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jueves, diciembre 11, 2025

La casa de Natalia Serdán: un hogar convertido en testigo del heroísmo

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Por Carla Aurora Romero Flores

En el corazón del Centro Histórico de Puebla se alza una casa que resguarda una de las historias más significativas del inicio de la Revolución Mexicana. Aunque durante años se le llamó “la casa de los Serdán”, es fundamental reconocer que era la casa de Natalia Serdán Alatriste, el lugar donde vivía con sus hijos y donde los miembros del movimiento Luz y Progreso se reunían en los días previos al levantamiento maderista de 1910. Un hogar que, sin proponérselo, quedó marcado para siempre como escenario de valentía y tragedia.

La casa tenía, además, un valor profundamente personal para Natalia: había sido un regalo de bodas de su esposo Manuel Sevilla, abogado y juez poblano cuyo pensamiento liberal coincidía con las convicciones de la familia Serdán. Tras la muerte de Manuel, la propiedad quedó en manos de Natalia y sus hijos, quienes la resguardaron durante décadas.

Desde 1909, la casa estaba especialmente llena de vida:Aquiles Serdán y su familia, así como Máximo, Carmen y su madre, Carmen Alatriste, también vivían allí. A esto se sumaban los inquilinos a los que Natalia rentaba la planta alta, lo que convertía al inmueble en un espacio activo y diverso donde convivían familia, trabajo cotidiano y, silenciosamente, los primeros pasos de la conspiración revolucionaria.

A inicios de noviembre de 1910, la familia sabía que estaba bajo estrecha vigilancia por su participación en la causa revolucionaria. En ese contexto, Natalia tomó una decisión crucial: sacar de la casa a sus hijos y a los hijos de Aquiles un día antes del ataque, guiada por la intuición de un peligro inminente. Su acción, a menudo relegada en los relatos oficiales, fue determinante para salvar la vida de los niños de la familia Serdán.

El 18 de noviembre, la casa fue rodeada por fuerzas del gobierno y el asalto estalló con violencia. En su interior ocurrió uno de los episodios más simbólicos donde habitantes y amigos en una muestra de heroísmo protagonizaron uno de los episodios más emblemáticos de la Revolución Mexicana, convirtiendo a Aquiles y Máximo y al menos a 17 hombres más en los primeros mártires de la Revolución , así como también al hogar de Natalia en uno de los primeros escenarios del levantamiento y resistencia revolucionaria.

Aunque Natalia no estaba en la casa durante el ataque, su papel no fue menor. Ella se encontraba a salvo con los niños, cumpliendo una responsabilidad fundamental: proteger a la familia. Más tarde, cuando las mujeres que permanecieron en el inmueble fueron arrestadas, Natalia actuó con rapidez para lograr su liberación, demostrando un liderazgo decidido, práctico y profundamente humano.

La casa, cuyas paredes aún conservan impactos de bala, se convirtió así en testigo de lo heroico, pero también de la dura realidad que vivió la familia Serdán. Sus espacios ,la cocina donde se preparaban alimentos para quienes apoyaban la causa, el patio donde se discutían noticias del movimiento, las habitaciones donde corrían los niños,fueron transformados, en cuestión de horas, por el estruendo de los disparos y la violencia del ataque.

Esa transformación del espacio doméstico es uno de los elementos más profundos de su historia. La casa fue refugio y trinchera; espacio de vida cotidiana y escenario de lucha; lugar donde se conspiraba por un México libre y donde, al mismo tiempo, se vivió la ruptura emocional que dejó la represión. En ella convivieron la esperanza y la pérdida, el valor y el dolor.

Hoy, al recorrer la casa convertida en museo, se siente esa dualidad. Los vestigios materiales ,los orificios de bala, los cuartos que muestran una vida súbitamente interrumpida,recuerdan que la Revolución Mexicana no solo se escribió en los campos de batalla, sino también dentro de los hogares. Y en ese hogar, el de Natalia, las mujeres desempeñaron un papel esencial y muchas veces invisibilizado: proteger, sostener, organizar, acompañar y reconstruir.

Su hogar, al convertirse en escenario de uno de los primeros levantamientos revolucionarios, también se convirtió en símbolo de la resistencia íntima, familiar, emocional… esa que no siempre aparece en los libros, pero que fue indispensable para sostener a quienes dieron su vida por la libertad.

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La historia de esta casa tampoco termina en 1910. Durante años, Natalia y sus hijos conservaron el inmueble como parte de su vida familiar y como memoria silenciosa de lo ocurrido.Los últimos inquilinos registrado fueron Manuel Sevilla, hijo de Natalia y su esposa Ana Teresa Torres, tras la muerte de Manuel, la familia decidió entregar la propiedad al gobierno del Presidente López Mateos en 1960 para convertirla en museo, gesto que permitió que la memoria de los Serdán permaneciera viva y accesible para las siguientes generaciones.

Hoy, la casa de Natalia Serdán permanece en pie como un recordatorio de que la lucha por un país más justo también se vivió entre muros domésticos, donde se tomó valor, se cuidó a los niños, se enfrentó la injusticia y se sostuvo la esperanza incluso en medio de la pérdida. Un hogar que se volvió testigo del heroísmo y que, con su historia, sigue invitando a reflexionar sobre los costos y los gestos humanos detrás de cada revolución.

Algunos otros datos

● La casa está ubicada en la antigua calle de la Portería de Santa Clara (hoy 6 Oriente), en el Centro Histórico de Puebla.
● Contaba con dos pisos, dos patios interiores y un total de 42 habitaciones divididas en cuatro departamentos.
● Antes del levantamiento de 1910 vivían ahí miembros de la familia: Aquiles Serdán, Máximo Serdán, Carmen Serdán, su madre Carmen Alatriste y la familia de Natalia Serdán.
● También existían inquilinos establecidos en los departamentos de la planta alta y otros cuartos dentro de la propiedad.
● Inquilinos nombrados en registros de la época :
○ Manuel Pérez Díaz y su esposa Marina de la Rosa, acompañados por Encarnación                Flores, Manuela Mendoza y la cocinera Sacramento Ceballos.
○ Miguel Rojas y su esposa Lucía Nieto, con su empleada Catalina López.
○ Rosario Saldaña, quien vivía en un cuarto prestado en el segundo patio.
○ Un portero llamado Miguel Pérez.
● Después del ataque de 1910, Natalia interpuso un juicio de indemnización por los daños ocasionados a su propiedad que ascendía a 10000 pesos, el cual no fue resuelto a causa del asesinato de Francisco I. Madero.
● La placa con los nombres de los héroes caídos fue puesta a pedido de Natalia por el Gobernador Mijares,amigo cercano de la familia en los años 30.
● Una placa en honor a Natalia fue develada este año 2025 regresando su presencia y nombre a su hogar.

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