La propuesta del Ayuntamiento de Puebla, sobre el grave problema de prostitución en el Centro Histórico, ha dejado ver la pequeñez de miras del edil Eduardo Rivera Pérez para afrontar un problema social que requiere más que un buen deseo, cruzado de mochería.
A la par, permitió comprobar que el secretario de Gobernación municipal, Jorge Cruz Lepe, ha quedado rebasado en cuanto a su concepción de gobernabilidad, dejando abierta la puerta a muchas interpretaciones, entre ellas, el lucrativo negocio de la prostitución.
Por lo poco que se sabe, ya que otra de las características de la gestión panista es esconder toda la información posible, las autoridades municipales pretenden sacar de las calles a las mujeres en condiciones de trata sexual y utilizar los hoteles de la zona para que allí ejerzan su “actividad”.
Las propuestas van desde habilitar 16 casonas en el Centro Histórico hasta utilizar hoteles en diferentes puntos, como el callejón Variedades.
De entrada, la Asociación de Hoteles y Moteles del estado de Puebla ya le mandó a decir a Eduardo Rivera y a su despistado secretario de Gobernación, que muchas gracias por la propuesta, pero no la aceptarán por una sencilla razón: no quieren ser los que paguen los platos rotos.
Los hoteleros hace años accedieron a poner en marcha una propuesta similar, pero con el paso del tiempo se convirtió en un pretexto para ser chantajeados y extorsionados por el Ayuntamiento en turno, así como por otras autoridades que acusaban a los propietarios de solapar actividades de delincuencia organizada.
Teniendo como base ese rechazo, la propuesta de Lalo Rivera y el monaguillo Cruz Lepe es, por decir lo menos, insuficiente por haberse probado su fracaso.
El asunto se torna más complejo debido a que, tal y como se ha planteado la propuesta, no hay una solución de fondo hacia el conflicto multifactorial, en el que converge el crimen organizado, la pobreza hasta la radicalización de la brecha de género y un asunto de decisión personal.
Claudia Rivera Vivanco, quien se ufana de ser feminista y progresista, acompañada por la otra supuesta feminista Catalina Pérez Osorio, secretaria de Igualdad Sustantiva municipal, dejaron que el problema se saliera de control y, bajo el argumento de que su gestión no discriminaba a nadie por sus decisiones, abrieron la puerta para que un auténtico delincuente se entronara como el gran padrote del Centro Histórico: Federico N, actualmente detenido.
En tres años, por ejemplo, el número de sexoservidoras pasó de 400 a 850 personas y todas pasaban por el control del líder de la organización de vendedores ambulantes Fuerza 2000. El desbordamiento fue evidente: en medio de la pandemia, mujeres de todas las edades –incluidas menores de edad– hacían filas en las calles en espera de clientes. La crisis que derivó de la Covid-19 provocó una doble vulnerabilidad en ese sector social.
El dejar hacer y dejar pasar de Claudia Rivera fue una de las medidas más deleznables para una autoridad que se decía progresista y feminista. ¿Dónde quedó la sororidad para aquellas que eran parte de la red de trata de Federico N?
Y cuando se esperaba que la edil morenista se fuera y llegara un gobierno medianamente sensato, nos enteramos que Eduardo Rivera y Cruz Lepe son peores, ya que el negocio de la prostitución seguirá más vigente que nunca, pero en lugar de que las prostitutas den un espectáculo muy feo en las calles, ahora estarán escondidas en casonas, hoteles y donde se pueda.
La apuesta, además, es un contrasentido a la propuesta que realizó en diciembre de 2020 como regidora Augusta Valentina Díaz, hoy dirigente estatal del PAN, de llevar a cabo mesas de discusión, involucrar a la mayor cantidad de instituciones y especialistas, así como escuchar a las principales implicadas. La iniciativa fue un golpazo contra Rivera Vivanco, ya que un partido conservador le explicaba cómo debían hacerse las cosas.
El problema es que el actual gobierno panista está muy lejos de hacer mesas de discusión y consultas, ya que desde su óptica los problemas sociales deben solucionarse según su criterio y si eso no es suficiente, entonces, la realidad está mal.
¿Será que Augusta Díaz no le ha explicado al edil que la postura asumida por su gobierno no sólo es aberrante, sino que es contrario a todos los factores mínimos para garantizar una adecuada gobernanza? Parece que no.
¿Si todo esto ha demostrado ser un fracaso, por qué seguir empecinados? La respuesta, como le decía más arriba, sólo deja paso a las especulaciones y la que prevalece sobre todas es el lucrativo negocio que representa la prostitución, nada más que ahora controlado por el monaguillo Jorge Cruz Lepe y el edil Eduardo Rivera.
¿Acaso, a parte de su ambición por ser gobernador en 2021, en su visión Eduardo Rivera también aspira a ser considerado como el nuevo gran padrote de la capital?