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jueves, noviembre 21, 2024

Respaldo y enojo

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Sin ser un “puro” de Morena ni tener ínfulas de superioridad moral como tanto presumen los fundadores de ese partido, José Chedraui Budib logró lo que Alejandro Carvajal Hidalgo y Claudia Rivera Vivanco no han podido: Sumar a los contrarios en un proyecto común que permita al partido guinda arrebatar la alcaldía de las manos del Yunque y el PAN. Desesperados por el empuje logrado por el empresario, el diputado federal y la exalcadesa planearon una marcha de supuesto apoyo a la 4T, Claudia Sheinbaum Pardo y Alejandro Armenta Mier, pero que en realidad fue un fallido acto para impulsar sus alicaídas aspiraciones. El viernes pasado, Pepe Chedraui recibió el respaldo de seis de los 10 principales aspirantes: Los petistas Antonio López Ruiz, Nora Merino Escamilla y Mónica Silva Ruiz; así como de los morenistas de cepa Gabriel Biestro Medinilla, Leobardo Rodríguez Juárez e Iván Herrera Villagómez. El regidor Leobardo Rodríguez dio en el clavo al decantarse por el empresario: “Las reglas de competencia siempre han sido claras: entre las y los inscritos, quien tuviera mayor competitividad debía representarnos para poder recuperar la alegría de la ciudad. En este momento de definiciones, considero que @pepechedrauimx es el perfil que reúne las características para asumir esta responsabilidad, la lucha es por causas y no por cargos. Lo más importante es la construcción del siguiente piso de la transformación. ¡Fuertes, unidos e imparables!”. Y sí, la clave de esta elección es la competitividad. No se trata de autopercepciones o presumir el pedigrí morenista. Alejandro Carvajal, por ejemplo, fincó su carrera política en el distrito 6 de la capital, pero lo que no ha dicho es que justo en esa demarcación se concentra la mayor cantidad de beneficiarios de los diferentes apoyos de los programas estrella de la gestión de Andrés Manuel López Obrador. Su mérito fue capitalizar ese respaldo, pero eso no dice mucho ya que fuera de ese distrito los números simplemente no le alcanzan para tener una penetración en todo el municipio. No cuenta con una estructura fuerte y su decisión de caminar solo, sin la búsqueda de alianzas al interior de Morena y otros sectores políticos terminaron por cobrarle la factura. El caso de Claudia Rivera es ejemplar. El posicionamiento que tanto presume se debe a su alta exposición mediática y las cantidades ingentes de dinero que gastó en su promoción personal a costa de las arcas del Ayuntamiento de Puebla, pero eso no se tradujo nunca en competitividad. Primero perdió la reelección en 2021 a manos de un candidato tan timorato como Eduardo Rivera Pérez que la conclusión fue una: El panista no ganó, la ciudadanía votó en contra de la morenista. Después, la exalcaldesa buscó la gubernatura, pero la realidad la puso nuevamente en su lugar al ubicarse en el cuarto lugar de las preferencias. A reserva de profundizar esta información, es falso que sea una de las mejores opciones electorales de Morena y tampoco ofrece garantía de triunfo debido a que los negativos que arrastra prácticamente la convierten en la mejor opción del PAN. Tanto Claudia Rivera como Alejandro Carvajal son víctimas de su sectarismo. El caso más grave es la segunda pues, al prestar oídos a la cizaña de sus colaboradores, la llevó a perder el respaldo de uno de sus cuadros más brillantes: Leobardo Rodríguez, quien fungió como su secretario de Administración y Tesorero. A éste se sumó Iván Herrera, exregidor en la misma administración, quien simplemente buscó su propio camino al percatarse de la grilla que rodea a la exmunícipe. Para colmo de Rivera Vivanco y Alejandro Carvajal, la elección de este año demanda un perfil ciudadano, que sume capital a Morena y le ayude a penetrar en aquellos sectores a los que el partido oficial nunca podría acceder. Esa característica tampoco la tienen los dos aspirantes.  

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