Si hay una figura que encarna a la 4T en Puebla ella es Karina Pérez Popoca. Llegó a la presidencia municipal de San Andrés Cholula en 2018 y en lugar de tirarse a la hamaca gracias a la ola lopezobradoristas, poco a poco fue haciéndose del control del gobierno. Para conseguirlo tuvo que caer en cuenta que sus antiguos compañeros de lucha de la izquierda eran, en realidad, todo lo que juraron combatir. El proceso de ruptura puso fin a la misoginia, el cacicazgo de un sujeto nefasto que ahora es aliado de Fernando Manzanilla Prieto, enemigo jurado del gobernador Miguel Barbosa Huerta, y una serie de violencias que son propias de la vieja política machista. Karina integró un nuevo equipo de trabajo, rescató a los antiguos camaradas que valieran la pena y comenzó a hacer lo que más le gusta: la extensión social. Fue así que puso en marcha uno de los programas de apoyo alimentario más exitosos de los que se tenga memoria y que permitió a decenas de miles de familias hacer frente a las graves consecuencias económicas de la pandemia. El gobierno municipal tuvo su propio caris de izquierda, aderezado por la sensibilidad de la alcaldesa. Para hacer bien las cosas, primero tuvo que poner en orden la casa. Fue así que limpió de arriba a abajo la corrupción, terminó con los diezmos y puso en manos de las autoridades los expedientes para que fueran perseguidos los responsables. Luego, afianzó su relación con el mandatario estatal y comenzó una incansable ruta para atraer inversiones públicas y privadas al municipio. En la priorización de obras siempre estuvieron las juntas auxiliares y las colonias olvidadas. Hasta allí llegaron las obras, las despensas, los apoyos y la alcaldesa. Todo iba a pedir de boca. Su figura tomó un peso político importante y eso le permitió atajar varios ataques sin fundamento. El 2021 no estaba en la ruta de Karina Pérez, pero al final decidió ir a las urnas. El resultado fue adverso por una razón: la morenista Claudia Rivera Vivanco fue el mejor activo del PAN en la capital y zona conurbada. Con una pésima imagen como la de la presidenta municipal capitalina, el efecto dominó se apoderó de la región y provocó un efecto de votación en las clases medias altas. Karina Pérez conservó su mismo margen de votación, lo que significó que su proyecto contaba con una base social sólida. El relevo en la Comuna sanandreseña llegó. La activista regresó a casa y desde ahí vio cómo su sucesor inició una campaña plagada de falsedades. También hubo varias traiciones de gente cercana que aplicaron la máxima de “muerto el rey, viva el rey”. Desde la reflexión lejos del poder, Karina Pérez se ha reconstruido y regresó a sus inicios: la extensión social. Es por eso que a partir del 8 de mayo comenzarán oficialmente las actividades de la asociación civil KPP, caminando juntas que pretende retomar, desde una vía civil, el programa de Valores a tu Mesa, servicios de asesoría jurídica, la creación de una central de apoyo al trabajo, así como cursos para orientar a mujeres ante los riesgos de violencia en redes sociales, intrafamiliares y en espacios públicos. Karina Pérez no se ocultará bajo las siglas de la asociación, sino que desde un principio ha planteado que tendrá como finalidad adicional crear una estructura político-social que influya en la vida del municipio y los procesos electorales. Esta postura es de agradecerse por hablar con la verdad y no simular un apoyo para lucrar políticamente. Karina Pérez Popoca está de regreso, lo que significa que hay contrapesos políticos en la calle.
Mentiras azules
Si hay un proceso de auditoría difícil de cumplir ese el que implementó el Instituto Nacional Electoral. Pasar los filtros del organismos no es tarea sencilla y es a tal grado complejo porque, precisamente, los consejeros ciudadanos saben que en el manejo de las prerrogativas y lo reportado por partidos y candidatos es donde se pueden encontrar claves para un fraude. Esos candados de fiscalización han metido en graves problemas a muchos en todo el país. Pero en Puebla tal parece que seguimos atrapados en San Pedro de los Agüeros. Un sujeto que dice llamarse Marcos Castro, quien cobra como secretario general del PAN estatal, pero en los hechos es el velador de Eduardo Rivera Pérez, fue el encargado de echar abajo la aprobación del manejo financiero de Genoveva Huerta Villegas en el Comité Directivo Estatal en 2021. El empleadillo dice que no pudo comprobar el uso de 7 millones de pesos. ¿Y la auditoría del INE que no encontró nada? ¿Y la auditoría externa contratada? ¿Y la auditoría que el CEN realiza permanentemente? Como dijeran en nuestro pueblo: esas ya son ganas de joder. Y, bueno, una vez más el PAN quedó atrapado en una guerra sin sentido.