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lunes, julio 1, 2024

Los reacomodos del Yunque

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En la designación del sucesor de Eduardo Rivera Pérez en el Ayuntamiento de Puebla hay un grupo damnificado: El clan Arrubarrena García. Literal, el ahora precandidato del PAN a la gubernatura se dilató más en ungir a Adán Domínguez como presidente municipal aunque el cargo le quede muy grande que en aplicar una serie de cambios al interior de la administración municipal. Todos sabemos que quien realmente manda en la Comuna sigue siendo el exmunícipe, de ahí que la salida de Bernardo Arrubarrena García de la Secretaría de Administración municipal marcó un precedente de lo que avecinaba. Para entender la defenestración hay que ir a unas semanas atrás, cuando surgieron dos grupos interesados en doblar Rivera Pérez. El primero estaba encabezado por el vendedor de cables Carlos Montiel Solana, quien hizo mancuerna con los duros del lalismo hasta el nombre la corriente suena corriente para quedarse con la presidencia municipal, apoyado por su hermano Pablo Montiel y Enrique Guevara Montiel, director de la Unidad de Normatividad y Regulación Comercial. El otro grupo, que logró aglutinar más respaldos y ejerció una fuerte presión, fue el encabezado por Bernardo y Guadalupe Arrubarrena García, quienes pretendían imponer al secretario de Economía municipal, Alejandro Cañedo Priesca. En ese bloque se encontraba el ala técnica del Ayuntamiento, como fue la tesorera María Isabel García Ramos, o el secretario de Infraestructura, Edgar Vélez Tirado, además de la mayoría de los regidores del PAN, quienes fueron cooptados por Guadalupe lo que enfureció, como se imaginará, al empresario vendedor de cables. Como se lee, ambos grupos pretendían impedir la llegada de Adán Domínguez, quien por ley debía rendir protesta. La pugna interna, aunque se trató de matizar e ignorar, estuvo más sangrienta de lo que se pensaba y todo indica que transitó porque el mismo Eduardo Rivera quería conocer los alcances de la conjura. A los pocos días de que Eduardo Rivera se fue a su suicida campaña por la gubernatura, Bernardo Arrubarrena presentó su renuncia para dar espacio a Edmundo Tirado, mano derecha de Íñigo Ocejo Rojo, hombre de toda la confianza del exmunícipe y quien ahora se convierte en el verdadero responsable del manejo de los recursos de la Comuna. Ayer por la noche, el columnista consentido de la ultraderecha poblana reveló la defenestración de María Isabel García Ramos a la Tesorería Municipal y la llegada de Omar Coyopol Solís. De confirmarse, sería el segundo manotazo en la mesa por parte del exedil. En otras palabras: Eduardo Rivera puso a sus incondicionales en el manejo financiero y administrativo de la Comuna, se deshizo de los confabuladores y comenzó con el reacomodo del Yunque. Pero no crea que es una muestra de poder o convicción por parte de Rivera Pérez. De lo que se trata es un vil asunto de pesos y centavos. Necesita a gente de toda su confianza que le limpien el cochinero y hagan magia en época electoral. ¿Si capta? 

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