El arropo que la estructura barbosista ha dado a Claudia Sheinbaum Pardo es única a nivel nacional.
Tres fines de semana y más de 50 mil simpatizantes mostrando el respaldo hacia la jefa de gobierno de la Ciudad de México deja en evidencia que la maquinaria morenista constituida desde el epicentro del poder de 4T poblana está lista para lo que viene.
No hay temor de mostrarla públicamente y mucho menos dejar pasar la oportunidad de demostrar que hay músculo político, y mucho.
Claudia Sheinbaum sabe quién manda en Puebla y la calidad de aliado que tiene. Por eso es casi un hecho que la operación quede a manos de quien tiene la posibilidad de hacer realidad un triunfo.
En estos tiempos convulsos lo realizado por el barbosismo es la única vía para generar certeza, alianza y trabajo conjunto.
De un sablazo, el gobernador Miguel Barbosa Huerta exhibió públicamente la pequeñez de sus malquerientes. Los Mier, las Claudias, los Evangelistas, los Armenta, los Manzanilla, los Abdala son muy menores en función de la maquinaria que se puso al servicio de la jefa de gobierno de la Ciudad de México.
Ninguno puede garantizar nada. Es más, ni siquiera son capaces de garantizar un triunfo para ellos mismos.
Trabajo mata verbo, estructura mata simulaciones; oficio mata oportunismo.
El golpe barbosista al convertirse en el único aliado real de la favorita de Palacio Nacional es mortal para los odiadores de tiempo completo del mandatario. De nada les sirven sus liderazgos de papel ni sus abollados padrinos nacionales.
Todos ellos han quedado fuera y el partido ni siquiera ha comenzado.