El lunes pasado, en La Mañanera, la palestra pública más importante del país, el presidente Andrés Manuel López Obrador fijó una postura que influye directamente en la sucesión a la gubernatura en 2024: La herencia del poder hacia esposas, familiares y amigos por parte de los hombres de poder.
En Puebla, muchos han apostado porque la investigadora Beatriz Gutiérrez Müeller sería una de las aspirantes a la candidatura de Morena a la gubernatura.
Los matraqueros de la especie van desde columnistas hasta la familia de caciques Vélez Pliego y las rémoras que quedan del equipo de Claudia Rivera Vivanco.
Es verdad que el presidente de la República nunca afirmó que su pareja tuviera intereses políticos, así como tampoco le cerró el paso a nada, pero su respuesta dejó en claro los alcances y opiniones de este espinoso tema.
En el Palacio Nacional, un reportero del caribe mexicano interrogó a Andrés Manuel López Obrador sobre el nepotismo en la política mexicana. Para ser más específico, especificó que en Quintana Roo, la dirigencia de Morena fue atestada de esposos y parejas de presidentes municipales.
Sin dar tregua, el mandatario federal de inmediato tomó la pregunta para advertir: “Ya saben cuál es mi opinión, aquí lo he expresado, pienso que son lacras de la política del viejo régimen que se tienen que ir borrando, el amiguismo, el influyentismo, el nepotismo, todas esas lacras de la política, pero son procesos que llevan tiempo porque se arraigaron mucho”.
Y, agregó: “Estuvimos a punto de que las esposas de gobernadores, de presidentes, actuaran como candidatas y llegaran a ocupar cargos. Y se puede decir: ‘Bueno, tienen derecho, porque la Constitución establece que todos tenemos derecho a votar y a ser votados. ¿Por qué ellos no?’ Pues no, porque es inmoral, puede ser legal, pero no es moral, y la política es un imperativo ético. Si yo promuevo a mi esposa, le ayudo, por mi investidura, por lo que represento, eso no es ético.
“Aclaro porque, si no, no me va a ir bien, de que Beatriz (Gutiérrez) está dedicada a otras actividades, ella es muy feliz como maestra, como investigadora, no aceptó ser primera dama. Ahora sí que, como diría el juez Montielito, ‘cambia de ejemplo’.
“Pero no debe de haber nepotismo. No conozco lo que me estás planteando, si es cierto, cómo se dieron las cosas, pero aun cuando sea legal, en los partidos es una mala costumbre de meter a los familiares, esposos, esposas, hijos, y eso no está bien porque no hay equidad; claro que la señora o el señor de una mujer o de un hombre dedicado a la función pública o a la política tiene ventajas, es el esposo de la diputada, es la esposa del diputado. Pero, bueno, esa es mi opinión”.
Hasta ahí la larga cita.
No se necesita ser un genio para entender el mensaje detrás de líneas y por qué la esposa del mandatario federal no puede ser considerada como una de las aspirantes a la gubernatura.
ENTRELÍNEAS
El exsecretario del Trabajo estatal, Abelardo Cuéllar Delgado, está sumamente preocupado.
Desde hace varias semanas tomó la decisión de irse de Puebla.
El proceso judicial en su contra por litigar en contra del gobierno al que servía está más vivo que nunca.
La razón de la huida es sencilla: Ya se giraron las primeras órdenes de aprehensión en su contra.
Tic, tac.
