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martes, diciembre 3, 2024

El día que no tuvimos presidente

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Un par de sujetos a bordo de una motocicleta llegó al Centro de Vacunación de la colonia Francisco I. Madero. Poco les importó que el sitio estuviera atestado por cientos de menores de edad, acompañados de sus padres de familia, para recibir el biótico.

Uno de los tripulantes se acercó a una persona, sacó un arma y disparó a quemarropa.

El caos se apoderó de todos los presentes.

Los videos e imágenes que circulan exhiben a niños y adultos tirados en el suelo con el rostro blanquecino por el susto; menores llorando, mujeres al borde de la histeria.

El ataque dejó dos niños y dos adultos heridos.

Un medio de comunicación dijo que los atacantes iban por La Zorra, un sujeto que había estado preso por narcomenudeo y homicidio doloso.

La especie no fue confirmada ni desmentida por las autoridades. Solo se concretaron a informar que se habían realizado “detonaciones de arma de fuego contra una persona que ya fue identificada, misma que se encontraba en la zona de una jornada de vacunación”.

Al cierre de esta columna no había certeza sobre la hora exacta de la agresión, la identificación de los lesionados, el hombre al que pretendían asesinar ni las razones del ataque.

Un vacío de información cubrió el suceso, como si no ahondar en el tema haría que se olvidara o desapareciera.

Fue hasta pasadas las 14 horas cuando, la Secretaría de Seguridad Ciudadana municipal difundió un escueto comunicado de prensa que no aportó mayor información a la que medios de comunicación habían dado a conocer durante la mañana.

No hubo rueda de prensa ni acción de gobierno ante la crisis.

Es más, los reporteros de la fuente policiaca proporcionaron más información a la ciudadanía que las mismas autoridades municipales.

Por la Dirección Municipal de Protección Civil se supo que los heridos estaban fuera de peligro y eran atendidos.

Al filo de las 16 horas, comenzaron a circular imágenes de la secretaria de Seguridad Ciudadana municipal, Consuelo Cruz Galindo, en el sitio del ataque, pero ni un dato más.

¿Y el presidente municipal Eduardo Rivera Pérez?

Desaparecido.

Ni una sola línea en sus redes sociales para dar certeza y tranquilidad a la ciudadanía.

No hubo siquiera un mensaje del dispositivo para capturar a los responsables.

¿Qué si había en las cuentas oficiales del alcalde panista? Un tuit en el que presumía haberse “echado” una “cascarita” y hacer ejercicio. Iba acompañado por otro tuit con un video y la frase: “¡Sin miedo al éxito! Contigo y con rumbo en la Central de Abasto”.

“¡Sin miedo al éxito!”

Por el silencio del alcalde todo el día deberíamos interpretar que tampoco deberíamos tener miedo a las balaceras.

¿Qué lleva a un edil a mostrar tal nivel de insensibilidad ante un hecho que ocurrió en su jurisdicción y es su responsabilidad atenderlo, combatirlo y aplicar la ley?

Esa respuesta solo la tiene Eduardo Rivera Pérez.

Pero por lo que hemos visto de su gobierno la única estrategia de gobierno es evadir, evadir, evadir y evadir todo tema, problema, asunto o circunstancia que tenga un costo político.

Tan es así que en lugar de enviar un mensaje a las familias que vivieron en el caos del atentado, prefirió presumir “nuevas inversiones” para un parque industrial.

¿Dónde están los asesores del alcalde? ¿Dónde está el empleado con el pomposo nombre de Gerente del Ayuntamiento de Puebla?

¿Por qué hay una predilección casi enfermiza de salir retratados disfrazados de barrenderos, bacheros, médicos, pacientes y, por el contrario, se niegan a dar la cara y asumir su papel de autoridad?

Este martes 28 de junio de 2022, la ciudad de Puebla vio con tristeza que no tiene presidente municipal.

Al menos no el que se requiere para la metrópoli en la que habitamos.

No tenemos un presidente que acompañe a las víctimas y testigos del hecho de violencia que consternó a la opinión pública.

No tenemos un presidente que esté dispuesto a dar la cara ante los problemas que surgen.

Por el contrario, hemos atestiguado que sí tenemos a un presidente que envía grupos de choque para enfrentar a vendedores ambulantes.

A un presidente que está más interesado en llenar las arcas de la tesorería a costa del bolsillo de los ciudadanos, ya sea por imposición de multas -al ritmo de una cada 16 minutos- o el cobro de parquímetros.

A un presidente dispuesto a contratar deuda, a pesar de que le han demostrado que tiene más de mil 400 millones de pesos en cuentas bancarias.

A un presidente que prefiere dar jugosos contratos salpicados de sospechas de tráfico de influencias y orientados a beneficiar exclusivamente a la cofradía confesional a la que pertenece.

Y también tenemos a un presidente que cada día se queda más solo por su estulticia política, que solo se cerró las puertas de Casa Aguayo y que pese a tener un gobierno caótico sueña con ser gobernador en 2024.

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