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lunes, abril 29, 2024

Aprender a competir: Nulo escenario

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Mil y una causas se han expresado por el último resultado vs EUA. Para mí solo hay una y de esa se desprenden muchas más, en el orden y lugar que quieran. 

Esta causa se llama el no saber COMPETIR, porque el sistema de desarrollo y competencia disfrazada en negocio no ofrece las condiciones para que los jóvenes, buenos, regulares y malos, aprendan a competir. 

Recuerdo perfectamente mis inicios como formador, más enfocado al ser humano que al futuro jugador y que me hizo recordar una entrevista que dio Joaquín Velázquez a un medio poblano. Solo hago una pausa en su respuesta, cuando le preguntan qué era lo diferente el equipo del Puebla que ascendió. Sin dudarlo respondió que era un grupo que competía todos los días.  

El cómo pasaba esto no lo escribo, pero, regresando a las épocas de formador, ese equipo que ascendió tenía a 16 jóvenes que pasaron por casi todas las categorías de formación. Jugábamos todos los fines de semana en un torneo con 8 equipos de fuerzas básicas de la zona, siendo Morelia el más lejano. En cuatro categorías, dos iban al lugar que tocaba y de esa institución dos venían al estadio Zaragoza.  

Nuestros equipos no tenían la brillantez de los grandes, quizá la generación 1986 tenía los mejores jóvenes, pero las otras tres se mataban en la cancha, nadie quería jugar contra nosotros porque en verdad competíamos contra todos.  

Aquel joven que no tuviera esa sangre de superación diaria le daba las gracias, no por su calidad y sí por la falta de lucha. Muchos jóvenes con excelentes condiciones no tenían la mentalidad de saber trabajar en grupo, de ser solidario con el esfuerzo de los demás y no dar lo suyo en favor del grupo; en una palabra, no sabían competir. 

Hoy en ninguna institución, quizá el América sea la excepción, los jóvenes van avanzando de categoría por el simple hecho de estar en el carrusel de etapa de formación; el de la 16 sube a la de 18 y este a la 20 y este a la 23. De todo ese proceso, pocos debutan en el máximo circuito, que también tiene la particularidad que no tiene competencia, no te brinda esa posibilidad que, en cualquier actividad, para tu superación, necesitan ejercer. 

En un torneo en que el lugar 10 puede ser campeón, lugar que ocupa si en las últimas 4 fechas logra 8 o 10 puntos. Clasifican 10 de 18 y del 7 al 10 se hace un logro estar en ese grupo. Del 11 al 18 no pasa nada, sacarán al técnico y se dirá que estuvieron a punto de lograrlo. Los lugares 16,17,18 es mentira total que pagan multa. 

Ésa no se paga, entonces es lo mismo quedar en el 14 que en 18. No existe la competencia. El Sr. Lozano, jugador mexicano y que juega en Europa, lo dijo en entrevista, refiriéndose a lo que se juega en Europa cada fin de semana, en contraparte a lo que se juega en México, declaración cierta pero fuera de lugar al ser partícipe. Una entrevista no es lugar para decir tu parecer. 

En EUA hay entre 500 a 600 organizaciones, profesionales y de escuela que forman jugadores y que muchos de ellos no pasan por las dos o tres ligas profesionales del país. Su federación o buscadores de talento se los llevan a Europa para acabarlos de formar. No es de extrañarse que en muchos equipos de diferentes niveles en Europa te encuentres jugadores estadounidenses. En México parece que la formación es un mal necesario, sin seguimiento y sin oportunidades para los jóvenes. Es mejor acomplejar tu plantel con 9 lugares de foráneos que te ofrece el reglamento, antes de darle oportunidad a un joven que de cualquier forma ya tiene un costo en 4 o 5 años dentro de tu organización. En esos años, principios del 2000, cada jugador de los 80 que tenía el Puebla, por cabeza, entre sueldos de entrenadores, arbitrajes y viajes de torneo, doctor, uniformes, etc, el costo por cabeza era de 35 mil al año. Después de años, con la primera venta de muchas que hubo, se pagó esa inversión y lo más importante, se le dio una identidad a la institución. Recibimos un equipo que en ascenso costaba 5 millones de pesos y ahora, 18 años después, cuesta entre 50 a 80 millones de dólares. Entonces no fue gasto lo que se hizo, fue una inversión, y todo en base a saber competir. Después de aprender eso ya fueron buenos jugadores y todos grandes seres humanos y que siguen compitiendo en diferentes áreas. Estas generaciones fueron inspiración para otros muchos jóvenes y la afición se llenaba la boca cuando decía: “Soy Poblano y arriba el Puebla”. 

Qué cerca del infierno y qué lejos del cielo estamos. No se compite porque no hay medios para ello. 

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