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jueves, noviembre 21, 2024

Una humilde explicación

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Cuantas veces en la vida diaria, en algún reclamo con razón, subes un poco el tono o pones una palabra o gesto de más. El problema inicial, pasa a segundo término y toma como tema central la subida de tono, el gesto o la palabra de más. El tema inicial pasa a segundo término porque la otra parte no tiene o no quiere reconocer su error y toma como bandera lo sucedido después como defensa. A mí, mil veces me pasa y la situación inicial no se compone, ni se le da respuesta y se vuelve estéril el intercambio de ideas al no saber o no querer reconocer el error.

Esto está pasando con el Puebla de la franja. No se ataca, no se reconoce la raíz del problema; por lo tanto, no se le da solución y ahora se sale por la tangente si un grupo o todos los aficionados no aprobaron el desenvolvimiento del equipo el pasado viernes en el octavo empate de 11 juegos disputados.

Empezaré a enumerar las causas imponderables, las causas con las que no cuentas y que es casi imposible predecir, simplemente suceden. Aristigueta ya no juega desde la fecha 4. Barragán como substituto no lo hace mal, pero la función de alargar la cancha, crear un espacio en su frente para ser aprovechado por los que vienen en segunda línea, ser una salida ganadora en el juego aéreo y propiciar la segunda jugada, ser referente en el juego defensivo en pelotas a balón parado, son funciones que no se tienen en un equipo diseñado para todo esto que suman los últimos ocho juegos. Seguimos. La lesión de Gularte en los últimos siete juegos, dejando de tener la solvencia defensiva, las incorporaciones por sorpresa a la ofensiva y la más difícil, tener que poner a Reyes en su posición, tapando un hoyo, pero descubriendo otro, el de ser compañero, Reyes de Mancuello en la contención y así liberar a este último para ejercer o ser el principio del juego ofensivo.

Tenemos más. La lesión de Fernández en los tres últimos juegos que provoca la nula sociedad que existía con Cortizo por derecha y con Araujo por izquierda. Del gran triángulo ofensivo del Puebla, solo aparece Cortizo, que lo tiene que hacer de una forma individual en sus conducciones y que ya dieron gol, pero alejados al espíritu del equipo.

Todos estos imponderables provocan que, de los ocho empates, en seis juegos el equipo siempre fue ganando, pero sin la fuerza o el empaque para liquidar al rival con el segundo gol. No hay volumen de juego, se pierde la constancia de llegada, se cede la mitad del campo y a la postre, se le da la oportunidad al rival para empatar: seis veces de ocho juegos. En otros dos se logró empatar, contra Cruz Azul y un juego perdido en la recta final contra Xolos con marcador de 1-3, se logra ponerlo 3-3 con el estilo que había tenido en las tres últimas temporadas. Después, con equipo completo, se ganaron los dos primeros y se tuvo el peor partido del torneo contra San Luis en un 0-0 en casa.

Los cambios no surten efecto a como nos tenían acostumbrados por la razón de que los que entraban, ahora están en el 11 inicial, entonces se toma a los de la tercera línea que poco han podido hacer para sacar el juego. Sigo en la creencia que este equipo sin imponderables de lesiones, es de los que mejor juegan en liga MX, tanto para ocupar uno de los primeros cuatro lugares.

Ahora, olvidemos estar en esos primeros cuatro porque ya la distancia de ocho puntos, en 18 por disputarse, se hace larga. También olvidemos el lugar 5 y 6 por la misma razón: son siete puntos de diferencia. Sería un gran logro terminar en lugar 7 o 8 para poder recibir en casa el patético repechaje. Ahora, si la cabeza del equipo se empecina en tomar otro tipo de cuestiones y no le da, con lo que tiene, que es más que el último torneo, está a dos puntos de ocupar el lugar 13 y eso, con toda la problemática que han tenido que pasar, si sería un fracaso o una pérdida de foco total. Se tiene que vivir el aquí y el ahora y el señor Larcamon y su grupo saben cómo salir adelante.

Los abucheos son clásicos y característicos de la afición Poblana, que, dicho sea de paso, tienen razón en ejercerlos, porque, en este ciclo así nos acostumbró el técnico en turno y si te tienes que comer un sapo, ni modo, te lo comes; tiempo tendrás para degustar un gran filete.

Le quedan seis juegos, cuatro en casa y dos de visitante, cuestión que para este grupo pasa a segundo término: en todas las canchas sale a ganar y quizá, visto los últimos acontecimientos en casa, los juegos de local se le pueden hacer más difíciles por la presión que ellos mismos se han puesto.

Para mí, el vaso está medio lleno. Del técnico y su grupo esta acabarlo de llenar.

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