por primera vez, pero de una manera que es eterna】.
Su aproximación a la felicidad a menudo se centraba en el mundo de la literatura y la escritura. Borges veía los libros y la lectura no solo como fuentes de conocimiento, sino también como puertas hacia mundos imaginarios donde se podía experimentar una profunda alegría. La famosa cita “Siempre he imaginado que el Paraíso será una especie de biblioteca” encapsula esta idea, destacando cómo la felicidad para Borges estaba intrínsecamente ligada a su amor por los libros y la imaginación. Quizá también para él la felicidad fuera el olvido. En “Funes el Memorioso”, explora la idea de una memoria infinita y cómo esta afecta la percepción de la realidad y la felicidad. Para él la felicidad es algo intrincado y profundamente personal, entrelazado con la experiencia individual de la belleza, el conocimiento y la imaginación. Quizá esa visión de la finitud sea central recordar ahora:
No volverás a ver la clara luna,
Has agotado ya la inalterable
suma de veces que te da el destino.
Inútil abrir todas las ventanas
del mundo. Es tarde. No darás con ella.
Vivimos descubriendo y olvidando
esa dulce costumbre de la noche.
Hay que mirarla bien. Puede ser la última.