Claudia Rivera Vivanco está en posición de ataque. Su margen de maniobra se reduce conforme pasan los días. Primero buscó la candidatura a la gubernatura sin que tuviera ninguna posibilidad más allá de que se aplicara el criterio de paridad de género. Peleó hasta el final y sus porristas, comenzando por la integrante del Consejo Nacional de Deshonestidad e Injusticia, como lo bautizó el hoy procesado Alfredo Jalife, Eloísa Vivanco Esquinde. Al ver que no había salida, la exalcaldesa intentó meterse a la negociación a la senaduría por la segunda fórmula, sabedora de que estaba casi seguro su triunfo, cobijada por su compañero Ignacio Mier Velazco y, por supuesto, el arrastre de Alejandro Armenta Mier. Pero la jugada tampoco salió como quería a pesar de que también presionó duramente. Fue justo en ese intervalo en que difundió, sin que nadie se lo hubiera propuesto ni estuviera en la mesa de negociación, que podría ser ungida como candidata a la presidencia municipal de la capital. Lo que no esperaba era que lograra la unidad de todos sus compañeros aspirantes… en contra suya. ¿Le alcanzará ahora si a Claudia Rivera para la candidatura? Es poco probable, pero su afán de ir al fondo es a todas luces vista. Lo que no quiere entender es que un perfil como el suyo es sumamente valorado en la oposición, en donde tienen muy bien medido el grado de rechazo que enfrenta la expresidenta. Colocarla en esa candidatura metería en un brete a Morena porque la capital y zona conurbada seguirían siendo el corredor azul que se consolidó en 2021. A estas alturas, Claudia Rivera se puede dar por bien servida con una diputación federal. Para eso sí que le alcanza.