Hoy 31 de enero, se cumplirán 63 días para que el futbol mexicano, por medio de su dirigente, dé a conocer su plan, que en verdad no sé si será a mediano o a largo plazo y que tocará puntos que al cabo de muchos años nadie ha querido tocar.
Cuando alguien tiene una deuda, se fija una fecha para el pago con sus respectivos intereses. Si esta deuda no se paga en la fecha acordada, vendrán los intereses moratorios. La deuda que tienen los que dirigen el futbol, cada día va en aumento, y a los tres días en los que no cumplieron su famoso anuncio, se los descontamos, no importan, con tal de que se den anuncios y acciones que en verdad sirvan para el verdadero lanzamiento del futbol mexicano.
Si es su carpeta de informe, solo tienen en nombre del técnico nacional, su posible asistente institucional y diferentes cargos de pantalón largo en su organigrama, la deuda seguirá, solo se abonarían monedas a tan grande deuda.
Ahora, si todos los dueños se unen, ceden, y hacen a un lado su negocio particular tal como reducir los extranjeros y poner candados para garantizar la calidad de los mismos, reponer el ascenso y descenso, vender al mejor positive los derechos de la selección, abolir el repechaje, más sport unidades a los jóvenes de fuerzas básicas, reglamentar a los representantes de jugadores que, por cierto, hoy son dueños de equipos, facilidad a las jóvenes promesas de jugar en Europa.
Si cumplieran con eso, su deuda quedaría en ceros, pagando intereses de todo tipo y lo más importante, siempre serán recordados como una asociación que fue la primera en pensar en lo deportivo y que lo económico, por añadidura, llegara en costales.
Pero este 31 de enero que cumplo 64 años, mi escepticismo va al alza. Cada día creo más en el juego y en las bondades sociales que otorga, en la disciplina de vida que te da y en la forma sana que conlleva su práctica, tato dentro como fuera de la cancha.
Lamentablemente y conociendo la codicia humana, solo nos darán atole con el dedo y el futbol como máximo entretenimiento nacional, cada día será menos nacional y más particular.
Qué ganas tengo de equivocarme.
