Cada semana, los medios de comunicación en la entidad son el hazmerreír de la contienda interna de Morena para la gubernatura. En lugar de dar paso al análisis de los datos duros, prefieren sacar su bola de cristal, enfundarse en el traje de pitonisos y hasta convertirse en lectores de la mente de los principales tomares de decisiones, principalmente del presidente Andrés Manuel López Obrador. Cada siete días aparece una nueva encuesta que coloca en primerísimo lugar, en calidad de inalcanzable, al aspirante que la pagó. Vivimos en los tiempos en que la realidad es desplazada a placer por especulación y el interés particular. Esta esquizofrenia mediática y, sobre todo, política ha permeado en los equipos de todos los aspirantes que no dudan en difundir que su “gallo” es el “mero gallo” que arrasa todas las encuestas y que los de la casa de enfrente están “preocupadísimos” porque su candidato “ya se cayó” en las mediciones, lo que demuestra que “este arroz ya se coció”. A este banal argumento no le falta el consabido: “es el favorito del presidente” para, entonces, cerrar el ostión. Todo este ejercicio, además, demuestra que los equipos de los aspirantes son pésimos constructores de percepción o ésta resulta tan endeble que semana a semana tiene que cambiarse. Los sondeos de opinión, regresando al punto, destacan el posicionamiento e intención del voto de los aspirantes, pero fallan en una sola cosa: esas mediciones son efectivas para el proceso electoral constitucional no para la contienda interna, en la que el ungido saldrá de los estudios que midan características muy puntuales. La suma de todos los parámetros será lo que ayude o perjudique a uno u otro aspirante. Esa es la verdadera encuesta que ahora importa, no los panfletos de popularidad que hacen pasar por estudios demoscópicos y pretende vender reinas de la primavera. Otra cosa también ha salido a relucir: los jilgueros de cada aspirante son tan maletas que sus textos confirman que ni ellos están convencidos de lo que escriben. El problema se potencializa porque la mayoría de los sesudos análisis están redactados con las nalgas. Bueno, tal es el caso que no falta algún analfabeta se haga pasar de intelectualoide o copia barata de otro columnista. Lo peor es que los dueños de estos disléxicos se creen tales barbaridades. Y ni qué decir del resto de la clase política local que los lee con suma atención y respeto. La decrepitud de esta contienda es fiel reflejo de la clase política que existe. Ni modo, con esos bueyes nos tocó arar.
UN POBLANO EN LA FEDERACIÓN
Este martes en el Instituto de Administración y Avalúos de Bienes Nacionales (Indaabin) se inauguró una muy significativa exposición para la 4T. Está relacionada con uno de los proyectos estratégicos del presidente Andrés Manuel López Obrador: El Tren Maya. En esta expo se podrá conocer a detalle una de las obras de infraestructura más grandes del país. Cobra relevancia que detrás de la organización están dos poblanos a los que su trabajo los ha posicionado en el panorama federal muy fuera de las grillas locales. A uno de ellos no lo pierda de vista: Edén Israel Zetina, jefe de la Oficina del Presidente del Indaabin. Un dato: con esta importante exposición se celebra también que el gobierno federal recuperó, de manos de privados, las instalaciones del Centro del Patrimonio Inmobiliario Federal. Un acierto de Arcelia García por organizar la expo.