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jueves, noviembre 21, 2024

Nacho Mier y la falsa rebelión en Morena (la presión como chantaje)

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Corría el proceso electoral intermedio de 2021. Ignacio Mier Velazco se vendía como el “hombre más cercano al presidente López Obrador” cosa que sabemos nunca fue real. 

Nacho Mier pretendía en ese tiempo tomar el control de la contienda interna de Morena y montó cara al exgobernador Miguel Barbosa Huerta a través de alianzas con verdaderos impresentables de la política nacional y local. 

En sus objetivos estaba, primero, garantizar que varios de los integrantes de la bancada poblana de Morena en San Lázaro, a los que pastoreaba a placer, lograran su reelección. 

El paso siguiente eran agandallarse las diputaciones locales por mayoría relativa y la mayor cantidad de presidencias municipales. 

La cereza del pastel serían el agandalle mayor: las candidaturas plurinominales al Congreso del estado.

En su loca idea, su proyecto era tener el control del Poder Legislativo local y destituir a Miguel Barbosa Huerta. (No se ría, ese era su afán).

El resultado obtenido por Ignacio Mier fue desastroso. Miguel Barbosa Huerta no sólo ganó la mayoría del Congreso del estado, sino también aquellos municipios en donde Nachito metió mano. Lo hizo de la manera más sencilla: Allí donde se impuso al candidato, el exgobernador optó por impulsar a quienes quedaron mejor ubicados en las encuestas a través de los partidos de la misma coalición Juntos Haremos Historia que jugaron de manera independiente. 

¿Qué sí logró Nacho Mier? Imponer a su hija Daniel Mier Bañuelos en el primer lugar de la lista de candidatos a diputados plurinominales, lo mismo que a su esbirro Carlos Evangelista Aniceto. 

En Tecamachalco, tierra del huachicol, hizo alcalde a su hijo Ignacio Mier Bañuelos.

En las diputaciones federales, por ejemplo, consiguió un espacio para Julieta Vences, esposa de Evangelista, y a la conflictiva Inés Parra (la misma que tiempo después insultó públicamente al presidente Andrés Manuel López Obrador).

En una jugada maquiavélica, también impulsó a la cacique Araceli Celestino Rosas que tiene como principal enemiga a Inés Parra, cabecilla del conflicto político-electoral de Coyomeapan que le hizo la vida imposible al marido Rodolfo García López.

Tres años después, Nacho Mier intenta repetir la misma historia: imponer a sus amigos y familiares en todas las candidaturas posibles. El problema es que se topó con pared. En la coalición Sigamos Haciendo Historia sencillamente le dijeron que no y lo llamaron a la mesura. 

Como ahora se sabe, la petición se la pasó por el arco del triunfo y comenzó a alebrestar el gallinero allí donde quiere que sus cuates sean los candidatos, además de buscar a todos los que andan inconformes para sumarlos a la causa personalísima.

En otras palabras: Está creando una burbuja que genere la percepción de que la coalición Sigamos Haciendo Historia atraviesa una crisis interna producto de imposiciones que atentan contra la base morenista. 

En su locura, mandó a llamar a sus diferentes esbirros -que son muy pocos, pero a cómo gritan- para que en la visita de la candidata presidencial Claudia Sheinbaum Pardo a la entidad, programada para el 10 de marzo, bloqueen carreteras y vendan la idea de que están enojados por las imposiciones. 

El asunto no es menor porque se trata de un auténtico chantaje no contra Claudia Sheinbaum sino contra Alejandro Armenta Mier, quien hasta ahora ha dado muestra de inclusión en todos sentidos. ¿Lo duda? Ahí está Ignacio Mier Bañuelos y Carlos Evangelista promovidos como candidatos a diputados federales. 

Si Ignacio Mier cree que le corresponden más espacios, entonces, no ha entendido que la lógica primordial de la elección de este año es ganar la mayoría en el Congreso de la Unión y para eso se necesitan de todos los aliados posibles, internos, externos y, primerísimamente, que haya abanderados competitivos.

Bien vale la pena que el diputado federal le haga caso a la vieja recomendación de ponerse una bolsa de hielo en la cabeza debido a que sus conductas promueven la división en Morena y se haga ganado a pulso que los partidos aliados lo vean como un agente promotor del conflicto.

Tampoco a advertido que con esta actitud está violentando la vida interna de los cinco partidos que integran la alianza Sigamos Haciendo Historia, cuyas dirigencias estatales y el propio Alejandro Armenta han trabajado arduamente en garantizar la conciliación, la unidad y el trabajo en equipo.

Esta actitud de Mier Velazco manda un pésimo mensaje que solo beneficia al PRIAN y que, contrario a lo que cree, vulnera su propia condición. ¿Cómo creerle que de ahora en adelante cumplirá acuerdos si no es capaz de respetar los que ya existen? ¿Cómo se puede llamar a la mesa a un hombre que pone sus intereses personales por encima de cinco partidos políticos? ¿Cómo pactar con alguien que cree que la política se reduce al proyecto de un solo hombre cuando milita en un movimiento amplísimo, variopinto y que demanda inclusión, madurez, unidad y cohesión?

Los acuerdos que Sigamos Haciendo Historia están construyendo van de la mano de cinco partidos políticos. ¿Acaso no sabe que en el proceso interno se registraron más de 2 mil 500 aspirantes para las candidaturas de solo 217 municipios? Eso significa que no será fácil la conciliación tras unción del abanderado y el escenario se torna peor con la provocación e incitación a la división que promueve. 

Esta división, como ha quedado de manifiesto, ya comenzó a ser utilizado por los adversarios de la 4T, que ven felices la aparición de un agente provocador de rupturas. Solo basta revisar los tuits y retuits impulsados por panistas, priistas y yunquistas. 

¿Acaso esa es la forma en que Ignacio Mier Velazco apoya el Plan C que instruyó Andrés Manuel López Obrador para todo el país? 

 

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