Son la 9:40 de la noche. En Huauchinango hay problemas con la señal de internet, pero logran colarse dos mensajes. Uno por WhatsApp de mi sobrina Nelly, quien vive en Puebla, donde me reenvía el video “del desbordamiento del río Necaxa”. Veo el video, lo analizo, reconozco los pilares de la casa de Nabor Cruz y le aclaro que es el arroyo. A los dos minutos, por Messenger, mi sobrina Arely Cuevas, de Poza Rica, me hace la misma pregunta: que si es verdad lo del desbordamiento del río en Chicontla. También le aclaro que es el arroyo. Ella me dice que pasaron algo terrible con el desbordamiento del río Cazones en Poza Rica y que ya no quisiera vivir otra desgracia con la familia. Le doy mi punto de vista para tranquilizarla. Le digo que desde las cuatro de la tarde se suspendió la energía eléctrica en Chicontla y que no tenemos comunicación con ellos, que está lloviendo mucho en esa zona, pero que el arroyo no representa mayor riesgo.

Entonces decido reenviar el video a mi cuenta de Facebook aclarando la nota del medio informativo para evitar la falsa alarma. Y es que el desbordamiento del río Necaxa en ese tramo es cosa seria para las poblaciones de Patla, Chicontla y San Pedro Tlaolantongo, que están construidas en sus riberas.
A las 10:30 voy a la cama, pero no puedo dormir. Me levanto a las 11:25 a escribir esta nota.
Trato de buscar en mis archivos lo sucedido el 5 de octubre de 1999. Esa ocasión las aguas del río Necaxa causaron una terrible destrucción: en Patla, 40 casas fueron destruidas por la corriente poderosa; 90 casas en Chicontla. Recuerdo que publiqué algunas crónicas en la revista Intolerancia de la cual era director Mario Alberto Mejía. Han pasado 26 años de la tragedia. Y cada vez que llueve mucho, nos entra un recuerdo que eriza la piel.
Son los primeros minutos del jueves 27 de noviembre de 2025.
A las siete de la mañana me entero que el gobernador Alejandro Armenta hará un vuelo para supervisar los daños del frente frío numero 16 en el municipio de Jopala.

Enseguida recibo mensaje de mi hermano Víctor Hugo diciendo que se encuentra bien, que la lluvia de anoche fue intensa y se cortó la energía eléctrica. Luego se reporta mi hermana Adela desde Tuxpan y me dice “apenas vi el video del arroyo de Chicontla, se ve impresionante”.
Pongo agua y café en la cafetera. Mi estómago ya reclama el alimento. Me saboreo un pan de queso con forma de mazorca, es una novedad en las panaderías.
Luego aprovecho para enviar actividades a los estudiantes, pues aunque hubo suspensión de clases nos piden trabajar en línea para que no se atrasen los alumnos.
A las diez de la mañana salimos a almorzar. Me estaba saboreando una riquísima quesadilla de chicharrón carnudo cuando ingresa otro cliente y se sienta en la mesa contigua. Luego de saludar dice:
-Dijeron que iba a hacer frío con lluvias fuertes, pero ya salió el solecito… Creo que se equivocaron los del clima…
– Pero ya vió el video de la creciente del río de Chicontla- le dice la señora que está preparando unos huaraches de moronga en el comal y se limpia el sudor con el dorso de la mano derecha.
– Ah, sí. Estuvo tremendo -le contesta el aludido.
Casi me atraganto con el chicharrón para contestar que no fue el río sino el arroyo, pero considero prudente no meterme en conversación ajena, pues bien dice el dicho: en boca cerrada no entran moscas. Y le sorbo un trago al vaso con agua de guayaba.
En eso entra un mensaje de WhatsApp. Es mi paisano Gabino Barragán que me está enviando unas fotografías del arroyo bravo motivo de esta crónica. Luego envía las tomas del río Necaxa que parece apacible.
De regreso en casa reviso algunas actividades que están enviando los estudiantes. Ya son las once de la mañana.
Checando mi Facebook me entero, por las fotografías, de que el gobernador Alejandro Armenta si estuvo en Chicontla. Lo veo charlando con un grupo de mujeres sobre el puente de la calle 5 de mayo, el mismo que anoche se convirtió en un tapón y provocó el desbordamiento del arroyo. Lo veo hablando del cambio climático y de hacer conciencia para no seguir construyendo en los cauces del arroyo y del río, y cuando una vecina lo increpa pidiendo ayuda para hacer una barda que los proteja del arroyo, el gobernador con su estilo peculiar le contesta:
- ¡Si, mamita, si mamita, a eso venimos!
Lo veo también en una toma que tiene como fondo el río Necaxa, ese río que en época de lluvias se vuelve un torrente de búfalos acuáticos que todo lo destruyen a su paso.
- Eso es ser empático y estar pendiente de los problemas de la gente desde el lugar de los hechos- me digo y pongo punto final a esta crónica.

