Mamdani es todo lo que Trump no es: joven -tiene 34 años-, socialista demócrata, musulmán, inmigrante y con una visión mucho más generosa de lo que debe ser un gobernante. Mamdani ve hacia fuera, a los otros, mientras que Trump solo se ve a sí mismo.
Hace unas semanas mi hija Paola y yo lo entrevistamos para un podcast que estamos haciendo en inglés llamado “The Moment”. Y ahí lo conocimos un poco más. Nació en Uganda pero llegó a Nueva York con sus papás de la India a los siete años. “Nueva York es una celebración de la cultura del inmigrante”, nos dijo, “y no te pide que cedas una parte de ti para ser parte de ella”.
El único momento en que lo vi titubear durante toda la entrevista fue cuando le pregunté si les llamaría “dictadores” a los líderes de Cuba y Venezuela. Esa sería una forma de diferenciar su socialismo democrático del que practican Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro. Pero no lo dijo. ¿Por qué está renuente a llamarles dictadores? “No estoy reacio a hacerlo”, respondió. “Es solo que no he pensado en ellos tan seguido, para ser honesto contigo”. (Días después de la entrevista, la campaña de Mamdani nos envió un comunicado en el que sí les llamaba dictadores a Díaz-Canel y a Maduro).
Los inmigrantes que viven en Nueva York serán el primer punto de tensión entre el Presidente y el nuevo alcalde. Será Trump contra el anti-Trump. Nueva York es una ciudad santuario. Esto significa que su policía local no coopera con los agentes migratorios de ICE. Pero Trump seguramente insistirá en enviar a elementos de la Guardia Nacional a Nueva York o a reforzar la presencia de ICE. Y esto puede causar terror en una ciudad donde “hay 400 mil personas en peligro inmediato de deportación”, según nos dijo Mamdani.
La entrevista terminó como un aterrizaje muy suave en un viaje con poca turbulencia.
¿Siente el joven Mamdani el enorme peso de lo que viene? Antes de despedirse nos dijo que no lo sentía como “una carga”. ¿La razón? Como siempre, la familia. “He tenido mucha suerte de que mis padres me apoyan increíblemente; siempre me han apoyado cuando ven la pasión en mis ojos”. Esos ojos son los que, muy pronto, dirigirán Nueva York.
Posdata. El asesinato del presidente municipal de Uruapan, Michoacán, Carlos Manzo, pudo haber sido uno más de los 21 mil que han ocurrido durante el sexenio de Claudia Sheinbaum. Pero algo se rompió en México con su muerte. Se le acabó la luna de miel a la Presidenta. Aunque su estrategia contra la violencia ha dado mejores resultados que la de AMLO, los muertos siguen cayendo, hay partes del país en control de los narcos, los que se atreven a denunciar lo que ocurre -como Manzo- son ajusticiados, y el hecho de que el alcalde estaba protegido por 14 escoltas y que no pudieron evitar su asesinato, demuestra la debilidad del Estado para proteger a sus ciudadanos.
También sonaron huecas las típicas críticas de que la violencia en México es culpa de gobiernos pasados. ¿Cuándo va a tomar Morena la responsabilidad de la masacre diaria que se vive en México? Ya llevan siete años en el poder. Y es absurdo e injusto culpar a los periodistas por reportar la realidad. No le peguen al mensajero. México es un país muy violento, la actual estrategia de seguridad -como ha quedado demostrado en Michoacán y Sinaloa- está llena de hoyos, y si el gobierno solo propone más de lo mismo, seguiremos contando muertos.

