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jueves, noviembre 21, 2024

Eduardo Rivera y los tres entierros priistas

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Cuando Eduardo Rivera Pérez manifestó ante cientos de priistas que lo ungieron como su precandidato a la gubernatura que juntos harían historia, muchos militantes y la clase política estaban lejos de imaginar que eso significaría una cosa: Por primera vez en 95 años de vida y 61 legislaturas estatales, el tricolor se quedaría sin una bancada en el Congreso local.  

El candidato a la gubernatura de la coalición “Mejor Rumbo para Puebla” es el responsable del entierro que ayer sufrió uno de sus principales aliados en el Poder Legislativo. Un hecho en el que lo mismo confluyeron el exalcalde del municipio huachicolero de Quecholac, Néstor Camarillo Medina; y Carlos Navarro Corro, dirigente estatal de Pacto Social de Integración, un instituto que ha postulado candidatos con presuntos vínculos con las estructuras criminales ligadas al robo de hidrocarburos en la zona del Triángulo Rojo.  

Para entender la historia hay que dar unos pasos atrás, con el primer entierro que sufrió el PRI: No postular como candidato a la gubernatura a uno de sus militantes en 95 años de vida. Irónicamente, ceder la plaza no fue nada fácil ya que Eduardo Rivera no quería ser el abanderado de la coalición opositora y mucho menos pretendía enfrentar al senador Alejandro Armenta Mier 

Por meses, Rivera retrasó el anuncio público de sus aspiraciones, pues esperaba conocer primero quién sería su adversario en Morena. Las dirigencias nacionales del PRI, PAN y PRD observaron a lo lejos la indefinición del exmunícipe capitalino y actuaron en consecuencia. El primero fue el panista Marko Cortés Mendoza, quien vino a Puebla a finales de septiembre del año pasado para prácticamente ordenar al entonces alcalde, realizar su destape y hasta le instruyó que fuera en el marco de su Segundo Informe de Labores.  

Lo que hasta ese momento no se sabía era que, ante la resistencia de Rivera Pérez, el líder nacional del PAN lo hizo firmar una carta compromiso en la que se obligaba a aceptar la nominación, es decir, no podía echarse para atrás bajo ningún motivo. (Ya se sabe que Marko Cortés es adicto a dejar por escrito cuanto acuerdo facineroso se le atravesaba. Coahuila es el mejor ejemplo). 

Mientras todo esto ocurría, en el PRI estaban volcados a vender caro su amor, lo que se traducía en todas las candidaturas posibles. La principal demanda era la alcaldía de Puebla, ansiada por Néstor Camarillo, quien ese momento sabía que había un acuerdo no escrito de que Jorge Estefan Chidiac iría como candidato al Senador por la primera fórmula, lo que le garantizaba la curul.  

Las presiones no rindieron los frutos esperados para Camarillo, quien vio cómo los tiempos políticos llegaban sin que pudiera sacar raja política.  (Hoy se sabe que hay denuncias por venta de candidaturas y otras lindezas supuestamente cometidas durante su gestión).  

Así como a Néstor Camarillo, los tiempos también le llegaron a Eduardo Rivera y no tuvo otra opción que asumir la candidatura de la oposición. Preocupado y enojado, el exmunícipe lamentaba que en Morena hubiera sido electo como candidato a la gubernatura el senador Armenta, con quien prácticamente tiene muy poco que hacer en la batalla electoral.  

Fue justo en ese momento en que los intereses del PSI, Néstor Camarillo y el propio Eduardo Rivera se cruzaron.  

Lo primero que hizo el abanderado de la oposición fue analizar con sobriedad los números que le ofrecía cada partido de la coalición opositora y la competitividad real de las estructuras.  

El resultado fue francamente preocupante.  

En el PAN, las pugnas internas y la ausencia de trabajo con comités municipales y estructuras propiciaron que el albiazul estuviera a menos de medio gas.  

En el caso del PRI, en ese momento, había una demanda excesiva de candidaturas. Muchas para el raquítico 6 por ciento que el tricolor ofrecía en las urnas.  

Y respecto al PRD, todos en la coalición saben que es un cadáver viviente con una característica: Pide mucho para estar muerto.  

Ante la cruda realidad, Carlos Navarro Corro hizo su aparición para ofrecer sus servicios a Eduardo Rivera y de esa forma obtener una jugosa cuota de candidaturas a cambio de convertirse en una auténtica bisagra para ayudar a la oposición.  

Para conseguirlo, el líder del PSI primero tuvo que traicionar a quienes lo apoyaron en Morena y renunció a cualquier acuerdo con ese partido.  

Su traición quedó a la vista de todos cuando se negó a participar en una conferencia de prensa, en la que las dirigencias locales de Morena, PT, Verde, Nueva Alianza y Fuerza por México ofrecieron su respaldo al proyecto de Claudia Sheinbaum Pardo 

Hay quienes afirman que, en realidad, la impulsora del rompimiento fue la senadora Nadia Navarro Acevedo, quien había pactado previamente la posibilidad de ser candidata a la gubernatura por la coalición si es que Eduardo Rivera no fuera ungido por una cuota género. El munícipe prefería a la legisladora antes de ceder la plaza a su odiada Genoveva Huerta Villegas 

Eso habría empoderado a Nadia Navarro y la llevó a tender puentes con Xóchitl Gálvez Rangel y las dirigencias nacionales del PRI y PRD.  

Sabedor que su familiar era la verdadera opción, Carlos Navarro se plegó a los designios de su vástago. 

Otro factor que influyó fue la grilla orquestada por Néstor Camarillo, quien vendió la idea de que Jorge Estefan Chidiac había respaldado a Alejandro Armenta en la contienda interna para elegir al candidato de Morena. El entonces líder del PRI pensó que eso ayudaría para desfondar a su excompañero de bancada, el pleito lo asumiría el candidato a la gubernatura y aprovecharía la coyuntura para colarse como la carta natural al Senado. 

Eduardo Rivera, en realidad, aprovechó la intriga de Camarillo Medina para promover a Nadia Navarro. Lo hizo porque en su análisis necesitaba a un partido como el PSI ante la crisis de los otros aliados, pues, bien o mal, tiene un pie metido en todo el estado y con la estrategia política correcta, puede capitalizarse para seccionar el voto por regiones.  

A pesar de que el PSI apenas y pudo conservar su registro en la última elección estatal, Eduardo Rivera se entregó a la familia Navarro. Fuentes muy cercanas a la ultraderecha nos explican que para entender la trama no hay que perder otro hilo: El dinero.  

El partido estatal —a decir de esas fuentes— tendría la posibilidad de garantizar, a través de sus “mecenas”, cubrir una parte de los recursos para la campaña. De esta manera, Rivera Pérez no tendría que meter de su bolsa —es un decir, porque sabemos que todo viene del marranito electoral que se impulsó de la ciudad de Puebla— todo el dinero para la elección. Una oferta envidiable. 

Sea una cosa u otra, en los hechos Nadia Navarro dejó la bancada del PAN en el Senado y se sumó a la del tricolor. Hasta allí se daba por hecho que había amarrado su reelección, es decir, que le entregarían la primera fórmula por parte de la coalición en Puebla.  

Lo que Rivera Pérez no esperaba era que en el PRI tenían otra estrategia: Hacerse de la candidatura al Senado por la primera minoría en Puebla. Si ya lo habían hecho en otros estados, no había por qué impedirlo en la entidad. Y en ese juego de intereses la dupla Alejandro Moreno Cárdenas-Néstor Camarillo son expertos.  

El exmunícipe capitalino acudió personalmente con cada uno de los dirigentes nacionales de los partidos que integran la coalición “Fuerza y Corazón por México” para exigir el derecho de veto para Jorge Estefan. La respuesta fue única: Si el PRI no tenía inconveniente, apoyaría cualquier jugada, pero Eduardo Rivera no podía echarse atrás por ningún motivo.  

Al igual que todo el año pasado, el PRI vendió muy caro su respaldo para vetar a Jorge Estefan: La senaduría o nada. En el estira y afloja, Alito y Cía ofrecieron una solución: Abrir un espacio para Nadia Navarro en la lista de candidatos a diputados federales plurinominales por la Cuarta Circunscripción. ¡Asunto cerrado! 

Como ahora se sabe, Eduardo Rivera nunca midió la consecuencia de sus acciones. Jorge Estefan es, en los hechos, el verdadero dirigente del PRI en Puebla. Fue el único que mantuvo vivo al tricolor, mientras todos iban a “culiempinarse” —famosa frase de la autoría del senador Germán Martínez— con el morenovallismo.  

Cómo olvidar aquellos tiempos en que desde el PRI nacional y la Subsecretaría de Planeación, Evaluación y Desarrollo Regional de la Sedesol federal se hacía campaña contra los candidatos priistas poblanos. El único que resistió el embate fue Jorge Estefan.  

¿Dónde estuvo Néstor Camarillo en ese proceso? Jugando a ser alcalde del municipio ícono por excelencia del huachicol en Puebla y base de operaciones de Antonio Martínez Fuentes, alias El Toñín, a quien, a su vez, ligan con Pacto Social de Integración. (¡Qué bonita familia!). 

Hoy que Jorge Estefan ha sido maltratado por un munícipe acostumbrado a doblegarse a los designios de sus jefes en la Organización Nacional del Yunque, que huye de rodearse de gente inteligente y/o brillante, es entendible que las fuerzas vivas del priismo que todavía quedan se irán con el diputado local sin pensarlo dos veces.  

¿Con quién hará campaña Eduardo Rivera si los principales líderes del PRI están bajo el cobijo de Jorge Estefan? ¿Quién lo acompañara a aquellos lugares en que ni por asomo conocen al yunquista? ¿Cómo le hará para penetrar en el interior del estado, más allá de Chignahuapan o Zacapoaxtla que son los únicos lugares dónde puede hacer campaña?  

Eduardo Rivera resultó el peor enemigo del PRI y los priistas que lo siguen están en pleno Síndrome de Estocolmo.  

Ha sido el triple sepulturero del tricolor: Cuando se volvió su candidato, cuando veto a Jorge Estefan y cuando decidió que el PSI y sus presuntas ligas con el huachicol son más valiosas.  

¡Oremos! 

 

 

¿QUÉ HARÁ RAFA RAMOS? 

Rafael Ramos Bautista es el diputado suplente de Néstor Camarillo Medina 

El exalcalde de Los Reyes de Juárez actualmente se desempeña como subsecretario de Vivienda de Bienestar, lo que significa que dejó de ser un cuadro activo del tricolor.  

Cuando el exdirigente estatal del PRI solicite licencia al cargo Rafa deberá acudir al relevo, de acuerdo con la ley.  

Las dudas matan:  

¿El subsecretario rendirá protesta y se mantendrá como parte del PRI o decidirá sumarse a la bancada morenista, lo que significaría la extinción completa del tricolor en el Congreso del estado? 

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