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jueves, noviembre 21, 2024

El Yunque y la nueva realidad del Frente

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Al igual que las ratas que huelen el peligro de un barco a punto de naufragar, los jefazos de la Organización Nacional del Yunque dejaron solo a Santiago Creel Miranda al ver que su proyecto político se hundía ante la irrupción de Xóchitl Gálvez Ruiz en la contienda presidencial del Frente Amplio por México. La ola de respaldo ciudadano que despertó la senadora del PAN hizo que la ultraderecha poblana actuara con rapidez para sumarse de lleno a su campaña sin importarles siquiera que no había pasado ni un mes que le prometieron amor eterno al entonces presidente de la Mesa Directiva de San Lázaro. De hecho, el propio Creel Miranda fue el responsable de integrar desde un inicio a los yunquistas como una muestra de su capacidad política para aglutinar a tirios y troyanos debido a la guerra a muerte que se traen los ultras contra su dirigente nacional Marko Cortés Mendoza. Luego vino la historia de sobra conocida: Desde Palacio Nacional se catapultó a Xóchitl Gálvez para meterla como cuña en el proceso interno del Frente y echar abajo la hoja de ruta de Marko Cortés y los patrones del Frente para imponer al diputado federal. La hidalguense creció como espuma, eclosionó los acuerdos previos que había en la oposición y se abrió una oportunidad para que el PRI pudiera hacer la maldad de arrebatar al panismo la candidatura presidencial. Todo desembocó en la dimisión de Santiago Creel. Al cambiar de bando, los yunquistas garantizaron una negociación directa con Gálvez Ruiz a fin de romper con la decisión del Comité Ejecutivo Nacional de impedir que un solo grupo se agandallara la repartición de las candidaturas. Ensoberbecidos por el acuerdo con la senadora, la ultraderecha cometió un error: En un acto oficial con los dirigentes estatales del PRI, PAN y PRD, el exgobernador de Morelos y jefe político de la cofradía Marco Antonio Adame signó un acuerdo que apestaba a imposición e ilegalidad, en el que los partidos se comprometían a ceder el 65 por ciento de las candidaturas a perfiles ciudadanos, es decir, a las personas que el Yunque dispusiera. El acuerdo provocó un escándalo de tal magnitud que tuvieron que tomar un paso atrás, dejar que tema saliera de la discusión pública y concentrarse en negociaciones en lo oscurito. Lo peor es que el priista Néstor Camarillo Medina y el perredista Carlos Martínez Amador quedaron como ingenuos patiños del grupo confesional. Con la salida de Santiago Creel, que también significó una durísima derrota de Marko Cortés, la ultraderecha comenzó a frotarse nuevamente las manos debido a que si bien Xóchitl Gálvez cuenta con respaldos políticos de todo tipo, en realidad está sola dentro de la estructura oficial del PAN. El Yunque puede cobijar sin problema a la cuasi candidata y llenar los espacios políticos necesarios dentro del partido. Esa influencia también se extiende al sector “ciudadano” del Frente, en donde los más rancios conservadores están pertrechados. Todavía falta ver si es que dejarán al Yunque apoderarse de las candidaturas en juego. A priori sería un error ya que el mensaje a la ciudadanía sería que todo cambió para que siga igual. La verdadera discusión en Puebla con Xóchitl Gálvez es si terminará siendo una rehén del Yunque o tendrá la capacidad para meterlos en cintura. La casa abre las apuestas.

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