En menos de seis meses quedó evidenciado que quienes mandan en el Ayuntamiento de Puebla despachan en otros sitios, por ejemplo, en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y el Consejo Coordinador Empresarial.
Estamos frente a un grave problema porque la ultraderecha poblana y los gerentes que tienen secuestrados a los organismos empresariales han reducido a Eduardo Rivera Pérez a un simple empleado que debe acatar sus órdenes y mandamientos.
¿Quiénes son los verdaderos patrones del edil panista? La respuesta no es sencilla, ya que existe una intrincada red de intereses que lo mismo atraviesan a rancias familias como los Rodríguez Regordosa, los Solana, los Díaz de Rivera, los Ocejo, los Mantilla, los Montiel, los Arrubarrena, los Pellico y los Quintana, por mencionar algunos.
El dato más importante es que detrás de Lalo Rivera hay dos grupos plenamente identificados, pero encabezados por una misma persona: Herberto Rodríguez Regordosa.
Me explico: Tras la derrota de Genoveva Huerta Villegas en la elección de la dirigencia estatal del PAN, hubo una serie de grupos de la ultraderecha que quedaron en el limbo. Los principales afectados –o al menos las cabezas más visibles– fueron Pablo Rodríguez Regordosa y Mónica Rodríguez Della Vecchia. Años atrás, ambos decidieron romper con Eduardo Rivera y sumarse al equipo de la exlíder estatal con la finalidad de continuar beneficiándose de la ubre panista, a través de candidaturas.
La apuesta no era equivocada, ya que Huerta Villegas controlaba el Consejo Estatal del PAN, la Comisión Permanente y muchos de los comités directivos municipales al interior del estado.
La operación electoral que impulsó Eduardo Rivera lo llevó a retomar el control del Comité Directivo Estatal e impuso a Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández y un sujeto que dice llamarse Marcos Castro. Nadie esperaba esa victoria. Se puede decir que fue un auténtico balde de agua fría para todos los aliados de Genoveva Huerta.
Así pues, Eduardo Rivera mandó un mensaje de fortaleza política para todo el panismo. El mensaje fue uno: la ultraderecha retomaba al partido y el alcalde era líder máximo.
Fue justo ese mensaje el que no cayó nada bien entre las familias custodias del PAN que veían a un alcalde más fuerte de lo que pensaban… y más peligroso.
Para nadie es desconocido que los jefes del Yunque tienen en Eduardo Rivera a su mejor carta política, pero siempre ha estado sometido a sus designios. Dejarlo crecer más de la cuenta resulta contraproducente porque, si bien nunca romperá con la organización, sí encareció la aduana para los beneficios a costa del poder.
En esa lógica, Herberto Rodríguez Regordosa diseñó una estrategia que le permitiría ensanchar su fortaleza política. El directivo de la UPAEP y líder de la Fundación de Empresarios por Puebla –que aglutina a todos los principales líderes del CCE– supo que ése era su momento y convenció a las familias de la ultraderecha poblana de que estaban frente a la oportunidad no sólo de retomar el control del PAN, sino de revivir las viejas glorias sustentadas en el erario.
La argumentación incluyó una buena dosis de grilla y sembrar dudas sobre Eduardo Rivera. La principal era su peligroso acercamiento con el gobernador Miguel Barbosa Huerta, a quien no le perdonan que los haya exhibido en su verdadera condición y los desnudara ante la ciudadanía. Mientras los ultraderechistas veían la tunda que el mandatario les propinaba, también eran testigos de un alcalde que prefería guardar un silencio sepulcral cuando era su deber salir a defenderlos.
Esa pobre y timorata condición de Rivera Pérez de rehuir a la confrontación o pretender quedar bien con todos, prendió los focos rojos. ¿Si ante tal embestida no fue capaz de dar la cara por sus jefes con mayor poder político, de qué sería capaz?
Fue así que los botones se activaron y comenzó la operación de Herberto Rodríguez para llenar el vacío. Primero se subió a la confrontación por la Universidad de las Américas Puebla, alentó el movimiento #UdlapLibre y aglutinó a diferentes sectores para respaldar a la familia Jenkins de Landa.
Luego vino la jugada maestra: poner a las fichas del PAN al servicio de la causa del patronato defenestrado. Así fue como observamos a diputados locales y federales utilizando las tribunas para provocar que el conflicto escalara. Eso se repitió en la dirigencia estatal y hubo manifestaciones de repudio en diferentes estados.
Con la reactivación de la vida en la casa de estudios cholulteca, Rodríguez Regordosa intentó vender la idea de que había sido un triunfo del movimiento #UdlapLibre que él tanto apoyó. Eso le valió el reconocimiento de los jerarcas de la ultraderecha.
A la par, al interior del Ayuntamiento de Puebla comenzó la operación real para controlar las adjudicaciones en todos los sentidos. El 10 de enero de este año, Fermín Alejandro García, jefe de información de La Jornada de Oriente, dio a conocer un dato revelador que dejó al descubierto la trama.
Cito su columna Cuitlatlán: “Se dice que en el ayuntamiento de Puebla se ha dado la orden –de manera verbal, no por escrito— que todos los actos notariales que se promuevan, por cualquier instancia del gobierno municipal, deberán recaer en una sola notaría pública: que es la número 9 cuyo titular es Rodrigo de Unanue Solana, quien de esa manera se estaría convirtiendo en el fedatario consentido de la administración del edil Eduardo Rivera Pérez.
“También se dice que atrás de esa decisión no estuvo el alcalde capitalino, pero si la poderosa dupla de Guadalupe y Bernardo Arrubarrena García, quienes ocupan dos de las posiciones más importantes en el ayuntamiento: la Sindicatura y la Secretaría de Administración Municipal, respectivamente, aparte de tener la peculiaridad de que son hermanos.
“Y que la decisión de favorecer al notario Rodrigo de Unanue Solana fue un acuerdo que se habría tomado entre destacadas familias del Yunque, la secta de ultraderecha que ha controlado al panismo poblano”.
Hasta aquí la cita.
Un dato adicional: Rodrigo de Unanue también forma parte de un selecto grupo de “empresarios” que controlan el Consejo Coordinador Empresarial.
Eso me lleva a la segunda vía impulsada por Herberto Rodríguez con la finalidad de someter a Eduardo Rivera: Los Cuatro Fantásticos.
Este grupo está integrado por Rodríguez Regordosa, Fernando Treviño Núñez, Carlos Montiel Solana e Ignacio Alarcón Rodríguez, mejor conocido como Taico Alarcón. Estos cuatro sujetos son los que han detentado el poder en el CCE y por ellos pasan todas las designaciones, movimientos y cambios en los diferentes organismos para que allegados suyos y de la ultraderecha sean los dirigentes. El mejor ejemplo es el de Luis Espinosa Rueda, un sujeto conservador que en diferentes ocasiones ha estado al frente de la Canacintra y esta ocasión fue la avanzada en el conflicto de la Udlap.
Los Cuatro Fantásticos serían los responsables de presionar al edil de Puebla para impulsar proyectos como los parquímetros, la concesión de alumbrado público y la concesión de los espacios publicitarios en paraderos peatonales, pendones y puentes en la capital poblana. Para nadie es un secreto que esta última metió en grave aprieto al munícipe con el gobernador Miguel Barbosa.
Carlos Montiel se desempeña actualmente como el coordinador de la mayoría panista en el Cabildo y es uno de los hombres que más habla al oído al alcalde.
Todo este amasijo de intereses es el que confluye en el Ayuntamiento de Puebla. Faltan más nombres, eso es evidente, pero con este acercamiento el hipócrita lector puede tener una idea más clara de por qué Eduardo Rivera podrá ser el presidente municipal, pero quienes realmente mandan están en otros sitios.