La burbuja ultraderechista a la que sirve el alcalde Eduardo Rivera Pérez (aquí no es viceversa) siente preocupación.
El barco se hunde y apenas lleva unas cuantas leguas en mar abierto.
Los primeros siete meses de gobierno municipal han sido un fiasco y las alarmas se han prendido.
De seguir así, no hay más 2024 ni apuesta a la gubernatura.
El Buró de Encuestas y Análisis del Poder (BEAP), dirigido por el talentoso Rodolfo Rivera Pacheco, ofreció una demoledora radiografía que las autoridades municipales se niegan a aceptar, pero que confirman la realidad incontrovertible: Eduardo Rivera Pérez está muy lejos de ser el alcalde que prometió y está a años luz de materializar sus promesas.
La conclusión a la que se llega tras consultar dicha encuesta es que al frente del Ayuntamiento de Puebla tenemos a un presidente municipal mediocre, sin acciones que lo distingan, rebasado por la inseguridad, prostitución y ambulantaje.
Y, por si fuera poco, son más los ciudadanos que ponen en duda su honestidad y dividen su opinión sobre la mejora en servicios públicos como bacheo y pavimentación.
¿Puede un alcalde mantener ese ritmo fingiendo que no pasada nada? La respuesta es evidente.
Un dato que se puede extrapolar de la encuesta es que el famoso “bono democrático” que los ciudadanos ofrecían a las autoridades recién electas ha pasado a mejor vida. Tenemos sociedad urgidas de resultados, eficiencia y eficacia, así como de honestidad y confianza.
El modelo del actual gobierno municipal está muy lejos de cumplir con lo que la ciudadanía esperaba.
En su lugar encontramos ocurrencias por doquier, la enfermiza compulsión de inundar de multas y sanciones a los pobladores; la mini versión del modelo de negocio impuesto por el morenovallismo que ve en las arcas públicas la mejor opción para hipotecar el futuro a cambio de jugosos negocios para amigos y familias yunquistas.
Los contratos dirigidos y las sospechas de corrupción ya pegaron directamente a la imagen del alcalde. “¿Usted cree que en lo que va de gobierno, el presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez…? Ha sido más honesto al frente del gobierno municipal”. Es la pregunta directa. Y el resultado es igual: No, 37.2 por ciento; tal vez, 26.6 por ciento; sí, 26 por ciento y otro 10.1 que no sabe o no contestó.
El ciudadano está vigilando cada una de las acciones de su autoridad. “¿Me puede decir una obra o acción que haya realizado el presidente municipal Eduardo Rivera en lo que lleva de gobierno?”. La pregunta es realizada a tres meses de cumplir el primer año de gestión. No sabe, 44.3%; ninguna, 23.9%; pavimentación, 12.9%; mantenimiento de parques, 6%; bacheo, 3.2%; parquímetros, 2.2%.
A Lalo Rivera, de acuerdo con los resultados, lo conocen más por no hacer nada y sus parquímetros que por su ejercicio de gobierno. ¡Vaya consuelo!
Hace unos días, el INEGI dio a conocer su Encuesta Nacional sobre Seguridad Urbana, la administración panista obtuvo calificaciones que dejan mucho que desear: 90 por ciento de los poblanos se sienten inseguros; y el 70 por ciento cree que su gobierno no hace nada para solucionar los problemas que los aquejan.
La respuesta del munícipe pasó del rechazo a la descalificación del estudio.
Ahora, hay otra medición que confirma exactamente lo mismo. 61.4 por ciento de los encuestados cree que no ha mejorado la seguridad en el municipio. Y si se va más a detalle, 69.8% califica este mismo rubro como “el problema que las autoridades actuales no han podido resolver”.
¿A qué se refiere la gente cuando habla de inseguridad? Según el BEAP, a asaltos a transeúntes (49.8%), falta de vigilancia (17.3%), robo de autopartes (6.7%), robo a casa-habitación (5.4%), adicciones (4%).
En otras palabras, la calle que debería estar resguardada por la Policía Municipal es el sitio más peligroso para los poblanos.
Podemos seguir punto por punto, por ejemplo, el fracaso para regular la prostitución (58.6%) y ambulantes (43.5%), pero todo lleva a un solo punto sin retorno: No hay gobierno y si lo hay está rebasado, no goza de la confianza de la gente y a todas luces lo percibe como ineficiente.
Hasta los problemas de gobernabilidad no tienen parangón.
Y es entendible: el encargado del área, el puritano Jorge Cruz Lepe pretendía convertir al ayuntamiento de Puebla en el padrote mayor con su propuesta cosmética de enviar a las sexoservidoras a los hoteles del Centro Histórico para que no perjudicaran la imagen de la ciudad, lo que acrecentaría el margen de impunidad y extorsión.
Respecto a los expendedores callejeros, el funcionario enfrentó la primera revuelta con grupos de choque apostados en las calles aledañas del zócalo capitalino, medida que sirvió para que todo se radicalizara. No hay día en que los ambulantes no reten a la autoridad y tomen por horas o días calles importantes como la calle 5 de Mayo.
Eduardo Rivera tiene en sus manos su destino.
La encuesta nos revela que ha sido su propio enemigo.
La sociedad lo vigila, no hay impunidad ni cheques en blanco.
De seguir así, no dude que el barco naufragará llevándonos a todos entre los pies.
Tampoco dude que haya voces que pidan el ya famoso: “si no puede, que renuncie” como se lo demandaron a su antecesora Claudia Rivera Vivanco.
Los poblanos llevamos casi cuatro años de malos gobiernos.
La paciencia es corta, el desanimo mayúsculo y el cobro de facturas está en las urnas.
Ojalá y el Eduardo Rivera entienda, de una vez por todas, que con sus actuaciones como botarga (Lalito Bacherito, Lalito Naranjita, Lalito Reportero por Consigna, Lalito Doctorcito, Lalito Limpiadorcito de Postes, Lalito Encuestadorcito, Lalito Chanfle y hasta Lalito Pacientito del Dr. Simi) no se puede gobernar.