Maurene Comey, fiscal federal del Distrito Sur de Nueva York e hija del exdirector del FBI James Comey, fue removida de su cargo esta semana, según confirmaron varios medios estadounidenses, entre ellos The New York Times y ABC News.
Comey lideró investigaciones de alto perfil, incluyendo los casos de Jeffrey Epstein, Ghislaine Maxwell y más recientemente, el juicio contra el rapero Sean “Diddy” Combs. Su destitución se produce en un contexto particularmente tenso para el Departamento de Justicia, al coincidir con el cierre oficial del expediente Epstein y la absolución de Combs en un juicio federal.
El despido ha sido interpretado por analistas políticos y judiciales como una posible acción directa de la administración del presidente Donald Trump, en lo que muchos consideran una señal de represalia simbólica hacia la familia Comey. Trump despidió al padre de Maurene, James Comey, en 2017, cuando dirigía la investigación sobre la presunta injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016.
La notificación oficial citó el artículo II de la Constitución de Estados Unidos, que otorga al presidente autoridad ejecutiva para remover a funcionarios de cargos de nombramiento, sin necesidad de justificar la decisión públicamente.
Fuentes cercanas a la fiscalía aseguran que Comey ya enfrentaba presiones políticas, incluso antes de la reciente resolución del caso de Sean Combs, quien fue absuelto de los cargos más graves por un jurado en Nueva York. Aunque el veredicto fue considerado un revés legal, no se vinculaba directamente con su continuidad como fiscal.
ABC News informó que Trump había expresado en privado su incomodidad con la permanencia de “un Comey” dentro del aparato judicial federal. Este malestar, según exfuncionarios citados por el medio, se intensificó tras el cierre del caso Epstein sin una “lista de clientes” ni nuevas acusaciones.
El informe final del Departamento de Justicia sobre Epstein concluyó que no existían pruebas suficientes para acusar a terceros por el presunto tráfico sexual dirigido por el magnate, y descartó que hubiera intervención externa en su muerte dentro de una prisión federal en 2019.
La destitución de Maurene Comey ha generado reacciones divididas en el ámbito político y judicial. Mientras sectores afines al expresidente Trump celebraron la decisión como un acto de “depuración institucional”, defensores del Estado de derecho y jueces federales han expresado preocupación por la creciente politización del sistema de justicia.
Hasta el momento, el Departamento de Justicia no ha ofrecido una declaración oficial sobre las razones detrás de su remoción, y Maurene Comey no ha hecho comentarios públicos.
La remoción de la fiscal no solo deja preguntas abiertas sobre la independencia judicial en Estados Unidos, sino que también refleja un ambiente político cada vez más hostil para quienes encabezan investigaciones sensibles, incluso cuando no hay pruebas de motivaciones partidistas directas.