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martes, octubre 15, 2024

México por la Cuarta Transformación, cambios importantes y lo que le sigue

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|Armando Reyes Toscano

En 2018 votamos millones de mexicanos para construir un México diferente, queríamos dejar atrás una sociedad donde la corrupción abundaba en los niveles más altos de gobierno, insegura y dependiente de las economías más desarrolladas.

Ganar las elecciones del 2018 significó un gran avance en la
democracia de nuestro país, no era tarea para un solo hombre,
los millones de mexicanos también nos convertíamos en gobierno, en vigilantes de un programa de gobierno que responderá paliativamente al mejoramiento económico de millones de pobres, en rescatar las principales empresas de energía, llevar a
los mejores hombres y mujeres a las legislaturas, en suma, un
gobierno que gobierne para todos.

Algunos sectores de la iniciativa privada han acusado al actual gobierno de seguir la línea del ex presidente Luis Echeverría Álvarez, el cual, guarda su distancia y relaciones con los grupos empresariales. En esos años, los industriales, no tenían
partido propio, no les hacía falta, tenían todo con el PRI: protección a sus negocios, sindicatos controlados, ganancias seguras, pero Echeverría, no consultó el nuevo modelo con la cúpula empresarial, ni mucho menos les tomó parecer de
sus próximos vínculos con Chile, Cuba, Nicaragua y China,
lo cual trajo consigo una disminución de las inversiones
empresariales y el enfrentamiento entre la política gubernamental y el interés empresarial.

La reacción empresarial privada es entendible en cuanto que
el modelo Echeverrista denominado “Desarrollo Compartido”
destinó grandes recursos a la: industria petrolera, petroquímica, electricidad, fertilizantes, acero, tabaco, comunicaciones y
vivienda, a través del Infonavit, cuyo control se hallaba en manos del Estado mexicano “sacrificando el desarrollo agrícola” para dar prioridad al desarrollo de la industria del país.

En la revista del CIDE confirma que: “El modelo de industrialización seguido, se basó originalmente en la premisa de que el déficit comercial e industrial que generaría en sus inicios, sería financiado por el superávit comercial externo generado por actividades más tradicionales, —especialmente del sector agropecuario— hasta que, una vez superada su infancia, el sector industrial fuese capaz de generar por sí mismo las exportaciones
necesarias para financiar su rápido crecimiento”.1

“Mientras que en el periodo 1961-1965, el superávit agropecuario financiaba prácticamente la mitad del déficit comercial e industrial, para 1974 esta fuente de financiamiento había dejado de ser significativa”2.

Echeverría reconoció la necesidad de una reforma fiscal y de
un esfuerzo redistributivo por la vía del gasto social, pero el enfrentamiento con el sector privado afectó seriamente la viabilidad de sus planes; y los errores de política económica complicaron la situación, hasta llegar a la fuga de capitales y la abrupta
devaluación de 19763.

La iniciativa privada como ha sido su costumbre, no invierte cuando entra en choque con iniciativas gubernamentales y
abandona su tarea principal, dejando el campo abierto a las
transnacionales: “Lo más relevante de dicha transformación
tuvo que ver con el surgimiento y ulterior predominio de
industrias productoras de bienes de consumo duradero
(automotriz, hulero, comunicaciones, electrodomésticos)
evidentemente producidos en su mayor parte por filiales de
las corporaciones transnacionales —supuestamente— bajo
esta línea se instauró el nuevo patrón o modelo de industrialización, cuya característica era precisamente la de no estar orientado hacia un mercado de masas, sino a un estrato de la población, principalmente a la burguesía, a los cuadros de la alta burocracia del Estado y, a lo sumo, los profesionales y técnicos de alta calificación”4. La necesidad
de estos nuevos productos, creada por el imperialismo, abandonó el sector agropecuario.

Adam Smith en su libro La Riqueza de las naciones escribe: “y
de la misma forma como la fertilidad de la tierra hizo nacer a
la industria, así el progreso de la industria reacciona sobre la
tierra e incrementa aún más su fertilidad”5.

Este planteamiento de Smith, interesante y profundo, nos
muestra que en México y en muchos otros países latinoamericanos y europeos, no se dio la retroalimentación al campo, pues no se trataba de desplazar un modelo por otro, lo que se requería era impulsar ambos sectores para que se convirtieran
en un modelo dinamizador y paulatino, promotor de fuentes de
empleo, de soluciones estructurales, no nada más creadores de
divisas para superar el subdesarrollo, sino para una integración de la economía nacional.

Miguel Ángel Ruiz menciona la contradicción de las fuerzas
productivas, en donde se forma una nueva masa de obreros y
una continua y paulatina transformación de las relaciones de
producción.

Predominantemente, los años 50s y 60s obedecían a relaciones de producción apegadas a una mano de obra agraria, que poco a poco, se fue transformando en clase obrera, desposeída, pero que no encontraba por lo rápido de su formación y lo lento
de la absorción en la industria instalada, una forma de conseguir trabajo para poder vivir. Es claro, que la industrialización se impuso a la producción agrícola, requiriendo mano de obra barata, aunque, este cambio, formó una nueva fuerza proletaria, ésta se constituyó en sindicatos oficiales, corporativizados a las centrales obreras, bajo el control del Estado.

Estas nuevas ramas de la industria: automotriz, huleros, electricistas, sector de servicios, necesitaron de una mano de obra
más preparada, mínimamente con estudios secundarios y de
preparatoria, así como de la rama de profesionistas: abogados,
economistas, contadores, ingenieros, arquitectos, químicos,
médicos, maestros, etc., que asumen su nueva realidad al desarrollo industrial.

La incorporación de mano de obra preparada para estas ramas industriales, trajo consigo, nuevas formas de lucha en sus
sindicatos para democratizarlos; esto cuestionará el papel del
Estado, al respecto, Rodolfo Banfi afirma que: “los sindicatos
más avanzados tienen perfecta claridad sobre la esencia del
problema cuando señalan que no puede haber programación democrática sin democratización del Estado”6 e incluso, se impulsará la independencia sindical respecto a los partidos políticos, se acercarán a los sindicatos oficiales y crearán
Frentes Solidarios para enfrentar la represión del gobierno y los empresarios.

México empezó a transitar una crisis de recambio por el nuevo modelo industrial, que se suma al agotamiento y descapitalización del modelo de crecimiento agro-exportador.

La industria instalada durante los años 50s y 60s fue incapaz
de sustituir o de jugar el mismo papel que el sector agropecuario. México tuvo que encontrar un sustituto a la fuente de divisas en la prospección de petróleo, para seguir financiando el déficit agropecuario, el comercial y de la industrialización.

Los años 70s son clave para esta orientación: el nuevo crecimiento o el nuevo modelo de industrialización se basaría en que el déficit industrial y agropecuario sería absorbido por las ganancias que generaría el sector petrolero de 1978 a 1988.

Sin embargo, por desgracia, esta orientación ha sido o se ha
convertido en un drama para la economía mexicana. “Para los
años de crisis en el Medio Oriente en 1972-1974 en que el precio del petróleo se cuadruplicó, coincidieron con el periodo en
que, por primera vez en muchos años, la economía mexicana
conocía amplios déficits en su balanza comercial petrolera”7.

El gobierno mexicano insistió más tarde y de 1976 en adelante, invierte sumas millonarias para la prospección de petróleo, localizando en 1977 grandes yacimientos en la zona sur de nuestro país. Esto lo coloca como un seguro pagador y convierte
en despilfarro las grandes ganancias que generaría el petróleo,
creciendo el PIB a 7.5 por ciento promedio en los siguientes cuatro años.

El primer lustro de los 70s, cientos de estudiantes de preparatoria y universitarios de carrera, incluyendo los que trabajan y estudian, se incorporan a las grandes empresas de industria, donde se percatan muy pronto del control interno que ejercen
los líderes sindicales, del deterioro salarial y de las pésimas condiciones de trabajo en la mayoría de las empresas.

Un salario mínimo raquítico que se esfumaba de las manos
por la creciente carestía de los productos básicos, por lo que se
formó de manera espontánea a nivel nacional un movimiento
inusitado, por el rescate de la democracia sindical y la expulsión de líderes eternos, así como la lucha frontal contra la recién
aceptación de los topes salariales entre el Congreso del Trabajo
con el gobierno lopezportillista.

En tal sentido ya Gramsci hacia el siguiente reconocimiento:

“Se afirma así que la actividad económica es propia de la
sociedad civil y que el Estado no debe intervenir en su reglamentación. Pero como en la realidad efectiva, sociedad civil y Estado se identifican, es necesario convenir que el liberalismo es también una reglamentación de carácter estatal,
introducida y mantenida por la vía legislativa y coercitiva”8.

Los sindicatos de estas ramas de la industria tuvieron un auge
huelguístico durante los años 78, 79, 80 y 81, dándose en el
marco de crecimiento del PIB y no en su decrecimiento. Las ganancias del sector petrolero pararon en los bolsillos del gobierno y empresarios, castigando a la mayoría de los obreros con el tope salarial. Esta política del gobierno, patrones y Congreso
del Trabajo, trajo consigo, el empobrecimiento paulatino de los trabajadores.

Si bien el movimiento estudiantil de 1968 fue un fenómeno
que mostró la tendencia hacia la represión del régimen diazordacista, la represión que sufre la tendencia democrática, en 1976, a manos del Estado, es una muestra más del método violento que, tradicionalmente, ha rechazado formas independientes de organización de la clase obrera.

La enseñanza y el gran valor del movimiento estudiantil, dio un
impulso a los obreros y campesinos, para luchar por la libertad de
expresión y organización independiente y una gran entereza para
vencer el miedo en pro la conquista de la democracia sindical.

 

CAUSAS DE LAS HUELGAS

En los últimos tres años de la década de los setentas estallan
huelgas en las principales ramas industriales y de servicios, bajo
los siguientes aspectos: a) Las huelgas de este periodo adquieren un especial contenido de clase; b) Son huelgas planteadas
por reivindicaciones económicas, para recuperar el poder adquisitivo; c) Son huelgas incluso para recuperar la democracia,
tanto sindical como de sus secciones sindicales.
Bajo este contexto y llegado el último cuarto del siglo XX, la
clase trabajadora enfrenta una alianza del gobierno oficial con
empresarios nacionales y con el capital transnacional, buscando con ello, paliar los efectos de la crisis de 1976.

El hallazgo y explotación de los nuevos yacimientos petrolíferos, trae como consecuencia un mayor auge económico en
México, que sirve de escenario de lucha contra el tope salarial
—impuesto por el presidente López Portillo—, y por la recuperación de la democracia sindical.

De esta manera, el sistema de control sindical del Estado,
largamente sostenido para sus espacios de negociación y
reparto de cuotas de poder, cobra preocupación en la cabeza de los dirigentes sexagenarios de la CTM y del PRI, por la naciente relación del sindicalismo independiente y los trabajadores controlados del sindicalismo oficial.

Como consecuencia de la crisis de 1976-77 en nuestro país,
el gobierno lopezportillista inicia su periodo presidencial aplicando una política de austeridad a los trabajadores y de beneficio para las transnacionales y grupos de poder económico de México.

Así se inicia una etapa de mayor participación política de
los grupos empresariales. En aparente contradicción, el sector empresarial organizado en torno a la Coparmex, Consejo
Mexicano de Hombres de Negocios y del Consejo Coordinador
Empresarial, emprenderá una ofensiva muy fuerte contra la
participación del Estado por las grandes inversiones de capital
en la economía mexicana, culpándolo de la crisis y exigiendo
desde entonces, la privatización de las empresas estatales y paraestatales. Esta corriente de pensamiento neoliberal, empezaba a imponerse en Europa y en Norteamérica, consolidándose en la década de los 80s.

¿Significaba esto que la aparente pugna entre el gobierno
constitucionalista y la clase patronal había llegado a su fin?
De ninguna manera, más bien, como señalaran Marx y Engels:
“reconocen al Estado como la expresión oficial de su poder
exclusivo y como el reconocimiento político de su interés
particular”9.

Después de la nacionalización de la banca por José López
Portillo, en septiembre de 1982, los sindicatos patronales escogieron al Partido de Acción Nacional para arrebatarle el poder
presidencial al PRI, sobretodo, aquel grupo de la Coparmex, reducto del yunque, el que inicia esta estrategia a corto y mediano plazo.

En tal contexto, el Estado, presionado por los compromisos
firmados mediante las cartas de intención de México con el FMI,
asume medidas como el tope salarial y otras más, dictadas por
los organismos financieros, cuya finalidad fue la aplicación de
salarios bajos para beneficiar al capital privado y transnacional.

Para frenar el descontento popular y conservar el orden, los
gobiernos en turno se han valido de la represión, despidos, encarcelamiento de los principales dirigentes obreros e incluso,
hasta la desaparición del sindicato de electricistas SME.

Cabe resaltar que son los obreros de las ramas desarrolladas
de la industria de México, quienes encabezan los movimientos
más importantes de esta etapa, sin embargo, jamás tuvieron entre sus objetivos, implementar una huelga de masas como fenómeno histórico, ya que esto “en un momento dado, surge
de las condiciones sociales como una inevitable necesidad histórica”10.

Bajo esa línea, Fidel Velázquez, líder vitalicio de la CTM, ante
el empuje de los obreros, expresa su preocupación al plantear
que: “De continuar la carestía puede provocar manifestaciones masivas que escapen al control de la CTM”11. No obstante, esto no era lo más importante, lo fundamental fue que el líder máximo del Congreso del Trabajo haya manifestado, en
clara advertencia política que: “En algunos sectores obreros
se extiende el impulso y la conciencia de lograr una mayor
organización, una mayor solidaridad y lograr precisar objetivos más claros y definidos para la actividad conjunta del sindicalismo independiente y clasista12.

 

RESPUESTA OBRERA A LA POLITICA DE AUSTERIDAD

Uno de los indicadores de que el Estado abandona su compromiso social con los asalariados se manifiesta claramente a partir
de una política restrictiva salarial. Ya desde los años 60s se observaba de parte del Estado mexicano, un apoyo total a la acumulación de capital privado y por otro lado, de sometimiento a los obreros, mediante las instituciones ya establecidas, entre
ellas la Secretaria del Trabajo y Previsión social, la de Gobernación y el aparato judicial, para conservar bajo cualquier costo
social, su legitimidad como Estado, a favor de los empresarios.

Este viraje, sin embargo, no sería suficiente para el sostenimiento de su credibilidad ante el sector empresarial, como históricamente quedó registrado al final del mandato presidencial de José López Portillo.

La situación de la clase obrera no era nada fácil, por lado, se
enfrentaba a la clase capitalista transnacional, la más organizada y preparada y, por la otra, contra las empresas nacionales y con el aparato del Estado dispuesto a someter a los obreros a los dictados del FMI. De esta manera, puede convenirse con Rodolfo Banfi el que: “La enorme cantidad de poder económico que tiende a nuclearse en las manos del Estado moderno, lejos de entrar en colisión con el poder de los grandes grupos económicos, se integra con este último y adquiere
buena parte de su carácter arbitrario, por el rol mismo que
el Estado desempeña como factor del desarrollo económico capitalista”13.

Cuando los obreros inician el cuestionamiento de los topes
salariales, se enfrentan inmediatamente a la intransigencia de
los empresarios y sus defensores, los líderes charros, la oposición de éstos es vencida con la participación mayoritaria de los
obreros, dándose una lucha interna donde desarrollan nuevas
formas de organización.

En los sindicatos, donde los charros se ven obligados a encabezar los paros o huelgas, los obreros nombran Comités de
Huelga o comisiones negociadoras paralelas con trabajadores
de base, sujetando las negociaciones a los acuerdos de la Asamblea General; en algunos sindicatos, deciden destituir a los charros —eternizados en el poder sindical— uniéndose con sus hermanos de clase a la lucha contra el tope salarial.

La respuesta de la clase obrera empieza a tomar cuerpo, las huelgas son acciones revolucionarias y no nada más económicas.

Entre los sindicatos que estallan huelga en 1979 son los
siguientes: telefonistas, ocho días; Avianca, 50 días; Trailmobile, 217; Hoover, 60; Anfora, 50 días, respectivamente;
en 1980 la rama de los sindicatos huleros estalla huelga por
violaciones a su Contrato Colectivo de Trabajo, con una duración de 11 días, la fecha de su revisión contractual en estos sindicatos es distinta, por lo que implementan emplazar
a huelga por violaciones a su CCT; el sindicato de General
Motors estalla su huelga por 106 días, el Sindicato Único de
trabajadores de la industria automotriz, por 136 días; Mexicana de envases, por 56 días; los sindicatos refresqueros organizan un paro de nueve horas.

Los aumentos salariales obtenidos revelan que, a pesar de la
resistencia patronal, de la complicidad de los organismos gubernamentales y del control de la burocracia sindical, los sindicatos independientes y algunos oficiales, han comenzado por rebasar el tope salarial.

Como puede observarse, derivado del cuadro 2, la acción que
ejerció el Estado contra los sindicatos de las paraestatales que
se oponían al tope salarial, fue mucho mayor, al ejercido contra
los sindicatos de las empresas privadas.

 

SITUACION INTERNA SINDICAL

Las dificultades que tuvieron las organizaciones sindicales para
ejercer una democracia en su interior, son producto fundamentalmente de la represión estatal.

En tal sentido, se hace ver que las movilizaciones para romper
el tope salarial, al estar unidas a la línea política de los charros
con el gobierno y empresarios, hizo más difícil la lucha desde
López Portillo, al pasado sexenio gubernamental.

Fue el sometimiento y destrucción de los sindicatos más fuertes,
que representaban una alternativa para el movimiento obrero y dificultaban la consolidación del modelo neoliberal en México.

Bajo tales condicionantes, los obreros que se hubieran librado
de sus representantes sindicales, son los que vinieron a darle el
contenido clasista a sus luchas. Esto es reconocido por Javier
Aguilar, cuando dice que: “La práctica de los obreros automotrices incluyen desde amplias conquistas económicas
hasta la independencia de la CTM y el Congreso del Trabajo,
desde implantar procedimientos democráticos en sus organizaciones, hasta promover la solidaridad obrera y sindical,
así como participar en la creación de Frentes Populares a nivel regional”14.

Asimismo, gruesos contingentes de obreros que durante décadas habían dejado en manos de los charros la revisión contractual, ahora en su lucha por mejorar sus condiciones de trabajo y salario, logran un ligero avance al interior de sus sindicatos.

“Se destituyen o quitan charros, pero no se liquida el charrismo”, porque es una forma de control sindical que los empresarios y el Estado mantienen, para someter ideológica, política y sindicalmente a la mayoría de la clase obrera. El PRI y el partido de la derecha PAN, ha utilizado a los líderes sindicales para
alargar y conservar el poder político, sin embargo, el rechazo
popular es patente, al respecto Gramsci afirma: “En cierto momento de su vida histórica los grupos sociales se separan de sus partidos tradicionales. Esto significa que los partidos tradicionales, con la forma de organización que presentan,
con aquellos determinados hombres que los constituyen,
representan y dirigen, ya no son reconocidos como expresión propia de su clase o de una fracción de ella”15.

El mito de que la clase obrera dentro del PRI transformaría
la sociedad y sería llamada para cumplir sus reclamos históricos, acumula gran descontento por la aplicación del tope salarial, que significa entre otras cosas una política de puertas abiertas a inversionistas del capital internacional, que ven
con gran atractivo que México es campo de enriquecimiento,
por los bajos salarios.

Por otro lado, la ideología que permea a muchos de los líderes
sindicales es la identificación con el nacionalismo revolucionario, que los convierte en fuertes defensores del Estado mexicano y contra las más legítimas demandas de los trabajadores.

“En enero de 1977, el Consejo Coordinador Empresarial sacó un
manifiesto nacional comprometiéndose a contribuir a restablecer
el clima de confianza que se había perdido. En marzo de 1977 se
celebró un convenio con los empresarios de Monterrey. Finalmente en Agosto, dos de los grupos más reticentes de la burguesía, el de
Monterrey y el de los agricultores de Sonora y Sinaloa, vía Sistema
Alimentario Mexicano SAM, se adhirieron públicamente al proyecto gubernamental de la alianza para la producción”16.

El descontento de los trabajadores contra la contención salarial, también se expresaba fuertemente dentro del sindicalismo
oficial, pero “La petición de una tregua se tradujo, para estos
grupos, en la aceptación de autolimitar sus reivindicaciones hasta que el país saliera de la crisis”17.

La alianza con el Estado mexicano fue y sigue siendo muy
cuestionada por los trabajadores pertenecientes al sindicalismo
oficial y los sindicatos independientes, pues en su momento, los
charros conservaron el poder sindical, pero han sido los responsables directos, junto con el Estado y la voracidad empresarial,
de haber impuesto los topes salariales, como una política salarial vigente a la fecha, para atraer inversión extranjera, que sin
duda, ha llevado por más de 37 años, hacia el empobrecimiento
de la gran masa trabajadora mexicana.

“Un buen indicador para medir este fenómeno, es el porcentaje que los salarios representan dentro del PIB, según datos
del INEGI, de 1976 a 2008, ese porcentaje cayó de 40 a 27 por
ciento, esto es una pérdida de 13 puntos porcentuales de la
masa de riqueza nacional. No en balde, a partir de 1994, México pasó a ser uno de los países con existencia de una mayor
concentración de ricos que ya figuran en los registros por la
revista Forbes, y con el dudoso privilegio de tener entre sus
habitantes al hombre más rico del mundo”18.

 

REPRESION

La actitud represiva ejercida por el aparato burocrático estatal
y sus grupos policiales y paramilitares contra los movimientos
huelguísticos, paros y manifestaciones, se tomó como base la
información publicada por periódicos y revistas con lineamientos de izquierda.

La revista Punto Crítico en referencia a los movimientos de los
trabajadores, señalaba: “Las huelgas se arrastran durante semanas ante el endurecimiento de los empresarios, cada año
están mejor preparados y organizados para enfrentar a los
trabajadores. El apoyo absoluto que les brinda la Secretaría
de Trabajo, los tiene envalentonados y dispuestos a mezquinar como pepenadores de oficio toda migaja de aumento salarial”19.

La soberbia y el ejercicio del poder empresarial, amparado
por el propio aparato gubernamental, se hacían notar en los
comentarios de la siguiente manera: “el despido ya masivo o
selectivo se ha convertido en arma preferida de los empresarios”20.

Sólo por mencionar algunos de estos despidos, citamos el
caso de los trabajadores de la siderúrgica Lázaro Cárdenas “Las
Truchas”, de la cual fueron despedidos decenas de trabajadores,
encontrándose entre ellos los dirigentes sindicales y miembros
destacados de ese sindicato.

Asimismo, en 1979, en el sindicato de telefonistas fueron suspendidos de sus derechos sindicales cerca de 80 trabajadores,
cabe hacer notar que, no por casualidad, los despedidos también eran de los más combativos y comprometidos con la lucha.

Al mismo tenor, de la empresa Hoover, después de que levantaron la huelga de 60 días, han sido despedidos varios miembros del Comité Ejecutivo y otros obreros, sumando 11 los despedidos”21.

Sin embargo, no sólo los despidos se hallaban a la orden del
día, también se utilizaron grupos de choque: “contra los huelguistas de D.M. Nacional, la familia Ruiz Galindo contrató un
grupo de esquiroles para dar el charrazo, conviniendo con la
policía privada de la zona industrial, en detener, golpear y atemorizar a los huelguistas, aunado a esto, la empresa privada
enviaba cartas y visitaba a sus familiares para disuadirlos, y, por
otro lado, la Secretaría del Trabajo, calificó la huelga hasta que se levantó”22.

En otras acciones y en otra parte más del país: “300 costu- reras de manufacturas Yedid fueron despedidas sin indemnización desde el mes de septiembre, por protestar por las malas condiciones de trabajo, aquí como en otros casos, los despidos
han sido respaldados por las autoridades laborales y dirigentes
de la CTM y, lo más grave es que persiguieron policialmente a
algunos trabajadores a los que se acusa de subversión”23.

Obviamente, en ese entonces, de alguna u otra manera había respuesta organizada de la clase obrera que se expresaba en
acciones como la siguiente: “24 horas pararon 5700 siderúr- gicos de la sección 67 en demanda de reinstalación de 15
despedidos y plantas para 500”24.

Pero en contraparte, la acción del aparato gubernamental y
de la patronal, respondía con más despidos, acciones de intimidación, esquirolaje y actos ilegales, con el fin de debilitar la
efectividad de los movimientos obreros en lucha por sus demandas: “En traimobile hay varios despedidos por su actividad sindical. La huelga estalló a las 12 horas del 15 de enero, bajo una severa vigilancia policiaca”25.

 

ALIANZA DE LOPEZ PORTILLO

José López Portillo va como candidato único del PRI, sin oponente alguno, presenta un programa conciliador de crecimiento económico, administrativo y político.

La raíz ideológica de López Portillo al igual que la de sus antecesores, es la herencia de la Revolución Mexicana, el nacionalismo revolucionario, de cuya aplicación se encargó el caudillismo revolucionario, que significó el compromiso por fortalecer el
desarrollo del capitalismo, receta que hasta la fecha continúa.

En tal sentido, ya se advierte en Gramsci: “El Estado es concebido como organismo propio de un grupo, destinado a crear las condiciones favorables para la máxima expansión del mismo grupo”26.

El primero de diciembre de 1976, López Portillo, en la parte
final de su discurso de toma de protesta como Presidente de la
República, dijo: “hagamos una tregua inteligente para recuperar serenidad y no perder el rumbo. Tregua que no sea
renuncia o claudicación, sino oportunidad de reencuentro
y reconciliación”27.

Para hacer frente a las exigencias de austeridad exigidas por
el FMI, necesitábamos un sindicalismo unido, pero en cada uno
de los movimientos, se presentaba una crisis interna, en virtud
de que, según los líderes charros y el gobierno, los trabajadores
se colocaban fuera de la ley, eludiendo su propia responsabilidad, aplicaban castigos estatutarios, o bien, la destitución de
los comités ejecutivos electos por las bases. No había margen
político. Partíamos de una masa sindical sedienta de democracia, en un intento constante como instrumento de defensa de
los agremiados, recuperar el rezago salarial, que por decenas de
años, los líderes charros se opusieron a raja tabla.

¿A esta actitud de gobierno se le podía llamar reencuentro o
reconciliación? ¿Estamos en otro país, es otra la constitución
a la que nos apegamos?

El presidente López Portillo (1976-1982) no esperaba el cambio de rumbo económico y político mundial. Sus dos últimos
años de gobierno, al llegar al poder Ronald Reagan y Margaret
Tatcher, cambió súbitamente el panorama de crecimiento de la
economía mexicana.

“A mediados de 1981 los desequilibrios acumulativos generados
por el auge petrolero, junto con la caída del precio del petróleo, la
reducción de las ventas externas de crudo y de otras mercancías
que el país exportaba y el incremento de las tasas de interés en los
mercados internacionales de capital, anuncia el fin de un periodo
de rápida expansión de la economía nacional”28.

 

CONCLUSIONES

PRIMERA. Como se demostró en el cuadro 1 y 2, algunos sindicatos tanto oficiales como independientes, lograron rebasar ligeramente el tope salarial, sin embargo, los grupos monopólicos industriales y comerciales, ya habían encontrado la fórmula
para recuperar, vía aumento de precios, afectando los salarios
pagados a los trabajadores. Keynes lo confirma: “que la resistencia de los trabajadores es mayor a una disminución de salarios nominales que a una disminución de los salarios
reales” 29.

En cuando a los sindicatos de las paraestatales también se les
aplica el tope salarial, pero sus huelgas coadyuvan a que otros
sindicatos hermanos logren superar el tope salarial.

SEGUNDA. Durante los años 78-80 en que la economía se recupera, tienen lugar las movilizaciones y huelgas de los obreros y no precisamente como lo había venido manejando la izquierda, en el sentido de que, el auge del movimiento obrero
tendría lugar a la llegada de la crisis. Claro que no se pretende
generalizar, sino demostrar que ante la crisis que hemos vivido,
el movimiento obrero tiende hacia el reflujo, pero hablamos de
este tipo de crisis y no de otras, donde quizás las condiciones se
presten para un movimiento de masas revolucionario.

TERCERA. El movimiento obrero se coloca en el plano de la democracia sindical. Si partimos de que los obreros aplican nuevas formas de lucha para enfrentar al charrismo sindical y al gobierno, podemos decir, que en este periodo 1979-1980, los
obreros emprenden una lucha por sus demandas económicas y
el mejoramiento de sus condiciones de trabajo, esto es, ahí donde los comités charros siguen manteniendo la representatividad
del contrato Colectivo de Trabajo, los obreros deciden nombrar
comisiones negociadoras paralelas al Comité Ejecutivo, mandatando cualquier acuerdo a lo que decida la Asamblea General de Trabajadores.

CUARTA. El movimiento obrero tiene que ver con el desenlace
político y el viraje de las corrientes políticas incrustadas en los
sindicatos.

La falta de un partido político u organización que dé respuesta al movimiento obrero, pues, ante la necesidad de enfrentar al gobierno en este periodo, se llegan a impulsar Frentes Populares, cuya característica es la solidaridad, pero de ninguna manera, llega a plantearse un proceso que conlleve al derrocamiento del charrismo y al cambio de gobierno.

QUINTA. La mayor parte de los sindicatos de industria, se encuentran afiliados a las confederaciones sindicales CTM, CROM,
FROC, CROC y también afiliados al Congreso del Trabajo y todos ellos, a excepción de la UOI, son parte del PRI; confederaciones que están por encima de los intereses de los trabajadores, coincidiendo con la alianza de salarios bajos en beneficio de los
empresarios. Históricamente los líderes obreros se han identificado con el PRI y son serviles al presidente de ese partido.

El PRI ha utilizado a los sindicatos durante más de 70 años
en la búsqueda del poder político, debilitando las funciones
propias del sindicalismo. Las confederaciones han actuado políticamente pero no como grupo de presión, sino plegadas a la
política nacional de sus líderes y fundamentalmente con la línea
política y económica del Presidente de la República.

SEXTA. Es claro que durante los años 77-82 lo sindicatos se debilitaron en su lucha contra el tope salarial, finalmente el gobierno impuso la política de salarios bajos a sus aliados y confederaciones.

El uso de las fuerzas policiacas, del sistema legal en contra de los
obreros para reprimir la protesta, terminó por identificar al Estado
como enemigo de la clase obrera y como un ente procurador de la
acumulación de capital para los empresarios.

SEPTIMA. La apertura política de Echeverría y López Portillo tenía como meta fundamental evitar la tendencia radical de la clase obrera por cualquier medio; asimismo, que esta ola de sindicalistas no tuviera influencia en el sindicalismo oficial, pilar de su sistema político, de tal manera que, el sistema electoral sirviera para integrar ese descontento a través del reconocimiento de los Partidos Políticos de izquierda en el nuevo juego político. López Portillo reconoció la existencia de la guerrilla surgida de la represión violenta de 1968 y decretó una amnistía a medias, porque siguió persiguiendo, encarcelando y asesinando a hombres y mujeres que pensaban que por la vía de las armas era la única posibilidad de cambiar el régimen de gobierno. La apertura democrática fue una salida para que la oposición tuviera representatividad en las cámaras, a través de diputados y senadores plurinominales, los cuales normalmente fueron superados por mayoría, donde en la práctica el sistema se caracterizó por más de lo mismo.

Rodolfo Banfi nos dice: “Los sindicatos más avanzados tienen perfecta claridad sobre la esencia del problema cuando
señalan que no puede haber programación democrática sin
democratización del Estado”30.

OCTAVA. El gobierno priista escogió el camino que a largo plazo debilitaría su poder político, reprimir a la clase obrera para
congraciarse con la clase patronal. Los partidos de izquierda
avanzarían con tumbos hacia la transformación de la sociedad,
dentro del sistema electoral, para ser parte del juego político,
cuyos efectos son claramente visibles a la luz de los acontecimientos, en el marco del neoliberalismo de las últimas cuatro décadas.

NOVENA. En 2000, el PRI entregó el poder a los grupos de derecha que financiaron al PAN desde 1982, en el mismo año, el PRD gana el gobierno del Distrito Federal.

Durante los 12 años de gobierno panista, crece la figura de
Andrés Manuel López Obrador, se convierte en un líder nato de
masas, aglutina, para 2018, a millones de ciudadanos de todos
los partidos en el Movimiento de Regeneración Nacional.

El PRI prácticamente desaparece y el PAN entró en crisis debido a la inexperiencia en campañas políticas de Felipe Calderón
y por una actitud beligerante que mancha de sangre, infinidad
de calles de México, su ambición por retener el poder en el PAN
e imponer a presidentes de su partido, que sean obedientes a
sus órdenes y la pelea por imponer a su mujer como candidata
a la presidencia del 2018, choca igual que Fox con su mujer en
2012. Esta actitud de ambos presidentes del PAN y la entrada de
miles de ciudadanos a sus filas, desdibujan a un partido tradicionalista y doctrinario.

A Calderón la asamblea panista del le impuso a Josefina Vázquez Mota como candidata para la presidencia de 2012, a la
cual nunca apoyo ni con recursos económicos ni políticos, prefirió hacer campaña bajo el agua por Enrique Peña Nieto en agradecimiento al PRI por su apoyo en 2006. Fox también realizó una campaña abierta por Peña Nieto, el odio de ambos contra
AMLO, los separó prácticamente del PAN, hundiéndose ambos partidos en 2018.

AMLO y su equipo construyen Morena con alianzas e imposiciones que muchos ciudadanos criticamos. López Obrador se
convirtió en una especie de líder de masas, imán para militantes
priistas y panistas y de otros partidos políticos, que vieron la
oportunidad de saltar del barco y ser tomados en cuenta para
puestos electorales, los cuales, muchos de ellos lo consiguieron.

AMLO es líder de las masas y los ciudadanos sin partido lo
siguen, su campaña permanente a nivel nacional lo demuestra,
hasta ahora las cámaras legislativas siguen sus instrucciones,
hay algunas bajas y contradicciones y abandono de algunos legisladores y regidores a nivel nacional, pero la mayoría se mantienen firmes bajo su dirección.
La dificultad que hoy día existe es la disputa interna por ser
consejero y en su caso presidente estatal o nacional de Morena.

La integración de Morena se torna difícil por la disputa de distintas corrientes y grupos políticos que intentan apoderarse de la dirección de un partido que recién ha nacido.

La inexperiencia de los gobiernos de Morena, la dificultad
de su integración y la disputa del poder interno, permitirán a
AMLO convocar a las masas para gobernar sin partido, que aún
se niega por sus propios militantes.

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