La movilización que está programada para este domingo 12 de noviembre en la supuesta defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) tiene un grave problema. Y no se trata de la presunta afectación que sufriría el organismo –cuyo alcance nadie ha logrado explicar con claridad– sino de la cantidad de desconocidos, pipitilla e impresentables que se montaron con un evidente lucro político. Mire que una marcha en defensa del INE sea encabezada por Ana Teresa Aranda parece un escupitajo en la cara. Basta recordar que, en abril de 2016, la panista buscaba ser candidata independiente, pero el Instituto Electoral del Estado le negó su registro tras comprobar que las firmas de apoyo que entregó habían sido falsificadas. Entre las linduras encontradas estaban tres priistas, una de ellas Karina Romero Alcalá, que negó el apoyo, pero también estaba el entonces secretario ejecutivo del Consejo General del INE, Edmundo Jacobo Molina, así como otros funcionarios. Eso derivó en una denuncia ante la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales. ¿Con esos antecedentes la panista conservadora pretende defender a una institución a la pretendió verle la cara? Otro caso es Rafael Micalco Méndez. El panista goza de una cabal impunidad debido a que en su propio partido se niegan a discutir y aprobar la sanción propuesta por la Comisión Anticorrupción que halló un quebranto financiero cuando el exchofer de Eduardo Rivera Pérez fungía como dirigente estatal. ¿Marko Cortés Mendoza, a la sazón el encubridor dirigente nacional del PAN, y Rafael Micalco pueden participar en una marcha de defensa al INE sabiendo que esta impunidad partidista daña directamente a la democracia? Otro botón de muestra: ¿Qué razón sustenta la participación de la organización confesional Pro-Vida en una marcha por la democracia? Más bien, eso parece indicar que a los organizadores no les quedó de otra que reclutar a quienes pudieran para hacer creer que hay una manifestación variopinta. Y, bueno, si bien hay muchos otros que participarán discúlpenos por no darles referencia sobre ellos porque ni en su casa los conocen, muestra de que la fuerza de este movimiento en la entidad se centra en desconocidos, los mismos que fueron acarreados hace unos días para que rellenaran las sillas en la reunión de Sí por México, encabezada por el monaguillo Claudio X. González, quien demostró su poder al encargarle el changarro a su único empleado: Moroni Pineda, una especie de Fidel Velázquez de los movimientos u organizaciones que impulsa el empresario papelero. Por cierto, entre los participantes también están el cabecilla de la organización Puebla a Favor de la Corrupción, Enrique Cárdenas Sánchez, un insípido académico con una larga cola que le pisen, lo que llevó a que el entonces candidato de Morena en 2019, Miguel Barbosa Huerta, lo bautizara como La Fichita Cárdenas. Ese es el movimiento “ciudadano” que se alista a salir a las calles. Solo falta por ver si la UPAEP le va a entrar a la movilización poniendo la carne de cañón, es decir, a los estudiantes y maestros.
¿RODARÁ LA CABEZA DE UN HUEVO?
Con la bravuconada que se aventó el alcalde de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, de responsabilizar al gobierno del estado y a los padres de familia por la intoxicación de jóvenes en una fiesta organizada en el Salón Country de San Manuel solo provocará que aumente la presión hacia administración por la evidente omisión para sancionar a los responsables de la reunión masiva en la que hubo venta y consumo de alcohol (incluso adulterado) a menores de edad. El escalón más débil en esta pugna y presión contra el Ayuntamiento de Puebla es Enrique Guevara Montiel, director de Normatividad y Regulación Comercial del Ayuntamiento de Puebla, sobre el que pesan las principales sospechas de omisión y hasta posible encubrimiento a favor del propietario del salón social donde se registró el incidente que pudo convertirse en una tragedia. A eso hay que sumar el demoledor punto de acuerdo que presentó el coordinador de la bancada del PAN, Eduardo Alcántara Montiel, para exhortar a la Comuna a que aplique la ley y se deje de vaciladas. Las pruebas están ahí, por lo que la estrategia del alcalde por desviar la atención y creer que la gravedad fue el consumo de alcohol adulterado solo lo llevará a seguir cometiendo terribles traspiés. ¿Dónde están los asesores del edil? Seguramente haciendo negocios.