Carlos Pinto halló tesoros prehispánicos en la tierra. Encontró piezas de cerámicas en campos de cultivo de Cholula -de donde es originario- en los que, tras pasar las máquinas de arado, salían a la luz estas joyas, y así convirtió hace más de 30 años esta cacería de objetos preciosos en una especie de hobbie que aún practica.
Y es precisamente este acervo cultural e histórico el que recopiló en su publicación Arte y diseño en cerámica prehispánica de Cholula.
“Cuando iba camino a la Universidad de Las Américas, en donde estudiaba, pasaba por los campos de cultivo que existían en ese entonces en Cholula, y cuando pasaba el arado, revolvía la tierra y sacaba todo lo que quedaba abajo. Me gustaba pasar muy temprano por esos terrenos y empecé a juntar tepalcates, que son fragmentos de cerámica.
“Me gustaban los que tenían dibujos incompletos y fui disertando entre los que eran de cerámica utilitaria y los que eran de cerámica ceremonial. Durante años fui juntando pedacería de tepalcates que conservaba en cajas”, explicó el maestro en Artes Gráficas y Diseño por la Universidad de Las Américas en entrevista para Hipócrita Lector.
Así Pinto Calderón reunió pedacitos de sellos -que usaban para papel y para pintar su cuerpo-, de ollas, malacates. Un día se le ocurrió pasar esos dibujos a papel y complementarlos siguiendo los trazos originales. Y así completó más de 400 dibujos que forman parte del acervo cultural prehispánico de Cholula.
“En el año 97 surgió el programa de Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y metí un proyecto para el rescate de este patrimonio. En ese año obtuve la beca, pero el libro no logró el objetivo esperado. Quedé entonces con las ganas de hacer una reedición de la publicación que hiciera justicia al trabajo de rescate que estaba detrás de esas páginas y surgió Arte y diseño en cerámica prehispánica de Cholula”, asegura el autor de esta publicación.
Sin embargo, este libro -explica el autor- no es estrictamente una segunda edición del publicado en 2001. “Ahora contiene nuevos y actualizados puntos de vista, además de bellas fotografías de piezas inéditas y un hermoso diseño editorial salido de la inspiración de Irma Portugal”, manifestó.
El libro además de presentar las imágenes de las piezas de cerámica halladas por Pinto y la interpretación del diseñador gráfico cholulteca sobre los trazos que halló, incluye textos de la doctora en Antropología por la UNAM, Gabriela Uruñuela, sobre el valor histórico de la cultura prehispánica.
“Los vestigios culturales más remotos en Cholula corresponden a un entierro de 1,000 a.C., en el extremo nororiental de la ciudad. Esta zona de ciénegas, ideal para comunidades agrícolas, atrajo hace unos 3,000 años a los primeros moradores a establecerse en las riberas de ellas.
“Poco queda de la ocupación del Formativo, las huellas más antiguas de casas se fechan para los dos primeros siglos a.C. y son parte de basamentos de adobe recubiertos con piedra caliza. De sus cuartos sólo restan trozos de bajareque carrizos revocados con barro, pero probablemente esas viviendas serían como las de sitios cercanos contemporáneos, dos o tres habitaciones, levantadas sobre plataformas individuales alrededor de un patio de tierra con un adoratorio central”, explica Uruñuela en este libro sobre el origen de estas piezas.
Pero el trabajo de Pinto va más allá de estas páginas, el objetivo principal de este trabajo, asegura, es el rescate de estas piezas de gran valor cultural para Cholula, para Puebla y para México, pues, a su parecer, es mucho lo que falta por hacer cuando de divulgación cultural se habla.
“Si se ofrecieran capacitaciones y apoyos reales, sin duda acudirían interesados en aprender y desarrollar esta actividad como un medio de sustento para sus familias”, concluyó Pinto Calderón.