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sábado, mayo 4, 2024

Nadia Navarro, entre el Yunque y Xóchitl Gálvez

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Solo era cuestión de tiempo. Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández nunca pudo tener el control del PAN y los constantes problemas, entre los que destaca la guerra intestina que sostenía con su secretario general, Marcos Castro Martínez, terminaron por estallarle en el peor momento.

Al cierre de esta edición, fuentes muy bien informadas le dieron a conocer a estos tundeteclas sobre la fractura más importante en el equipo compacto de Eduardo Rivera Pérez, sedicente candidato a la gubernatura de la coalición Mejor Rumbo para Puebla (PSI-PAN-PRI-PRD), quien decidió sacar de la lista de candidatos a diputados locales por la
vía plurinominal a la dirigente estatal del partido.

En su lugar, nos explican, fue promovida Celia Bonaga Ruiz, quien era la titular de la Secretaría Particular de la Oficina de la Presidencia del Ayuntamiento de Puebla, con Rivera Pérez.

Más allá del chisme, lo cierto es que el empleado del yunque se cansó de los errores encontrados en el manejo de la estructura panista, los conflictos que han aparecido en más de una docena de municipios, así como la ausencia de puentes para desactivarlos.

Otra razón que pesó en la decisión es que Augusta Valentina, pese a lo que nos han hecho creer, no forma parte de la Organización Nacional del Yunque sino que ha sabido moverse en las pantanosas aguas de la cofradía pero nada más. Eso confirmaría, de ser cierto, que la máxima de esta elección es: El Yunque va primero, candidaturas para la ultraderecha.

Nadia Navarro, entre el Yunque y Xóchitl Gálvez

La designación de Nadia Navarro Acevedo como coordinadora de la campaña de Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz en Puebla, deja en evidencia el caos en el que se encuentra la candidata presidencial a consecuencia de su falta de confianza hacia las dirigencias nacionales del PRI, PAN y PRD, así como la esquelética lista de aliados que tiene en el país. 

Que la candidata de Fuerza y Corazón en México, que se precia de apoyar a la ciudadanía, respaldar la interrupción del embarazo, legalizar la marihuana o impedir que grupos sectarios se apoderen de los espacios públicos nombre a una persona que surge de la propuesta de la Organización Nacional del Yunque, sencillamente lo dice todo. 

Peor aún: Vaya forma de Nadia Navarro Acevedo de empezar a coordinar la campaña de la candidata presidencial de la oposición con un escándalo por fingir ser indígena para colarse en la lista de candidatos plurinominales del PRI a San Lázaro. 

Vayamos por partes.  

La llegada de Nadia Navarro a la coordinación de la campaña de Xóchitl Gálvez fue a propuesta de Eduardo Rivera, quien decidió sacrificar a la regidora Ana María Jiménez Alonso, quien venía desempeñándose en ese cargo desde la precampaña.  

El acuerdo entre el empleado del Yunque y Xóchitl Gálvez surgió de una necesidad: ambos tienen como enemigo a Marko Cortés Mendoza, dirigente nacional del PAN. El primero fue obligado por el líder panista a que se convirtiera en candidato a la gubernatura a pesar de que sabía que iba a perder, mientras que la segunda nunca tuvo que remar contracorriente para impedir que el presidente del CEN impusiera a Santiago Creel Miranda.   

A pesar de que la senadora con licencia de Hidalgo fue apoyada en un principio por verdaderos panistas y ciudadanos, gracias a quienes logró colarse en la contienda interna del Frente Amplio por México, al convertirse en un fenómeno en la oposición entró en negociaciones con el Yunque que no tuvo el menor rubor en darle la espalda a Santiago Creel. (Fueron célebres esos días en que desde la dirigencia estatal del PAN pidieron a los liderazgos locales firmar dos hojas de apoyo para la contienda interna: Una a favor de Creel y otra a favor de Gálvez). 

Así pues, antes de ganar la candidatura Xóchitl había demostrado que era capaz de torcer sus ideales progresistas a cambio del respaldo de la secta de ultraderecha en Puebla que le ofreció lo que sus primeros aliados no podían: recursos, estructura y apoyo en su camino. 

Eduardo Rivera, entonces, secuestró la precampaña de la hidalguense y designó como coordinadora a Ana María Jiménez.  

El pacto con lo más abyecto de la política poblana fue llevado a su máxima expresión, cuando el Yunque, con la venía de Gálvez Ruiz, comenzó a imponer a sus consentidos en los diferentes cargos de elección popular.  

Fue allí cuando Rivera Pérez dio las primeras muestras de que el partido local Pacto Social de Integración era su verdadero aliado, al impulsar las aspiraciones de la entonces senadora del PAN Nadia Navarro. Antes de ser obligado a tomar la candidatura a la gubernatura, el exalcalde apuntaló a la legisladora, pues temía que pudiera aplicarse el principio de paridad y que desde el CEN les ordenaran postular a una mujer. (Esa medida tenía como finalidad impedir que la beneficiaria fuera Genoveva Huerta Villegas). 

Cuando Marko Cortés vino a Puebla a jalarle las orejas a Eduardo Rivera e instruirlo públicamente a que en su informe de labores anunciara su destape, el exedil comenzó a operar para que Nadia Navarro se reeligiera en el Senado, lo cual no sucedió debido a que Alejandro Moreno Cárdenas como Néstor Camarillo Medina lo obligaron a postular al primero a cambio de apoyarlo en el veto que impuso al priista Jorge Estefan Chidiac 

Eso no impidió que Eduardo Rivera pujara porque Nadia Navarro fue incluida en la lista de candidatos plurinominales del tricolor. Ahora se sabe que la treta para que pudiera colarse era fingir su origen étnico.  

Que ahora la hija del dirigente estatal de PSI, Carlos Navarro Corro, sea designada la coordinadora de la campaña de Xóchitl Gálvez no es una sorpresa en términos políticos. La plaza fue cedida al Yunque y Rivera Pérez actuó en consecuencia. 

Lo que si sorprende en término de desaseo político es la cantidad de torpezas que los aliados de la candidata presidencial están cometiendo. Ayer por la noche se supo de la trampa de Nadia Navarro sobre su origen étnico, pero nadie fue capaz de alertar a Xóchitl Gálvez de la metida de pata que significaría designarla en el cargo.  

Peor todavía: Los yunquistas no movieron un dedo para impedir que el escándalo de la falsa indígena perjudicara la campaña presidencial. ¿Acaso Nadia Navarro es la única capaz de coordinar la campaña? ¿Qué necesidad de tener reflectores con alguien que es capaz de mentir ante el INE?  

Si esto no es muestra del caos que existe en la campaña presidencial y la raquítica lista de aliados que Gálvez Ruiz tiene en el país, entonces qué será.  

¿En verdad, la candidata presidencial no sabe que PSI carga como loza las sospechas sobre sus vínculos con el crimen organizado, en su vertiente del huachicol? 

Ahora entiende por qué la hidalguense está franco declive al inicio de su campaña.  

Que Marcial Maciel los redima.  

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