Este lunes, en el café, en los bancos, en el estacionamiento, en los semáforos, vamos, en cualquier punto que te encuentres a aficionados, o no tan aficionados, del equipo Puebla de futbol, el comentario general es de la última derrota en Minnesota contra el equipo local.
Lo primero que se me viene a la cabeza es que, si la mitad de los que opinan fuera al estadio, exigirían un mejor manejo del equipo y actuarían en consecuencia de la labor en general del equipo que lleva el nombre del estado, otra cosa tendrían como resultado.
El equipo, propiedad de TV Azteca, tiene como negocio principal el hacer televisión. Al comprar franquicias de equipos, su labor de hacer televisión se facilita porque compran al actor, compran el derecho de llenar su programación, con un costo menor al ser los dueños.
Desde 2018 que adquieren la franquicia y que terminando 2023, serán cinco años de propietarios. El gasto por año es de alrededor de 400 millones por año. La televisión le da al equipo 100 millones como compra de transmisiones. Un equipo como Necaxa, que cobra poco esos derechos, gana alrededor de 120, pero solo para México, después esos mismos derechos, los vende para las televisoras de Estados Unidos en otra cantidad parecida. En el caso del Puebla esos derechos no entran en los dineros que maneja el equipo. Este cobro lo hace directo Azteca, pero no lo da para el funcionamiento económico del equipo. Entonces el Puebla tiene que ver de qué forma logra sacar los 300 de diferencia entre lo que les dan y lo que gastan.
Desde la venta de Loroña en 2019 hasta la última venta que quizá fue Tabo, casi todos en la época de Larcamón, el equipo vendió cerca de 60 millones de dólares, que en pesos son mil 20 millones. Con ese dinero más los 100 por año, da un total de mil 500 en esta época de la televisora, más taquilla, más venta de producto en el estadio, publicidad, etcétera, el equilibrio financiero para el propietario ha sido bueno: el equipo, dado los números, basado en su modelo de negocio, está obligado a vender jugadores.
Todos los torneos, al empezar y en el papel, el equipo no llama mucho la atención, pero después de las 17 fechas, la gente se entusiasma porque los jugadores se acomodan, se convencen y dan resultado, tanto que muchos de ellos fueron vendidos, no por lo que habían hecho y si por lo que hicieron en el Puebla. Esta realidad no le den vuelta y lo más doloroso es que se hace ante el cobijo de un nombre de hace 80 años llamado PUEBLA.
Cada quien pone las reglas en su negocio, pero el fastidio es que está respaldado por un gran nombre. El ser dueño de un bien, no te da el derecho de hacer lo que quieras con ese bien. Si tú tienes un coche, con la factura a tu nombre, no te da el derecho de estrellarte contra un poste o ir a 130 kilómetros por una avenida ni prenderlo con un cerillo. No te da el derecho porque afectas a terceros, porque el poste no es tuyo, la avenida tampoco es tuya y al incendiarlo, los humos que emanen provocarán molestias al medio ambiente. Esa es mi discusión con usar el nombre del Puebla, propiedad privada el derecho de administrarlo, pero sin ninguna ventaja para Puebla y los Poblanos.
No hay municipio en el estado, a los cuales me invitan para dar pláticas, que no me pregunten por el equipo. Puebla no es Angelópolis o Lomas, Puebla es un estado muy grande, de más de seis millones que lo habitan y que no tienen ningún provecho por usar el nombre de su estado. Y no es demagogia o trabajo social, es obligación del dueño de ser más parejo y menos ventajoso; tú sacas provecho, tú pagas por sacar ese provecho.
De tener un equipo con mayor inversión, olvídense. Ese modelo no se va a practicar porque la manera de llevar al equipo está lejos de lo que la afición pide: hacer un programa de televisión al menor costo y cuando esto no funcione, el equipo se venderá y solo se quedarán con los derechos de televisión. Eso, lo veo venir para diciembre próximo o mayo del próximo año. El equipo no tendrá a quien vender, la gallina dejará de dar huevos, las personas encargadas de ver a quien traían ya no están, el jefe de producción que sacaba agua a las piedras está en otro lado, mismo lugar que ya se llevó a cuatro que estaban aquí con mucha proyección.
El señor gobernador pide un equipo que compita y que se acerque a los poblanos. Él autoriza el préstamo del estadio Cuauhtémoc, pero ellos no pagan con la misma moneda. Parecería que el deporte profesional es lo menos importante, pero el fenómeno social que acarrea dentro del estado sí es muy importante y muy codiciado: solo 14 estados tienen futbol de primera división y los otros 18 estarían felices de tener un equipo. No se trata de obligarlos, pero sí de convencerlos de cuáles son sus obligaciones, de carácter moral y social: no cualquiera es POBLANO.