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jueves, noviembre 21, 2024

Más allá de la conciliación

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La clase política poblana reconocen en Sergio Salomón Céspedes Peregrina su apuesta por la conciliación y la unidad. Dos elementos indispensables después de la dura guerra que enfrentó su antecesor con la finalidad de desmontar el viejo régimen y forjar una nueva clase política.  

Puebla requería un gobernador como el oriundo de Tepeaca y Sergio Salomón estuvo a la altura del reto que le tocó. La conciliación y la unidad son la consecuencia de otros cimientos que dan forma a su estilo personal de gobernar, a su mística e ideario político.  

En este y otros espacios no nos cansaremos de repetir que, solo en un año, el gobernador logró lo que un mandatario normal tardaría medio sexenio para consolidar su proyecto. Se dice fácil, pero detrás se encuentra un amasijo de factores que van desde intereses a trastocar hasta introducir un nuevo orden, una nueva ecuación del poder.  

Tras el fallecimiento de Miguel Barbosa Huerta, Sergio Salomón tuvo primero que atrincherarse junto con la mayoría de los diputados locales -el único tonto útil al que doblaron fue a Rafael Micalco Méndez– para impedir que desde la Ciudad de México impusieran a un gobernador sustituto. Fue la noche de los celulares apagados, de resistir el embate del secretario de Gobernación federal, Adán Augusto López Hernández; del berrinche en redes sociales de los dirigentes nacionales de Morena y el PAN, así como del diputado federal Gerardo Fernández Noroña. 

Con todo en contra por la rebelión, el nuevo gobernador comenzó a tejer su propio camino hacia la conciliación. La primera en enviar un mensaje de respaldo fue la hoy precandidata presidencial Claudia Sheinbaum Pardo, pero el reto esta en el Palacio de Bucareli. Fue el propio Adán Augusto, quien trajo las palabras que todos querían escuchar: Para la Federación, el gobernador legalmente reconocido es Sergio Salomón. 

En un encuentro con la clase política, empresarial y social de Puebla, el funcionario federal hizo una larga relatoría de todo lo que ocurrió en el día aciago en el Congreso del estado. Fue una catarsis mutua. Su presencia -aunque en ese momento no se había develado en su totalidad- fue una jugada magistral del nuevo gobernador: El personaje que era visto con muy malos ojos por intentar arrebatar la entidad e imponer a quien quisiera, celebró una reunión catártica con el círculo rojo poblano y se fue ovacionado.  

Ese borrón y cuenta nueva fue el verdadero inicio del piso parejo que Céspedes Peregrina ofreció, se comprometió y garantizó en la lucha por la definición de los candidatos presidencial y a la gubernatura.  

Luego vino otro reto mayúsculo: Recomponer la relación de Puebla con el presidente Andrés Manuel López Obrador. A golpe de genialidad y mucho oficio político, Sergio Salomón logró que el mandatario supiera que los tiempos habían cambiado y que en la entidad tenía a un aliado. Las puertas de Palacio Nacional se abrieron y así comenzó una relación aderezada de cariño mutuo, respeto mutuo y el reconocimiento del poblano en López Obrador del líder histórico más importante en la historia reciente de México. 

López Obrador, por su parte, pasó de la emblemática frase “todos me hablan muy bien ti, gobernador” a encabezar la conmemoración por la batalla del 5 de Mayo, en donde se anunció una cascada de obras multimillonarias para Puebla. 

La carrera presidencial siguió su curso y todos los aspirantes fueron cobijados, acompañados y se les garantizó el piso parejo. La conclusión es de todos conocida: Sergio Salomón fue reconocido como un político de palabra, capaz de construir consensos, priorizar la conciliación y respetuoso de todas las expresiones.  

La cosa no fue diferente con la contienda por la gubernatura de Puebla, pero con una particularidad sumamente importante: Sergio Salomón pugnó por la inclusión de todos, la dirigencia de Morena lo escuchó y hubo un auténtico piso parejo que le permitió reunir a todos los aspirantes para comprometerlos a respetar los resultados. Y, tras darse a conocer el ganador, nuevamente los juntó para que todos pactaran el cobijo hacia Alejandro Armenta Mier y sepultar cualquier riesgo de división. 

Mientras la lucha en Morena se desarrollaba en lo nacional y local, el gobernador se lanzó a recorrer casi todo el estado. Fue a palpar el sentir de la gente, a recordarles que la lucha de su administración era contra la marginación. En Tlacotepec de Benito Juárez, por ejemplo, le hicieron saber que desde hace 20 años no se paraba un mandatario estatal para escucharlos. 

También empoderó áreas estrategias en su administración. Sin distinción, lo mismo fortaleció todavía más a la Secretaría de Economía, a Desarrollo Rural, a Educación Pública.  

A la Comisión Estatal de Mejora Regulatoria le dio un papel único. Apostó por la BUAP y anunció la nueva Ciudad Universitaria, mientras que con el Instituto Politécnico Nacional pactó uno de los programas más ambiciosos para fortalecer y capacitar a las micro, pequeñas y medianas empresas.  

Todo eso fue acompañado con la gestión permanente de recursos ante la Federación, concretar proyectos de inversión y hacer realidad obras emblemáticas como la Línea de Transporte Metropolitano (la Línea 4 de la Ruta), la ampliación de la caseta de Amozoc y los pasos a desnivel. 

Fue un año frenético, pero Sergio Salomón no se olvidó de algo que lo define como ser humano: la familia. Antes del oriundo de Tepeaca, en el mundo del poder era impensable observar a un matrimonio demostrar el amor que se tienen, caminar como pareja y manifestar sin tapujos su creencia en una fuerza todopoderosa sin otro ánimo que agradecer por la oportunidad que tiene en sus manos.  

¿Conciliación y unidad, las claves del gobierno de Sergio Salomón? Sí, pero ambas son solo reflejo de otros cimientos que han hecho del gobernador a un político único, auténtico, fresco e irrepetible.  

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