El conflicto entre el Gobierno federal y las organizaciones campesinas volvió a tensarse este martes, luego de que los representantes del sector agropecuario y transportistas se levantaran de la mesa de diálogo instalada en la Secretaría de Gobernación. Tras más de cuatro horas de negociaciones sin avances concretos, los líderes del movimiento anunciaron que mantendrán e incluso ampliarán los bloqueos carreteros en distintos puntos del país.
El gobierno de México había conseguido contener las protestas en octubre, cuando un acuerdo de última hora evitó el colapso de varias autopistas. Sin embargo, esa tregua se ha desvanecido un mes después. Los campesinos, ahora más cohesionados y con el respaldo de organizaciones de transportistas, han mostrado una capacidad de coordinación inédita que ha complicado la estrategia gubernamental.
Las organizaciones reclaman soluciones inmediatas a tres problemas centrales: la inseguridad en las carreteras, los bajos precios de compra para sus cosechas y la crisis hídrica que afecta a regiones agrícolas clave. El subsidio ofrecido por el Gobierno hace unas semanas fue rechazado por considerarse insuficiente y no atender la raíz de la problemática.
Voceros del movimiento insistieron en que no aceptarán “mesas de diálogo vacías” y que reanudarán las conversaciones sólo si la administración federal presenta propuestas específicas y con impacto inmediato para el campo.
Los cierres parciales y totales en carreteras de varios estados continuarán, advirtieron las organizaciones, que consideran esta forma de protesta como su principal herramienta para presionar a las autoridades. En días recientes, los bloqueos han provocado afectaciones en el transporte de carga, retrasos en cadenas de suministro y complicaciones para miles de automovilistas.
El endurecimiento de las protestas representa un nuevo desafío para el Gobierno federal, que enfrenta la creciente percepción de que la inconformidad en el campo se ha transformado en un movimiento más sólido y difícil de desactivar.

