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viernes, noviembre 22, 2024

El oficio político de una reforma histórica

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La aprobación de la reforma al Poder Judicial logró lo que no habíamos visto en Puebla: la unanimidad con base en el consenso, lo que la dota de absoluta legitimidad.

¿Cómo es que se logró el voto unánime de los 41 diputados locales? Con mucha política. El gobernador Miguel Barbosa Huerta se reunió con cada bancada de la LXI legislatura, explicó la reforma, atendió dudas y explicó la trascendencia histórica de una iniciativa de esta naturaleza.

Uno a uno, los grupos parlamentarios procesaron el texto. El escenario previsto era lograr su aprobación con una mayoría de 34-35 votos a favor, mientras que los restantes siete o seis formaban parte del disenso natural que hay en todo poder legislativo.

¿Quiénes eran los opositores? En primerísimo lugar los panistas Mónica Rodríguez Della Vecchia, Rafael Micalco Méndez y Nancy Jiménez Morales. A quienes se le sumarían el bloque morenistas antibarbosistas: Daniel Mier Bañuelos, Iván Herrera Villagómez, Carlos Evangelista Aniceto.

La razón de último minuto para votar a favor de la reforma judicial hay que buscarla en tanto en la trascendencia de la iniciativa como en la avalancha política que se derivó de la misma. Los opositores no daban crédito que habían perdido el discurso y la posición política y, para no quedar al margen el momento histórico, asumieron su derrota y se subieron a la ola.

Pese a eso, hay varios puntos a destacar. El primero es la extraordinaria operación de Sergio Céspedes Peregrina, quien cumplió a cabalidad con las expectativas puestas para sumar a la mayor cantidad de votos a favor. Los lazos con la oposición y otras bancadas era clave para conseguir un triunfo avasallante.

Carlos Palafox Galeana y Jonathan Ávalos Meléndez, quienes desde la Consejería Jurídica del Gobierno del estado fueron los custodios de que no hubiera una aberración jurídica producto de las pasiones de los legisladores en el debate, pero también por el amplio respeto que mostraron al trabajo legislativo.

Eduardo Alcántara Montiel, coordinador de la bancada del PAN, presidió los trabajos desde la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales, lo que inyectó mucha legitimidad pues la oposición sería la encargada de llevar una parte de la discusión de las comisiones unidas. El desenvolvimiento del panista fue incluso reconocido por la dirigente estatal de su partido, Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández, quien acudió al recinto para dar su espaldarazo (además de vigilar que no hubiera ninguno de sus compañeros que se echara atrás en la votación positiva).

El priista Jorge Estefan Chidiac también fue pieza clave en esta discusión. Aquí se vio -como en muchas otras ocasiones- su experiencia parlamentaria. No dejó que las emociones se entrometieran en el debate, buscó alternativas para dar cauce a las propuestas de sus compañeros para modificar la reforma y demostró que su bancada puede ser una extraordinaria aliada en temas en común a favor de los ciudadanos.

La muestra evidente del oficio político del gobernador Miguel Barbosa Huerta llevó a buen puerto una reforma que en años anteriores hubiera sido impensable, pues nadie se atrevía a romper con la cascada de intereses que se manejan en el Poder Judicial. Solo aquel que construye un nuevo régimen sustentado en la transparencia y el combate a la corrupción puede poner en marcha un plan de transformación tan vanguardistas como el que Puebla tendrá.

No hay ningún estado del país que tenga un Poder Judicial de este tipo, por lo que la reforma terminó siendo la gran reforma.

Nuevos aires soplan en la entidad. Aires que nos dicen que una transformación es posible.

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