La medida aplicada en el estado de Coahuila por el epicentro del poder de la 4T y Morena debe ser leída con sumo interés por los militantes de los partidos Del Trabajo (PT) y Verde Ecologista (PVEM) en Puebla. El mensaje es uno: Nadie se sale del redil, a pesar de que decidan estirar la liga hasta casi romperla. Recapitulemos. Tras la designación del senador Armando Guadiana Tijerina como candidato del partido guinda a la gubernatura de ese estado norteño, muy pocos estuvieron contentos con la designación. El PT y el Verde, aliados de Morena, decidieron irse por la libre. Creyeron que había sido una imposición del dirigente nacional Mario Delgado Carrillo y no estaban dispuestos a seguirle el juego. Ambos partidos, además, aprovecharon el momento para cobrar viejas deudas con la 4T y su poco visible exclusión de la toma de decisiones. Los líderes nacionales Alberto Anaya Gutiérrez y Karen Castrejón Trujillo (quien realmente responde a los intereses del exgobernador de Chiapas Manuel Velasco Coello) pensaron que la jugada redundaría en un chantaje efectivo, pues querían demostrar que sin ellos no es posible un triunfo en 2024. A unos días de los comicios, las dirigencias del PT y del Verde fueron llamados a rendir cuentas, les apretaron el cogote y les dieron la opción de encontrar una solución o atenerse a las consecuencias. La cara de Anaya en la conferencia de prensa donde anunció que respaldaban al candidato Guadiana —aunque también dijo que Ricardo Mejía Berdeja no dejaría de ser candidato— lo decía todo. Es más, la justificación sobre el movimiento fue un auténtico ejemplo del cantinfleo de quien no sabe qué decir. En Puebla, tanto el PT como el Verde traen su propio juego, sobre todo los petistas, y como parte de esa estrategia han puesto a correr a sus militantes para que se placeen y hagan campaña con miras a 2024. Este movimiento, por ejemplo, no fue bien visto por los morenistas que advertían una forma de presión para que a fuerza se abrieran espacios pese a que ni siquiera se ha definido al candidato presidencial y mucho menos a la gubernatura. El PT no podrá exigir más allá de lo que las cúpulas pacten y solo habrá una persona que decidirá qué le corresponde a cada quien. Es verdad que van por la unidad, pero no al costo que sea. El berrinche del PT en Coahuila solo lo exhibió como partido dispuesto a venderse al mejor postor y, como todos sabemos, en la política y en la vida, el que traiciona una vez, traiciona dos veces. Aquellos que quieran tener vida política, lo más recomendable es que sepan leer lo que ocurre en Morena porque es desde ese instituto donde saldrán todas las señales que necesiten. A quienes ya andan desatadas en plena campaña, lo más recomendable es prudencia y mesura, no sea que por tanto moverse se salgan de la foto.