La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador terminó por echar por la borda a todos aquellos que pusieron en duda la legitimidad, legalidad y capacidad del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
Tampoco es un vil asunto electorero o de interés mezquino. El tabasqueño sabe muy bien lo que ocurre en el país y, por supuesto, que tiene la radiografía exacta de lo que ocurrió en aquellos días aciagos tras la muerte del gobernador Miguel Barbosa Huerta.
El contexto de la reunión viene de un político local que osó hacer valer el federalismo y aglutinar a la clase política frente a las presiones del epicentro del poder nacional. Se dice fácil, pero muchos no han vivido políticamente para contarlo.
(El abuelo de Rafael Moreno Valle, por ejemplo, se equivocó en jugarla con el candidato a la presidencia de la República equivocado).
La ausencia de trato entre AMLO y Sergio Salomón sirvió para la insidia y rumorología por parte de los tinterillos y pasquineros contratados por impresentables como Fernando Manzanilla Prieto (el Señor de la Tenebra y jefe de la Banda de los Conejos) o Claudia Rivera Vivanco, que encabezó el peor gobierno municipal del que se tenga memoria. (El panista Eduardo Rivera Pérez le está echando muchas ganas para destronarla, pero esa es otra historia).
“No se ha reunido”, “no lo ha felicitado”, “no hay puentes de comunicación”, eran algunas de las aseveraciones que este concierto de analfabetas reproducían por órdenes de sus malogrados patrones.
El sábado pasado todo cayó por su propio peso. López Obrador se dejó ver de lo más afable y contento con Sergio Salomón Céspedes, quien pagó con generosidad auténtica. Las imágenes difundidas son testigos de esa química que se creó entre ambos mandatarios.
Más aún, el presidente quiso dejar palpable su respaldo al mandatario poblano y por eso soltó la emblemática frase: “Hay que ayudar a Sergio Salomón, porque ayudando a Sergio Salomón se ayuda a Puebla”.
Y la dijo ante su verdadero ejército: los siervos de la nación que todos los días recorren los caminos poblanos llevando los programas de la Secretaría de Bienestar.
La instrucción no tiene margen de error.
El presidente de la República sabe que en Puebla tiene a un aliado con el que puede construir y caminar junto rumbo a 2024. Sergio Salomón ha dado muestra de estatura política al convertir en una oportunidad los roces y desavenencias con el secretario de Gobernación federal, Adán Augusto López Hernández, y al final lo convirtió en un aliado estratégico para con la Federación.
Céspedes Peregrina forma parte de una nueva clase política forjada por Miguel Barbosa Huerta en los principios de la 4T. Eso no se puede ocultar y quienes realmente observan los hechos políticos han dado cuenta que hay gobernador aliado, fajador, con oficio y conciliador.
Pero otro punto fundamental que Sergio Salomón tiene como fortaleza es haberse convertido en la cabeza de la estructura político-electoral más importante y que está bajo la supervisión del secretario de Gobernación estatal, Julio Huerta Gómez, lo que significa que está puesta a disposición del presidente López Obrador para ofrecer buenas cuentas en 2024.
Lo importante es que Puebla no se pierda política ni electoralmente y con Sergio Salomón hay garantía de que eso no pase. Tan lo sabe el inquilino de Palacio Nacional que su secretario de Gobernación federal sirvió como punta de lanza de investigación y puente.
Nuevos aires se respiran en Puebla.
Aires de colaboración y acuerdos.
Tiempos en que Sergio Salomón ha demostrado no solo estar a la altura de su tiempo, sino que nos ha permitido observar de cerca el oficio político que lo sustenta.
Y todo, por cierto, en solo un mes y medio.