Francia recordó este jueves el décimo aniversario de los atentados del 13 de noviembre de 2015, una serie de ataques coordinados que dejaron 130 muertos y más de 400 heridos en París y Saint-Denis, y que marcaron un antes y un después en la historia contemporánea del país.
Las ceremonias oficiales comenzaron en el Stade de France, donde se registraron las primeras explosiones aquella noche, y continuaron en los distintos puntos atacados: terrazas de bares y restaurantes, y la sala de conciertos Bataclan, donde murieron 90 personas. En los homenajes participaron el presidente Emmanuel Macron, familiares de víctimas, sobrevivientes y representantes de asociaciones de apoyo.
Durante los actos, Macron subrayó que “la amenaza persiste” y recordó que, en los últimos años, Francia ha frustrado varios complots terroristas. Las autoridades insistieron en mantener una unidad nacional firme y reforzar las medidas de seguridad para enfrentar el extremismo violento.
Las asociaciones de víctimas señalaron que el dolor sigue presente una década después. Muchos supervivientes continúan lidiando con secuelas físicas y psicológicas, mientras que familiares de los fallecidos pidieron que la conmemoración no se convierta en un ritual vacío, sino en un compromiso con la memoria.
Los ataques —reivindicados por el Estado Islámico— fueron los más mortales ocurridos en suelo francés desde 1945. A raíz de ellos, Francia redefinió sus políticas de seguridad, fortaleció su marco antiterrorista y amplió la cooperación internacional contra el extremismo.

