Lo ocurrido el domingo pasado en San Lázaro con la fallida reforma eléctrica sacó a relucir la esquizofrenia que vive actualmente Morena y quienes creen que pueden controlar a ese partido con la visión estalinista y de tribus que mató al PRD, su antigua casa.
En ese juego, el coordinador del partido en la Cámara baja, Moisés Ignacio Mier Velazco, quedó atrapado entre las patas de los caballos porque carece de las tablas política y conocimiento de los resortes del poder.
Achicado, arrinconado, marginado, el poblano veía cómo todos intervenían en una negociación que no pudo sacar y era fundamental para garantizar los 57 votos de la oposición. Al final, logró que el PRI -aliado natural de Morena- rompiera definitivamente y se lanzara a los brazos del PAN por un asunto de mero pragmatismo político.
En ese contexto, es necesario entender el mensaje enviado por el gobernador Miguel Barbosa Huerta: hay una nueva geografía y correlación de fuerzas políticas, tres bloques plenamente definidos (PRI-PAN-PRD/MC/Morena-PT-Verde) y un escenario totalmente favorable para que la izquierda siga creciendo, al grado de tener la posibilidad real que llegar a la sucesión presidencial con 24 gubernaturas en la bolsa.
En particular hay tres claves dictadas ayer por el mandatario estatal en su habitual conferencia de prensa matutina. Primero que nada, advirtió que tras lo ocurrido en San Lázaro y la postura asumida por el presidente Andrés Manuel López Obrador, la izquierda debe estar preparada “para lo que viene”.
Los bloques políticos -segunda clave- están listos para la pelea y eso provocará movimientos en los estados, pero en el caso del bloque Morena-PT-Verde hay un llamado específico para el partido del Tucán: “Que no nos falle el Verde, que no le falle el Verde al país”.
¿Quién o quiénes llevan la voz cantante en el Verde? No se devane los sesos: el canciller Marcelo Ebrard Casaubón, como parte de un abanico de fuerzas políticas que tiene en la mano para jugar sus fichas en la carrera por el revelo presidencial.
La advertencia de Miguel Barbosa no es menor y es precisa: Si el Verde traiciona a la izquierda, el costo será muy grave para el país. ¿Marcelo Ebrard estaría en disposición de sumar al Verde y a MC para afianzar su proyecto a costa de Morena y el presidente de la República? ¿Qué garantías hay de que el Verde y la camarilla que lo ha saqueado y regenteado por décadas cumplan con los acuerdos y no se echen a los brazos de otras fuerzas como ha ocurrido en el pasado?
El hecho de que la reconfiguración de los bloques políticos en el país genere una nueva correlación de fuerzas en las entidades -tercera clave- tampoco es menor. Las corrientes se adherirán de acuerdo con sus intereses y la apuesta que hagan será determinante para achicar sus posibilidades o acrecentarlas.
El asunto es que si Morena llega con 24 gubernaturas a la elección presidencial, el candidato de Morena podrá tener el respaldo de 24 gobernadores o 24 enemigos que son jefes de sus propias plazas. Como alguna vez escribió el periodista Mario Alberto Mejía, un candidato presidencial de Morena preferirá tener de aliado a un mandatario que le garantice el triunfo y no perder el tiempo con la designación de candidatos a las gubernaturas.
Dicha realidad no debe perderse de vista porque todavía hay ingenuos que creen que un senador o un diputado federal puede dictar ordenes al gobernador de Puebla.
El país desde su escenario nacional está dividido en dos corrientes: la izquierda y la derecha, no hay más. Bajo esa condición, México tiene frente a sí mismo dos opciones: el neoliberalismo que nos tiene sumidos en la pobreza, pero con la ilusión de que algún seremos un país de primer mundo; o una izquierda que está en la fase de construcción de su proyecto de Nación que, nos guste o no, está orientada a un Estado de bienestar.
Lázaro Cárdenas del Río impulsó la transformación más ambiciosa e importante de México después de la Revolución Mexicana, pero los siguientes presidentes experimentaron y concretaron el modelo del desarrollo estabilizador que nos permitió contar con un Estado que, bien o mal, ofrecía un abanico de opciones al ciudadano.
Todos se descompuso con la llegada de Luis Echeverría y terminó por morir con Miguel de la Madrid. Desde Salinas a la fecha hemos tenido gerentes al frente de la presidencia de la República, dispuestos a vender al país y a su propia mano por un plato de lentejas.
Por eso tampoco es extraño que López Obrador tenga como punta de lanza el control estratégico del litio. Es cierto que las posibles reservas de ese mineral no alcanzar para que la económica del país puede aferrarse, pero sí es una importante fuente de recursos e inyección económica. ¿Por qué cuidar este elemento? Porque es la nueva perla negra que hace babear sin recato a las empresas trasnacionales y empresarios que ya son multimillonarios. Es el nuevo negocio al que pretenden hincarle la dentadura, pero se toparán con pared.
Así pues, la nueva geografía y bloques políticos en el país solo llevan a velar armas y caer en cuenta de la profundidad que llevan las palabras de Miguel Barbosa: “Tenemos que prepararnos para lo que viene”.