Es inevitable leer sin una sonora carcajada a muchos columnistas —que escriben para la izquierda y cobran muy bien en la derecha— y reporteros que creen tener la última palabra en cuanto a la política palaciega que se vive al interior de las secciones 23 y 51 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). La mayoría de la información manejada no sólo es sesgada sino falsa. En un universo tan amplio y variopinto como es el magisterio lo que puede ser una crítica de un pequeño sector suele maximizarse y hacer creer que es una opinión mayoritaria. En el caso concreto de la Sección 23, los principales responsables de la filtración de información falsa y tendenciosa es el Grupo Zacapoaxtla, encabezado por lo que queda de la familia Alejo, y cuyos integrantes viven obsesionados por recuperar las glorias perdidas. Cupertino Alejo fue secretario general de la sección y uno de los hombres que más tiempo formó parte del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE, justo en el momento en que Elba Esther Gordillo Morales estaba en el pináculo de su poder. Su hermano Hugo Alejo se quedó a un paso de ser secretario general y con ello se convirtió en el ejemplo magisterial de que un maestro puede buscar toda su vida la dirigencia, creer que la tiene en su bolsa y perderla en unos minutos. (Sonido de violines de fondo). Una de las razones por la que este grupo se convirtió en una reducida expresión fue por el surgimiento de nuevos grupos magisteriales que inyectaron sangre fresca a la sección y que, en sus inicios, fueron marginados, perseguidos y ninguneados por ellos. Dispuestos a cobrar venganza, lo hicieron por la vía más humillante: quitarle a la base que creían controlar. Cada renovación del Comité Seccional, los Cupertinos, como se les conoce, utilizan a su columnista favorito para hacer creer que tienen todo para ganar. Esta ocasión no podía ser diferente. Ya comenzaron a difundir que José Luis González Morales, el secretario de Finanzas de la sección 23, es el verdadero opositor a la mafia que representa el saliente dirigente Alejandro Ariza Alonzo, quien pretendería imponer a Víctor Ortiz Flores, un maestro que forma parte de la nueva generación de líderes sindicales y quien decidió forjar su propio camino, incluso a contracorriente de los propios grupos en el poder sindical. El objetivo es hacer creer que hay todo un movimiento de imposición
que cuenta con el cobijo de la estructura del sindicato y el valiente vengador que terminará con esa práctica es González Morales. Una auténtica patraña. De hecho, su llegada fue producto de una negociación en la pasada elección con todos los aspirantes. Las secretarías de Organización, Finanzas, Prestaciones (conocida como Créditos) y Vivienda, así como el Fondo de Ahorro y Crédito son los mejores espacios en el comité por los ingresos e influencia y son distribuidos de acuerdo con la fuerza de los aspirantes, ya que solo puede haber un secretario general. Los ataques, dimes y diretes son parte de lucha por el poder. La elección de las secciones 23 y 51 del SNTE es una lucha de puercos contra marranos. Nadie es tan puro ni tan malo. Todos forman parte de la mafia sindical que ha llevado a la educación a un abismo de indefiniciones e intereses. ¿Quién ganará la elección? El que sepa hacer mejor lo que el magisterio siempre ha hecho: generar simpatías, comprar votos, movilizar, presionar, coaccionar y amedrentar. Y para eso, los Cupertinos y el resto de los grupos se cuecen aparte.