Totalmente unilaterales estas decisiones de FIFA. Al no considerar que el organismo no es propietario de los jugadores que intervienen, al no darse cuenta la carga de trabajo por sus calendarios abultados y repletos de partidos en sus ligas, al no darse cuenta de que frenan a los aficionados de los diferentes equipos en todo el mundo de seguir cultivando esa devoción que manifiestan semana a semana por sus equipos. Aquí hago un paréntesis: el torneo mexicano tiene que parar en su última fecha jugada el 12 de noviembre, hasta el 23 y 26 para efectuar el Play in y después ya para el 29 estar los ocho mejores. Seis equipos que clasificaron entre los primeros lugares, su primer premio es parar 15 días para seguir su peregrinar hacia el título.
El único y valioso argumento que tiene FIFA es que al ser el organismo rector y todos tienen que estar afiliados a ellos, son juez y parte; se hacen del derecho de usufructuar con los derechos de todos los equipos mediante eliminatorias de toda índole y partidos amistosos. El caso es tener la mayor cantidad de partidos, con costo cero y ganancias múltiples. Los imponderables que ocasiona esta extrema actividad no les importa, ellos se dan el derecho de organizar sus competencias, sin tiempo y sin forma.
Más allá de los parones de los torneos y la vuelta a comenzar, está el factor humano: tras cada fecha FIFA, se contabiliza no menos de 20 jugadores con lesiones musculares, propiciado por la sobrecarga de partidos. Viajes, entrenamientos nuevos, publicidad, partidos en diferentes países en cosa de siete días, etc., sacan al jugador de su rutina cotidiana y a la postre, llega la lesión. Luego, tratando de tapar el sol con un dedo, a un jugador que gana 30 o 40 millones al año, pagados por su club, se le indemniza con 7.5 millones y se lavan las manos. El club paga las consecuencias económicas y deportivas; no podía ser de otra manera.
El día que hagan menos pesados los calendarios y lo más importante, que separen los mismos, tiempo para calendarios de club y tiempo para calendarios de FIFA, las consecuencias no serán tan drásticas y menos unilaterales para FIFA. Nueve meses para club, dos para selecciones u una para descansar todos.
En un mundo ideal, con sentido común, sin avaricias y justo, esto sería ideal, el problema es que los dueños del balón, la FIFA, no quiere que su maquinaria, jugadores y equipos, ya puesta en marcha, paren un solo día. Quizá en navidad y fiesta de año nuevo, dejarán a los jugadores acudir con su familia, pero al otro día, se encienden la luces que el negocio ya perdió dos noches y se tendrán que recuperar. Un ejemplo de esto: al término de la liguilla del futbol mexicano, empieza el mundial de clubs y entonces a tomar aviones de 15 o más horas, aclimatarte a tu nuevo escenario y a disputar el torneo. Sea cual sea el resultado, tendrás que regresar para estar listo para el comienzo del nuevo torneo. Todo esto en menos de un mes calendario.
Mientras no exista esa separación o ese reparto de tiempos, lo humano seguirá siendo lo menos importante para una organización que hace mucho perdió los valores mínimos que profesar.
Los invito, con tristeza, que cuenten en esta liguilla mexicana, cuántos jugadores caen por desgaste o fatiga muscular. Ojalá me equivoque.