A poco más de ocho meses para que se lleve a cabo la elección del nuevo gobernador en Puebla, queda claro que la Organización Nacional del Yunque tiene un brazo metido en la dirigencia estatal del PRI. De lo contrario, no se entiende la defensa a ultranza que ha realizado el priista Néstor Camarillo Medina a favor de Eduardo Rivera Pérez para limpiarle el camino, a fin de ser ungido como abanderado de la alianza PRI-PAN-PRD.
Ayer, por ejemplo, no pudo ocultar su corazoncito yunquista y se lanzó contra el dirigente nacional panista, Marko Cortés Mendoza, por haberse atrevido a meter orden en su partido en varios sentidos. Por ejemplo, urgió al edil de Puebla a que “ya, ya” haga público que irá por la candidatura del Frente Amplio por Puebla y a que las denuncias por actos anticipados de campaña se extiendan a todos los aspirantes de Morena, es decir, que no haya acusaciones selectivas.
Así lo dijo: “Nuestro respeto para los panistas, para su dirigencia nacional y estatal; creo que ellos tienen sus tiempos, siempre lo he dicho, los tiempos del PAN no son los tiempos del PRI ni los tiempos del PRD; creo que en sus tiempos el dirigente nacional ha hecho una valoración de sus perfiles y ya decisión por Eduardo Rivera, así lo escuché y creo que faltó de enterar un poco antes a los demás porque Nadia (Navarro), la senadora parece que no estaba por enterada, pero al final respeto sus formas, sus declaraciones”.
Un “respeto” lleno de ponzoña, cabe aclarar, ya que en el fondo Néstor Jiménez sí termina entrometiéndose en asuntos internos de un partido que no es el PRI. Incluso, sacar a colación que las declaraciones de Cortés Mendoza tomaran por sorpresa a la senadora Nadia Navarro Acevedo es una forma de sumarse a las críticas que varios panistas y bots hicieron en redes sociales.
¿Qué le molesta al priista para sumarse a este golpeteo mediático? La respuesta puede encontrarse en una estrategia fraguada en la dirigencia estatal con la finalidad de vender caro el respaldo del PRI en la coalición. Hasta el momento, ha circulado la versión de que la redistritación, impulsada por el Instituto Electoral del Estado, beneficiará al tricolor, pues rompe el voto panista en varios distritos importantes. Si la proyección se mantiene como hasta ahora, la cual está basada en la competitividad partidista, el PAN al final tendría una bancada menor a la actual y corre el riesgo de convertirse en la tercera fuerza en el Congreso del estado.
Con este panorama, el PRI también demandará candidaturas en la capital poblana a cambio de entregar la ciudad de Puebla, lo cual es más fácil negociar directamente con el Yunque y Eduardo Rivera −si es que se convierte en candidato de la coalición− que con el abanderado que surja, y que todo indica que será el diputado federal Mario Riestra Piña.
Sea o no el alcalde de Puebla el próximo candidato de la oposición, en estos momentos Néstor Camarillo se ha vendido como mejor aliado en el PRI, aunque eso no se vea traducido en una rentabilidad manifiesta. Es, como se dice en el argot político, apoyo de saliva que pretende venderse muy caro ante la indecisión que existe en el Palacio Municipal.
Para cerrar la pinza, el dirigente priista ha estrechado lazos con su homóloga panista Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández para que sean los principales responsables que conducir el proceso interno del Frente. Lo que hasta ahora no sabe el priista es que ha tocado en una puerta equivocada, ya que el operador designado por la cofradía es Marcos Castro Martínez, secretario general del Comité Directivo Estatal.