Una vez que el gobernador Miguel Barbosa Huerta se decepcionó de él y de su clan, Erick Cotoñeto se fue por la libre.
Desde su casa en Zacatlán, al lado de Katia Sánchez Rodríguez, su esposa, vio caer uno a uno a sus más cercanos cómplices.
El primero: Jesús de la Luz Sánchez Cuevas, su suegro, quien fue despedido fulminantemente del Instituto Estatal de Educación para Adultos.
Todos, faltaba menos, señalados de haber incurrido en malos manejos.
Fue entonces cuando inauguró un restaurante-bar con un nombre emblemático: La Imprudencia.
Y vaya que fue una imprudencia hacerlo en un momento de crisis.
Cosa de no saber leer los tiempos.
No sólo le ha pasado a Cotoñeto.
Varios de los que hoy están en los distintos penales cayeron en la tentación de la imprudencia antes de vivir entre las rejas.
La Imprudencia se convirtió en su búnker personal.
Al mismo tiempo, Katia presumía en Instagram sus más recientes prendas de marca: vestidos, faldas, chaquetas, bolsas, zapatillas.
En La Imprudencia celebraron el día de las madres con un show sólo para mujeres.
Teniendo como fondo un hombre desnudo, apenas cubierto con una cajita de regalo, aparecía la leyenda:
“¡Vamos a celebrar a mamá!”.
Días después presentaron una “Night sensual”.
En otras palabras: una noche de table-dance bajo el disfraz de un “show erótico y sensual”.
La leyenda lo dice todo:
“Show sólo para ellos, consintiendo a los hombres”.
Pero en La Imprudencia no sólo había ollitas locas ni cerveza.
Una vez que Erick Cotoñeto fue detenido por ministeriales de la Fiscalía General del Estado de Puebla —cinco minutos antes de las doce de la noche del viernes 30 de septiembre—, trascendió que en el lugar encontraron armas de uso exclusivo del ejército y bolsitas con polvo blanco.
La noche de anoche, en La Imprudencia tocaba un grupo norteño originario de Chignahuapan: Antecedente Serrano.
Ahí tocaron una canción que encaja perfectamente con Cotoñeto: Mi último Deseo.
En una parte de la canción, se escucha:
“Por eso aprovecho de cada momento / pues consciente estoy de que no soy eterno / por eso la paso contento en la peda / y de vez en cuando le entro a la loquera”.
Ufff.
Tuvo todo.
Perdió todo.
Lo más preciado: la libertad.
Fitis ritis in mermerus, locutus aproni