Parece que la directiva del Club Puebla y el alcalde Eduardo Rivera Pérez no han caído en cuenta o pretenden fingir demencia ante la decisión del gobernador Miguel Barbosa Huerta, de meter orden y supervisar escrupulosamente la actividad tanto del estadio de Cuauhtémoc como de las condiciones de seguridad en las que opera. El jueves pasado, el edil quiso sorprender, no sabemos a quién, al anunciar que su gobierno enviaría a 150 policías municipales como parte de los lineamientos acordados en las mesas de trabajo, para evitar una desgracia como la del estadio La Corregidora, en Querétaro. Y decimos que quiso sorprender porque el mismo munícipe se comprometió a enviar 230 elementos de seguridad, es decir, se iba a hacer ojo de hormiga con los restantes 80 uniformados. De no ser porque fue exhibido en su simulación, no habría reculado y prefirió mejor cumplir con el acuerdo al que se comprometió. Lo que Rivera Pérez no sabía era que el propio mandatario estatal acudiría al coloso de Maravillas a supervisar y divertirse con el partido de futbol. Incluso, fue con la porra de La Franja a convivir y refrendar su apoyo a los auténticos fanáticos. (Previo a eso ya había acordado con los tres principales grupos de animación el financiamiento del Encuentro Nacional de Barras, las cuales están en vías de extinción y tendrá que encontrar una nueva identidad). Luego, gracias al siempre bien informado Pepe Hanan, nos enteramos que el estadio es utilizado como un antro por un grupo de personas que no entienden que los años de despilfarro e impunidad ya se terminaron. Esta es una situación muy lamentable, pues mientras el club, de la mano del genio Lacarmon, se encuentra en su máximo esplendor futbolístico, los conflictos que enfrenta son extrafutbolísticos. Y para que este reducido grupo de vivales no tengan dudas, Barbosa Huerta ya les mandó a decir que o cesan sus comportamientos desproporcionados o les retiran la concesión del estadio. Así de sencillo. La pelota está en la cancha de la directiva del Club Puebla: o mete en cintura a su equipo de gerentes o mejor que se busquen otro estado para hacer sus pillerías.
¿Y ahora qué dirán sobre la Reforma?
Con la novedad de que la semana pasada, el coordinador del Grupo Parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados, Ignacio Mier Velazco, reconoció que la Reforma Eléctrica que tanto ha presumido y servido no sólo para tener reflectores nacionales sino también para tener un pretexto en recorrer la entidad con un evidente interés de posicionamiento electoral rumbo a 2024, no será aprobada como el presidente Andrés Manuel López Obrador quería, es decir, sin cambiarle una coma. El quid del asunto se encuentra en las energía renovables. Basta recordar que Mier Velazco aprovechó ese argumento para lanzarse contra las empresas que se valían de ese mecanismo para ahorrar recursos en su operación. Ya sabe, el diputado no bajaba a las compañías de abusivas, monopólicas y hasta de atentar contra la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Pues, bueno, ahora resulta que las energías limpias serán incluidas en la Reforma Eléctrica. Así lo dio a conocer el propio coordinador morenista en el noticiario radiofónica de Ciro Gómez Leyva. Uno de los principales argumentos era que, en la distribución de energía, la CFE se encontraba hasta el final porque se daba preferencia a los generadores privados de energía. Las modificaciones apuntan a que la población podrá contar con celdas solares, las empresas que se abastecen de este tipo de energías continuarán sin variación y la CFE seguirá siendo la principal empresas en garantizar y fomentar la distribución. La duda mata: ¿Ya le habrá dicho Ignacio Mier al presidente que siempre no pudo con el encargo que le pidieron?